Pulsos de la política provincial

Una semana cargada de tensiones

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Darío H. Schueri

Las elecciones nacionales del último domingo, además de estrenar el artículo 148 Constitución reformada en el año 1994 en esta capital, que instaura la segunda vuelta o balotaje, podría llegar a poner en estado deliberativo al veinteañero FPCyC santafesino en caso de triunfar Mauricio Macri.

El peronismo santafesino no escapa a la convulsión nacional, y los pases de factura también se expanden de manera radioactiva confundiendo aún más a la desolada militancia, que no vislumbra los liderazgos que la conduzcan hacia la inmediata puesta en marcha de una estrategia unificada para ir en busca de los imprescindibles votos de Massa (que ya comenzó la tarea de reconstrucción de su sector en Santa Fe junto a la exitosa dupla Grandinetti-Romagnoli), Stolbizer y Rodríguez Saá, para esperanzarse con un futuro más promisorio en el balotaje del 22 de noviembre.

Jefes comunales e intendentes aún no salen de su asombro por la catarata de votos hacia el candidato del PRO en sus distritos, inclusive donde esos mismos dirigentes habían ganado por amplio margen las elecciones locales en junio último. Temen que el sentimiento de resignación le gane la pulseada a la militancia.

De manera indirectamente proporcional, en la festiva vereda de enfrente el radicalismo exhibe un exacerbado doble espíritu triunfalista: por ser miembro societario del FPCyS santafesino que retuvo la gobernación; y ahora, como suscriptores de la mayoría accionaria del Cambiemos nacional, camino a la Presidencia de la Nación con Mauricio Macri.

En ese doble juego cruzado de intereses contrapuestos que suele exhibir sin pudores la política, el radicalismo santafesino ahora también es socio del PRO, quien hasta hace cuatro meses fuera acérrimo adversario del FPCyS (a tal punto que aún resiste el triunfo de Miguel Lifschitz, sosteniendo íntimamente que hubo cuanto menos “irregularidades” en el escrutinio del 19 de junio). Si Mauricio Macri ganare la elección presidencial, la UCR santafesina tendría en sus manos la “acción de oro” con Cambiemos para poner en jaque cuando quiera al Frente santafesino.

“Somos los garantes del triunfo de Mauricio Macri, y ya no tenemos que hablar más del PRO, sino de Cambiemos”, enfatizó con voz en cuello un dirigente radical en el exultante plenario ampliado de delegados del pasado miércoles en la casona de calle Rivadavia. También los radicales (junto a Binner y Javkyn en Rosario) fueron los hacedores de la victoria de Miguel Lifschitz, gracias al apoteótico despliegue territorial que el propio Binner ayudó a consolidar con su esplendorosa figura en el año 2007.

El domingo pasado se cumplieron los pronósticos del senador Felipe Michlig: “A Macri (que había perdido la Provincia en las Paso) lo hacemos ganar por cuatro puntos”. De la misma manera que el radicalismo dejó en la banquina a Miguel del Sel, hoy construye la proyección presidencial de su líder nacional.

Previsor, Mario Barletta ya convocó a los 446 intendentes nacionales de la Unión Cívica Radical a un acto en esta capital para los primeros días de noviembre junto a Mauricio Macri y Ernesto Sanz. Para Mauricio Macri el intendente de Santa Fe José Corral es una apuesta al futuro más que promisoria. Ganas le sobran a Corral para abrazarse a esa dimensión del tiempo.

La fecha elegida por Barletta no es antojadiza, y se interrelaciona con el armado ministerial de Miguel Lifschitz cuyo anuncio es inminente. Barletta quiere que el FPCyS local “realice los mayores esfuerzos para alcanzar un equipo de gobierno que fortalezca el Frente Progresista Cívico y Social en la gestión que inicia el 10 de diciembre de 2015”. Lo mismo le hará notar no tan elípticamente a Mauricio Macri.

Negociaciones ministeriales

Las negociaciones entre radicales y Miguel Lifschitz se encuentran en una etapa brumosa porque el parsimonioso gobernador electo, a juicio del radicalismo, ya llegó al límite tolerable de la cronoterapia política. A partir de ahora, cada día que pase sin definiciones enciende una luz amarilla en el tablero de la coalición, más allá del oriental tono tranquilizador de sus negociadores socialistas: “Está todo bien, los radicales ya saben de qué se trata y cuáles serán las áreas que manejarán”.

Desde la trinchera radical avalaron lo que en esta columna, por delicadeza con las fuentes, sugerimos varias veces de manera extremadamente sutil: cada sector entabló conversaciones individuales con el Ing. Lifschitz por afuera de lo que orgánicamente se había acordado tratar dentro de la insípida “comisión bilateral”. Hablábamos entonces de “recelos” y “desconfianzas mutuas”, debido a que los unos sabían que los otros también mantenían soterradas charlas con el gobernador electo, quien no se negaba a la amable plática, toda vez que le permitía sondear actitudes y candidatos. Hoy en el radicalismo reconocen que fue un error haber entrado en ese juego, que sólo sirvió para abonar las internas que ahora algunos actores quieren que arbitre el propio Lifschitz.

La falta de cohesión partidaria enfiló el rumbo de lo que debía haber sido una madura negociación entre socios mayoritarios de un mismo espacio, a una simple repartija de cargos que hoy molesta y perjudica al conjunto. Por ejemplo no resulta conveniente que uno de los grupos se enterara en charla privada con Lifschitz, que el Ministerio que sospechaban les correspondía ya no será para el partido por decisión estratégica del gobernador electo. Eso debería haberse conversado orgánicamente dentro de la “bilateral”.

Como tampoco resulta oportuno que otro de los sectores confirme vía rumores- que tendrá un solo Ministerio, más una Secretaría de Estado. O que dos líneas internas sospechen que una tercera se quedaría con dos carteras, cuando a ellos les correspondería sólo una.

Al menos en una cuestión se pusieron de acuerdo los radicales: si algún legislador electo tiene que dejar su banca para ocupar un cargo ejecutivo, lo tiene que reemplazar alguien del mismo sector. Teléfono para el socialismo.

Miguel Lifschitz se había comprometido a finiquitar el gabinete sobre el filo de esta semana para anunciarlo la semana entrante. Hoy, por todo lo narrado, nadie está en condiciones de asegurar que ello vaya a suceder.

Macri y Perotti, los ganadores

Santa Fe le rindió tributo a Macri. Perotti sigue siendo la figura más votada del peronismo.

El olfato electoral de Carlos Reutemann y los finos análisis políticos del Dr. Fabián Bastía, diputado provincial radical electo, quien nos describió con quirúrgica precisión los resultados de las elecciones provinciales y nacionales, no fallan.

Reutemann (de vacaciones por diez días en New York), con instinto animal percibe como nadie las tormentas (políticas) para resguardarse de ellas lo más que pueda. El peronismo primero, Del Sel más tarde (y Macri si es electo presidente) pueden dar fe de su infalible olfato.

Consumó la revancha tardía contra su archirrival Hermes Binner por lo que consideraba una “campaña personal muy sucia” en las elecciones de 2009, noqueándolo cuando la boleta corta ya lo había arrodillado en la lona, para después perder por dos puntos contra el experimentado Omar Perotti. Así y todo, el “Lole” terminará su carrera política con el cuarto mandato como senador nacional. Lo demás es anécdota.

El peronismo lo hizo ganar a Daniel Scioli en ocho departamentos, mientras Cambiemos impuso su onda renovadora en el resto de la provincia, flagelando incluso a Omar Perotti en su propio terruño. Curiosamente en departamentos vecinos (9 de Julio y Vera) con idéntica composición social y productiva, y con dos senadores peronistas, ganaron uno y otro respectivamente.

La que no funcionó, al menos dentro del FPCyS, fue la promocionada tijerita. Se advierte que en alguna medida le fue útil a Omar Perotti, ya que Macri obtuvo el 35%, (cuatro puntos más que en las Paso) pero su candidato a senador Carlos Reutemann cayó al 29%; mientras Omar Perotti cosechó el 32% contra el 31 % de Daniel Scioli, que terminó un punto debajo de las Paso.

Si el corte de boleta hubiera dado el resultado esperado por el radicalismo y el socialismo, Hermes Binner no hubiera aparecido nuevamente en cuarto lugar con el 12 %; un poco menos inclusive que en las Paso.

Estadísticas que poco y nada, más allá del contenido ilustrativo, interesan a la ciudadanía que ya intimó mágicamente con el candidato de su elección en el preciso instante en que ensobraba su boleta. Ahora deberá renovar alianzas el 22 de noviembre. Y las posibilidades se reducen sólo a dos, de las 13 listas originarias que compitieron el 9 de agosto por un lugar entre los seis finalistas del domingo pasado.