ESPACIO PARA EL PSICOANÁLISIS

¿Por qué las mujeres no matan al macho?

Por Luciano Lutereau (*)

Entre algunas especies animales es común que, luego del apareamiento, la hembra mate al macho. Por lo tanto, cabe la pregunta inversa, ¿qué hace que una mujer no mate al hombre luego del encuentro sexual que lleva a la reproducción?

La respuesta del psicoanálisis es ya conocida, aunque nunca es trivial volver a mencionarla: el niño tiene el valor de un don y, en todo caso, “madre” no es equivalente de “mujer embarazada”. Recuerdo el caso de una mujer que me consultó luego de varios intentos de fertilización por su dificultad para ser madre. Después de escucharla durante una serie de entrevistas, le dije que no encontraba que su anhelo fuera el de la maternidad, sino que, en función de su edad, tenía miedo de “perderse” la experiencia del embarazo. Le dije que ese temor la condicionaba para entender realmente el papel que ocupaba en su vida una posible maternidad, y que incluso no era necesario quedar embarazada para estar en posición materna (lo que demuestra que “ser madre” es un ideal imposible). A las pocas semanas, me comunicó su embarazo, y un síntoma en torno a su feminidad como inicio de su análisis.

Muchas veces me encuentro en el tratamiento con niños con padres separados, algunos de ellos en una verdadera campaña de destrucción recíproca. En estos casos, la intervención temprana es fundamental, especialmente cuando se trata de un niño que no ocupó ese lugar de “don” que puede hacer de reparo ético al deseo de muerte. Un niño en lugar de “don” instituye una deuda con el progenitor, por la cual incluso en la peor de las situaciones alguien puede abstenerse de la violencia. Muchas veces, este límite no se encuentra hoy en día; y así encontramos casos dramáticos que se encuentran a un lado de la idea común del síntoma en el niño como respuesta a lo que hay de sintomático en la pareja parental: es el niño “rehén” de sus padres, con los cuales es preciso trabajar de manera continua en entrevistas que permitan recuperar algo de una función parental desfallecida.

No alcanza con tener un hijo para estar en posición de madre. Más bien todo lo contrario, ya que un hijo nunca se tiene. A un hijo se lo recibe... Podría decirse incluso que un hijo no se le niega a ninguna mujer, a condición de que lo pueda aceptar. Pero ésta no es una referencia obligatoria. Aquí es donde cabe preguntarse en qué posición subjetiva estaba una mujer cuando comenzó a desear un embarazo, que, como dijimos, no es lo mismo que asumir una posición materna.

Dicho de otra manera, si para Freud el niño podía ocupar el lugar de sustituto de la envidia del pene, en muchos casos contemporáneos nos encontramos con la situación de que el niño puede estar en el lugar del pene como tal. En este punto podría trazarse la distinción entre el niño-falo y el niño-pene. Un ejemplo de esta última coyuntura me hace recordar el caso de una mujer que, en entrevistas conmigo, decía a su ex marido que si no cumplía con sus expectativas, no vería a su hijo. Recuerdo haberla citado para otro encuentro, en el que le dije: “Si para usted su hijo no es un motivo para deponer su deseo de venganza por ese hombre, dañará mucho no sólo a su hijo sino a usted misma”. En este punto, ella comenzó con su queja habitual respecto de la situación económica: su ex era un vago, que nunca tenía dinero, y ella se había cansado de mantenerlo durante la relación. Le dije: “Sólo usted puede saber por qué, entonces, se casó con un vago y armó una relación en la que el poder económico estuvo siempre de su lado como una manera de que él no la dejara; ahora, por cierto, lo fundamental es que entienda que nunca va a transformar a un vago en un trabajador mediante amenazas que sólo apuntan a humillarlo y buscar un resarcimiento para su despecho. Si no quiere, no vuelva a verme, pero antes déjeme decirle algo: en lugar de atender a su hijo, la invitaría a usted a pensar profundamente en su actitud”. Afortunadamente, al poco tiempo esta mujer inició un análisis.

(*) Doctor en Filosofía y Magíster en Psicoanálisis (UBA). Docente e investigador de la misma Universidad. Autor de los libros: “Celos y envidia. Dos pasiones del ser hablante” y “La verdad del amo”.

El niño tiene el valor de un don y, en todo caso, “madre” no es equivalente de “mujer embarazada”.