La educación en América Latina

El “edificio educativo” de los niños se tambalea por falta de disciplina

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Ana Mengotti

EFE

Los niños y adolescentes latinoamericanos están cortos de disciplina y sobrados de afecto, lo que hace que su “edificio educativo” se tambalee, según un especialista mexicano que defiende la necesidad de cambiar radicalmente la manera de aprender.

El psicólogo clínico y educativo Isauro Blanco, creador de métodos de enseñanza que tienen en cuenta los avances logrados en el conocimiento del cerebro humano, dijo a EFE en Miami que “no es natural” la manera en que la mayoría de los niños sigue aprendiendo.

Entre otras cosas Blanco, autor del Programa de Habilidades de Pensamiento HábilMente, defiende que el aprendizaje de la lectura debe dejarse para después de los 7 años y que hasta los 12 ó 13 años hay que dosificar estrictamente el acceso a la tecnología.

Premiado en España por sus innovaciones en materia educativa y fundador de la empresa de tecnología aplicada al aprendizaje Habilmind, Blanco asesora a instituciones y gobiernos y ha recorrido el mundo para tener un panorama general de la educación.

Sus métodos de aprendizaje se han puesto en práctica en España y en México, donde unos 300 centros educativos particulares lo aplican actualmente.

No es casualidad -dice- que los estudiantes de algunos países, entre los que menciona a Finlandia, Suiza, Nueva Zelanda y Singapur, salgan tan bien parados en pruebas internacionales como Pisa, de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (Ocde), ni que la mayoría de los latinoamericanos tengan malos resultados.

La primera impresión al visitar escuelas en América Latina es que las aulas son “muy ruidosas”, “indisciplinadas” y en la que se “pierde mucho tiempo en callar y sentar a los niños”.

Pero las deficiencias y problemas son mucho mayores si uno mira más allá de la superficie, dice.

La comprensión lectora, que para él es la actividad central para el desarrollo cognitivo, es sumamente deficiente, los alumnos no saben seguir instrucciones, la disciplina brilla por su ausencia y el nivel de atención es muy bajo, señala en la entrevista.

La disciplina tiene para Blanco una importancia capital. Junto con el cariño es el pilar del “edificio educativo” y si uno de los dos es muy débil, el conjunto se viene abajo, señala.

Los niños latinoamericanos o hispanos tienen en general mucho afecto, pero son poco o nada disciplinados.

Blanco no sólo responsabiliza a un sistema educativo que no ha cambiado sus paradigmas de las deficiencias en el desarrollo cognitivo de los niños, también los padres y las familias tienen su parte de culpa.

“La familia latina es sobreprotectora, los padres hacen funciones que el niño puede hacer. En el aspecto de la disciplina tienen un fallo muy grande”, dice el especialista, quien resalta que no saben establecer normas, les falta sacrificio y persistencia, se compadecen ante unas “lágrimas estratégicas” y “negocian mucho”.

“La disciplina no funciona con castigos y premios, tiene que ver con una actitud de los padres”, agrega.

También cree que el “ego” de los padres tiene que ver en el hecho de que todavía muchos niños aprendan a leer “prematuramente”.

Blanco opina que todos “los aprendizajes abstractos”, entre los cuales están la lectura y la aritmética, deben dejarse para después de los siete años.

Hasta esa edad, el niño debe desarrollar su psicomotricidad, aprender a controlar no sólo el cuerpo sino las emociones y el pensamiento, desarrollar la atención y la memoria y aprender a socializar, entre otras muchas cosas.

Antes de los siete años, “el niño piensa con el cuerpo”, dice este experto, quien defiende que aprender a leer a edad demasiado temprana es hacerlo de una manera mecánica, que más adelante impide afrontar “con solidez” la comprensión lectora, que es lo verdaderamente importante de leer.

También cree que permitir que los niños estén muchas horas volcados a las “diversiones de pantalla”, en muchos casos por “comodidad” de los adultos, está “atrofiando su capacidad de pensamiento”, además de hacer que “no se muevan”, por lo que hasta la secundaria (12 ó 13 años) el acceso debe ser “ocasional”.

“En un principio la inteligencia es movimiento”, subraya.

En la reforma educativa que propugna Blanco está un cambio radical de los libros de texto y también el de las funciones del maestro, entre las cuales ya no tiene importancia la de transmitir información, ya que está al alcance de cualquiera en internet.

Ahora la función de un profesor debe ser enseñar a sus alumnos a entender la información y a utilizar los datos que brindan los buscadores como Google, que “hoy en día es la memoria humana”, dice Blanco, cuyo lema es “escuelas que enseñan, país que aprende”.

Para Blanco, más que cambiar los planes educativos o las materias que se enseñan, que son más o menos similares en todo el mundo, lo que hay que cambiar en América Latina para tener una educación de primer mundo es la metodología del aprendizaje.

“La educación debe cambiar porque los niños han cambiado”, dice Blanco, quien plantea una “vuelta a las raíces”, lo que no significa al pasado, sino a “cómo está diseñado el cerebro”.

 

La disciplina tiene una importancia capital. Junto con el cariño son los pilares del “edificio educativo” y si uno de los dos es muy débil, el conjunto se viene abajo.