Bicentenario de la Independencia Nacional (4)

Santa Fe y el Litoral, ausentes del Congreso de Tucumán

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Carta. De fray José Gervasio Monterroso a Manuel Ignacio Diez de Andino, fechada en Córdoba, el 23 de diciembre de 1804 (documento de la Colección Diez de Andino, Leg. 10, carpeta 40 f. 63 y vuelta). Foto: Archivo General de Santa Fe

Por Ana María Cecchini de Dallo

Las provincias litorales no asistieron al Congreso de Tucumán, la ausencia tuvo como motivo inmediato el conflicto que se planteó entre la liga federal y el Directorio, que era la autoridad convocante del Congreso, a raíz de las situaciones que se habían planteado en la Banda Oriental y Santa Fe.

Una razón profunda, de largo alcance, radicaba en la antigua puja entre las ciudades portuarias, que consideraban que sus oportunidades debían ser iguales, considerando además que el puerto de Buenos Aires había crecido gracias al comercio, ilegal primero y con la apertura colonial después. Esta demanda insatisfecha había dado origen a una respuesta política de las provincias litorales, las que se habían unido detrás de la causa artiguista y pedían que se organizara el territorio mediante una Constitución, como república, que reconociera la autonomía de las provincias y las igualara en derechos a la de Buenos Aires, conservando la unidad mediante el sistema confederativo.

Afanes centralistas

La ciudad de Buenos Aires ya había manifestado sus afanes centralistas: ser el centro neurálgico de las decisiones políticas, además de único puerto y aduana del territorio. El evidente afán de la cabeza virreinal de seguir siéndolo fue expresado con el rechazo a los diputados orientales durante la Asamblea de 1813, donde constaban los reclamos del Litoral y la Banda Oriental.

Considerando la experiencia de 1813, el Directorio, al realizar la convocatoria al Congreso que se realizaría en Tucumán, desestimó el envío de cualquier tipo de instrucciones. Asimismo, para asegurarse un número de votos propios, infiltró hombres suyos en representación de otras provincias.

El unitarismo ya era un partido presente en el Río de la Plata, si bien algunos teóricos e historiadores académicos le asignan a Bernardino Rivadavia el haberlo generado.

El Litoral, bajo la protección de José G Artigas, se mantuvo unido en su postura de no participar en tanto el Directorio no acordara con sus planteos.

En el caso de Santa Fe, cuyo Cabildo había insistido ante Buenos Aires durante los cinco primeros años de la emancipación en el reclamo de su autonomía, la obtuvo al fin en abril de 1815 -con la activa participación de sus cabildantes y el apoyo militar de Artigas- al elegir a Francisco Antonio Candioti como su primer gobernador autónomo. Sin embargo, poco después retrocedió a su anterior situación de subordinación a Buenos Aires como consecuencia de la muerte del mandatario provincial electo. Cabe señalar que para esto también colaboró la acción de un grupo de dirigentes santafesinos que adhería a la política porteña, quienes rápidamente aceptaron el regreso de las tropas de ocupación e impulsaron la designación de Juan Francisco Tarragona en calidad de teniente de gobernador.

Conflicto entre la Banda Oriental y Buenos Aires

Mientras tanto, en la Banda Oriental, la situación se agravaba a causa del rechazo de las gestiones supuestamente mediadoras de Buenos Aires, en las que se le propuso a José G. Artigas la independencia de Montevideo, buscando alejarlo de las restantes provincias litorales. Es que no era lo que Artigas y sus hombres anhelaban.

Las ofertas separatistas y las actitudes desconsideradas fueron reiteradas por el Directorio cuando se presentaron en Buenos Aires los diputados del Congreso de Oriente o Arroyo de la China en Buenos Aires para negociar en nombre de los “Pueblos libres”. Pese a los desaires, los enviados sostuvieron con firmeza el principio de que la Banda Oriental entraba en el rol para formar el Estado denominado Provincias Unidas del Río de la Plata.

Entre tanto, Santa Fe -una vez más bloqueada y ocupada- recibió la comunicación que convocaba al Congreso que se realizaría en Tucumán en la que le pedían la designación de un diputado, en su calidad de ciudad subordinada. De inmediato se reunió una Asamblea que designó al cura Pedro José Crespo, de la parroquia de Baradero, quien días después renunció al cargo.

A finales de 1815, en el mes de diciembre, siempre bajo la dominación porteña, una nueva Asamblea designó a otro diputado para representar a Santa Fe en Tucumán, en esa oportunidad la elección recayó en Juan Francisco Seguí.

En marzo de 1816, los santafesinos autonomistas enfrentaron a los invasores.

El partido federal santafesino estaba conformado, entre otros, por varios universitarios que se habían formado en la Universidad de Córdoba y alojado en el Colegio Monserrat. Allí habían tenido como profesor al fraile franciscano José Gervasio Monterroso, lo cual se infiere de la correspondencia que mantuvo con Manuel Ignacio Diez de Andino ya que tres de sus hijos estudiaron con él: Juan José, Juan Manuel y Pascual; también estudiaron filosofía Pedro Aldao, Juan Francisco Seguí, José Elías Galisteo e, inclusive, Pedro José Crespo, el cura de Baradero, que tal vez renunció a la diputación por compartir el ideario autonomista. El nexo de esos jóvenes santafesinos con Monterroso explica los vínculos de Santa Fe con Artigas.

De Monterroso dice su biógrafo -Mario Cayota-, que fue profesor de filosofía y teología en la Universidad de Córdoba entre 1803 y 1808, cuando -por sus ideas- los franciscanos fueron obligados a dejar la universidad. En 1814, se sumó al movimiento de su primo, José Artigas, y de su tierra; la Banda Oriental. En ese año, se vinculó con algunos dirigentes federales del Litoral. Tenía una excelente formación que adscribía a las ideas más innovadoras de los filósofos franciscanos, y por ello fue una sabia influencia en la Liga federal.

Al igual que en Santa Fe, había otros discípulos del fraile Monterroso en otras provincias, uno de ellos fue el Pbro. Miguel del Corro, cordobés, que participó del Congreso en Tucumán y se acercó al Litoral intentando mediar entre ambos.

Levantamiento autonómico en Santa Fe

El levantamiento por la recuperación autonómica se inició en Santa Fe el 11 de marzo, cuando se sublevó el 1º de Dragones, que controlaba la frontera norte, con asiento en Añapiré y comando de Estanislao López, quien avanzó hacia la ciudad en apoyo a Mariano Vera, que se postulaba como nuevo gobernador.

La semana de combates en las chacras y, luego, en la misma ciudad es narrada por el cronista Urbano de Iriondo en sus “Apuntes para la historia de Santa Fe”, cuya lectura permite hacerse una idea cabal de las penurias que padecían los habitantes de Santa Fe en cada una de estas invasiones. Luego del avance de los Dragones, Mariano Vera, Cosme Maciel y Javier Ábalos marcharon al Rincón para, con el apoyo de rinconeros, apoderarse de una cañonera y la “Falucho Fama”, que pasaron al mando revolucionario y continuaron vigilando el río comandadas por Maciel.

El jefe de la fuerza porteña de ocupación -pomposamente llamada Ejército de Observación-, Juan J. Viamonte, desterró a Rosario a un grupo de vecinos “autonomistas”; los llevó personalmente, y al regresar fue tomado prisionero por Vera y desterrado a Paraná.

En medio de esas escaramuzas, se sublevó a favor de los autonomistas el 2º de Dragones; y además llegaron las tropas aliadas remitidas por Artigas.

La narración brinda información interesante sobre las chacras que les servían de refugio, alternativamente, a uno u otro contendiente: la de Andino, con una casa grande, con techo de tejas y cerco de ladrillos; y el monte de la Chacra de Crespo, entre otros sitios.

También en la ciudad, los invasores instalaron baterías, una en la orilla del río, al final de la calle, detrás del “templo de la Merced” (hoy iglesia de los jesuitas); otra al final de la calle de Santo Domingo; milicias en la Casa de la Pólvora (al noroeste), y tropas en el paso de Santo Tomé y frente a los “ombúes de Larrosa”. Aguardaban refuerzos de Buenos Aires. Los santafesinos partidarios de Buenos Aires huyeron en un lanchón casi desnudos, dice el cronista.

Tras la derrota, el general Viamonte, muchos oficiales y soldados fueron hechos prisioneros y remitidos a Artigas quien los respetó a pesar de que la conducta observada en Santa Fe justificaba medidas más severas.

La ciudad liberada se aprestó a elegir a su nuevo gobernador autonómico: Mariano Vera.

- Serie de notas memorativas coordinada por la Junta Provincial de Estudios Históricos.