Tribuna de opinión

Menos discursos y más votos

Por Domingo Rondina

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Los constitucionalistas somos los encargados de analizar las cuestiones de derecho electoral, precisamente porque -en los sistemas constitucionales democráticos- el voto es la herramienta de constitución de los gobiernos.

En esta nota, quiero comentar el proyecto Di Pollina de Boleta Única Digital, que se ha inicializado como BUD, gracioso acróstico en el inglés...

De entrada quiero decir que a mí me simpatiza mucho el proyecto. Creo que es coherente con las disposiciones constitucionales, con la experiencia electoral de Santa Fe, con el rol del Estado, y se inscribe en la línea de avance tecnológico que vengo pregonando desde hace años. Negarse a la tecnología no sólo es imposible sino inconveniente: tarde o temprano llegará y, si no estamos preparados, llegará perjudicialmente, como ocurre en otros distritos.

El sistema

Prima facie resuelve todos los cuestionamientos que le hacíamos tanto al sistema de boleta preimpresa como al de boleta única. También es mucho más sencillo, legible y seguro que el sistema utilizado en la ciudad de Buenos Aires.

Este proyecto no es propiamente de voto electrónico, ya que no sale de la máquina la decisión popular resuelta completa.

Lo que el proyecto diseña es un módico mecanismo para agilizar y securitizar el voto individual y secreto.

Emisión

Acreditamos la identidad ante las autoridades de mesa y pasamos a un box donde nos encontramos con la primera máquina que desplegará en pantalla todas las opciones electorales, categoría por categoría. Cambiará en cada caso la forma en que presenta (no aparecerá siempre primero el mismo partido) y además permitirá optar entre votar por partido completo todas las categorías, o elegir uno a uno los candidatos de cada categoría.

Pero la opción hecha en pantalla no se suma electrónicamente, sino que se imprime en un registro analógico (boleta de papel) que la persona controla y coloca en la urna. Aquí terminó la función de la primera máquina, la máquina votadora, que es solamente una impresora sin conexión ninguna; una “tiquetera”.

La primera máquina no suma, no guarda dato alguno, no está conectada, ni siquiera debe tener posibilidad de conexión wifi u otra.

La boleta es legible y entendible por cualquier ciudadano sin preparación informática, y además resume todo en un código de barras o QR.

Escrutinio en mesa y recuento provisional de resultados

Terminado el día, se clausura la elección y pasamos a escrutar la urna en la mesa.

Para eso se van sacando los papelitos que ingresaron los votantes, el presidente los exhibe y lee en voz alta, y los pasa ahora sí ante la segunda máquina, que es una lectora de códigos.

Los fiscales van viendo que coincida lo que dice el papel con lo que cuenta la máquina lectora.

Esta máquina lectora suma digitalmente todos los votos y emite un acta de totales que deben coincidir con lo que los fiscales fueron viendo.

Este acta, de la cual se emiten copias para los partidos acreditados, son los certificados fiscales que prevé la constitución provincial.

Esa misma acta, así digitalizada, es enviada por esta segunda máquina (que sí tiene conexión) al Centro de Cómputos Provincial ante la atenta mirada verificadora de todos los fiscales.

Esos datos son los que permitirán un Recuento Provisional de Resultados (RPR) ágil y seguro.

Escrutinio definitivo

Una vez que todas las urnas llegan a Santa Fe capital, se realizará el Escrutinio Definitivo, también del modo tradicional.

Eso empieza a los dos días de terminado el acto.

En la primera etapa del escrutinio definitivo, se abren algunas mesas aleatoriamente elegidas para tener una verificación rápida de que lo difundido el domingo a la noche por el RPR era correcto.

Luego hay dos hipótesis: 1) si la verificación fue correcta, se escrutará como siempre se hizo: acta de mesa contra acta de fiscales, mesa por mesa. En los casos en que las actas de mesa no coincidan con las de los fiscales se deberán abrir esas urnas. 2) Si la verificación dio diferencias con el RPR se deberán abrir todas las urnas, y escrutarse una por una.

Peculiaridades

De este modo, el proyecto aúna lo mejor de la tecnología con la seguridad del sistema conocido.

Lo que se gana con este esquema es claridad y facilidad de opciones diferenciadas o colectivas (candidatos no unidos en boletas, pero también partidos completos); generación de boletas propias, no preimpresas, con ahorro y tutela ecológica; reducción de nulidades involuntarias por uniformidad de la emisión; facilidad para el control analógico por utilización de soporte conocido; amplia base de conocimiento de votantes y fiscales para la emisión y el escrutinio; etc.

El proyecto también prevé que el Estado no concesione el sistema a empresas privadas, lo cual me parece correcto. Es cierto que el software puede desarrollarse, siendo más complejo desarrollar el hardware.

Los partidos políticos, únicos operadores del sistema, deben ponerse a tono con las nuevas tecnologías, y por lo tanto deberán capacitar a sus fiscales y a sus autoridades, así como apostar a la formación de sus bases militantes, para incluir al sistema electoral santafesino en la época que nos toca vivir.

La seguridad está asegurada de acuerdo con los principios más básicos y comprensibles: al no haber registro, ni chips, ni datos guardados, no hay posibilidad de alteración ninguna. En todo caso, el riesgo es el mismo que teníamos con las boletas de papel: su destrucción física. Pero es un gran primer paso.

Siempre podemos más

Claro que puede avanzarse más, y tecnificarse aún más el sistema, pero me parece un excelente primer paso hasta que le perdamos el miedo.

A raíz de las quejas de aquellos que yo llamo “viudas del papel” quiero decir que no hay un sistema perfecto, todo sistema es “hackeable”. La boleta preimpresa y la “Sibolú” tienen mecanismos (analógicos) de marcado y cooptación; seguramente los sistemas electrónicos también tendrán sus problemas; pero debemos avanzar en ese camino porque lo contrario es absurdamente reaccionario, es tapar el sol con el dedo, negándose a la realidad de que la tecnología impacta sobre nuestra vida, y si no está la legislación preparada para abordarla con prudencia, la tecnología se terminará imponiendo sin controles. Vaya también un llamado a los partidos políticos para que se capaciten, mejoren sus estructuras, se preparen también ellos a ser operadores protagónicos de la tecnología electoral.

Con respecto a las quejas de los “ultra-Sibolú”: la boleta única papel significó un avance en algunos aspectos. Pero también implicó muchos problemas. Sin embargo, solamente quiero cuestionar los dos mayores defectos de fondo que tiene la boleta única papel: 1) una exagerada prevalencia de los candidatos multimedia por la altísima carga visual; 2) destrucción de las estructuras ideológicas representadas en partidos (protagonistas electorales según la Constitución) en beneficio de figuras individuales, caudillescas.

Creo que la BUD contrarresta ambos problemas al permitir no sólo el posicionamientos diferentes de las fotos y los colores sino también más información y, al colocar todos los nombres, facilita un análisis menos inducido mediáticamente. Además, la posibilidad de votar por partido completo (no obligado, obviamente, sólo como una opción más) permite que se pueda volver al sistema que la Constitución quiere: un esquema de partidos que sean base barrial y social de discusión, formadores de cuadros, creadores de plataformas que respetan luego en acuerdos de gobierno y en todo el territorio.

Debe quedar en claro que no se obliga al elector a votar por partido entero, sino que es una opción más, como la de elegir categoría por categoría. Pero que esa opción exista no implica incumplir con el mandato constitucional que impone que “los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático” (art. 38 CN) y “... concurren a la formación y expresión de la voluntad política del pueblo” (art. 29 CP), por lo cual no puede obviárselos, tratándose a las candidaturas como si fuesen individuos y no parte de un conjunto.

En tanto, digamos que gritar “elitismo” porque los punteros/fiscales que históricamente controlaban las mesas se vean obligados a aprender a mirar una pantalla de computadora, es una exageración. Un ciudadano común, sin una capacitación, tampoco puede controlar un acto electoral actualmente, siempre hace falta ser capacitado, tanto para fiscalizar como para ser autoridad de mesa. Que la capacitación sea digital y no analógica no cambia que sea una falacia la idea de que aprendizaje implica elitismo.

Final “votacionista”

Para terminar, quiero señalar por qué es que soy ferviente defensor de implementar metodologías electrónicas en el sistema electoral, y así lo vengo sosteniendo en todos mis escritos desde hace años.

Estoy convencido de que si logramos que sea más fácil y económico votar, podremos votar más seguido. Si es sencillo y rápido para los gobiernos organizar una elección, y si es fácil para la gente hacerlo, no habrá excusas para consultar con frecuencia la opinión de la ciudadanía.

Soy un creyente, con la irracionalidad que a veces tienen las creencias, en que el futuro de la democracia tiene que ver con la tecnología en la emisión del voto. Y que solamente mejoraremos nuestra realidad el día en que las mayorías puedan decidir cuestiones concretas. Evolucionemos desde esta democracia representativa, nacida cuando los diputados debían trasladarse en carretas, hacia una democracia semidirecta, donde muchas decisiones puedan ser tomadas directamente por la ciudadanía, sin necesidad de seguir dándole a los políticos un cheque en blanco para que reemplacen nuestra voz.

Y de ese modo, nos sentiremos más convencidos de la utilidad de nuestro voto, de que decidimos nosotros las cuestiones más relevantes, y podremos avanzar a la voluntariedad del sufragio sin temores. Pero ésa ya es otra discusión...

Estoy convencido de que si logramos que sea más fácil y económico votar, podremos votar más seguido. Si es sencillo y rápido para los gobiernos organizar una elección no habrá excusas para consultar con frecuencia la opinión de la ciudadanía.