PÁGINAS DEL FUTURO

Las metáforas borgeanas en clave digital

SHAKESPEAR BORGES.JPG

Jorge Luis Borges. Foto: Ronald Shakespear. Archivo El Litoral

 

Por Gonzalo Andrés (*)

Mucho se ha escrito sobre la obsesión de Borges por ciertos tópicos recurrentes: la totalidad, lo universal, la eternidad, los laberintos, el orden y el caos son mojones ineludibles en su obra. Aquí trataremos de argumentar que algunas de sus metáforas pueden entenderse como prefiguraciones conceptuales a la materialidad digital. Por un lado, hay anticipaciones al crecimiento escalar de la circulación de contenidos impulsado por Internet. Por otro lado, sus aseveraciones sobre las características de los autores y los textos pueden emplearse para pensar el tipo de escritura que habilita Internet. Aunque es posible tomar varios pasajes de su vasta obra donde se abordan estos temas, nos detendremos en los cuentos “La Biblioteca de Babel” y “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, publicados en el libro “Ficciones” de 1944.

Internet como totalidad

En “La Biblioteca de Babel” se describe un lugar ilimitado que contiene todos los libros existentes. Está compuesto por infinitas galerías hexagonales donde se aloja todo lo producido por la humanidad. En este sentido, la biblioteca representa la totalidad del universo.

Al respecto, Borges anota: “Cuando se proclamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y secreto. No había problema personal o mundial cuya elocuente solución no existiera”.

Esta expresión resulta sugerente para analizar los dilemas del conocimiento como bien común. La elección no es casual: la biblioteca es sinónimo de saberes compartidos. Al igual que Internet. Quizás el sueño borgeano de tener a disposición un espacio infinito donde esté todo el conocimiento de la humanidad se haya concretado con Internet.

La posibilidad tecnológica de compartir en la red casi toda la producción cultural de los hombres parece realmente la concreción de la utopía del escritor. Actualmente Internet es la totalidad, un desorden organizado. De hecho, hoy en día el conocimiento acumulado por la humanidad tiene magnitudes, laberintos y recovecos que parece un mapa borgeano. Esta situación hace que parezcan proféticas sus metáforas, que tienen más de siete décadas.

Además, pueden encontrarse similitudes en cuanto a las problemáticas planteadas. Los bibliotecarios tenían dificultades para ordenar y encontrar los libros y, a la vez, debían protegerlos de los profanadores, inquisidores, que querían destruirlos. Esto es, los juegos y paradojas que enuncia el autor tienen que ver con el problema del orden y protección de la infinidad en todas sus posibles combinaciones. Por ejemplo, así como existe un libro con la respuesta perfecta a una pregunta o dilema, seguramente también existe otro libro negando esa respuesta.

Los desafíos por organizar, mantener (y proteger) esa biblioteca también pueden entenderse como uno de los desafíos de Internet. Justamente ése es uno de los dilemas borgeanos: cuando distintas páginas se contradicen, ¿cómo se establece lo real, lo verídico? ¿Simplemente se pierde en la multitud (infinidad) de discursos? Cuando todo se propone en simultáneo y sin ningún particular orden, ¿quién y cómo y con qué criterio decide ese orden?

La disolución del autor

En “Tlön, Uqbar, Orbis Tertuis” Borges expresa sus ideas filosóficas y literarias, a partir de la descripción de un mundo imaginario llamado Tlön. Sus conceptos del texto como intertextualidad y la lectura como actividad creadora son especificados allí de un modo magnífico.

En Tlön no existe un autor individual de las obras literarias o filosóficas. Por eso nadie las firma. Los autores colaboran entre sí y los textos se co-construyen. “En los hábitos literarios también es todopoderosa la idea de un sujeto único. Es raro que los libros estén firmados. No existe el concepto de plagio: se ha establecido que todas las obras son obra de un solo autor, que es intemporal y es anónimo”. El conocimiento es considerado uno y eterno.

Toda obra literaria, pues, sería un tejido forjado a partir de la escritura del autor anónimo desinteresado y de la lectura activa de los lectores. De manera que para Borges la historia es un gran libro que fue escrito por un solo autor: la humanidad.

Es decir, la condición autoral como única, definida y estática se disuelve y quizás sólo funcione como una marca de origen o género para clasificar en estantes. Ante esta situación, emergen las figuras de un lector creativo y un texto como material intervenible. Lo que da la pauta de que antes que un autor individual, se configura uno de carácter social que recupera todo aquello que la tradición literaria puede brindarle.

En este sentido, la comunicación en Internet y la escritura en soporte digital constituyen un paso más hacia la disolución de la autoría. Un ejemplo de ello es la comunidad de código abierto, que se dedica a compartir y modificar colaborativamente los datos y códigos disponibles. Su ética se contrapone a los términos de la propiedad intelectual y el patentamiento de creaciones.

Es decir, las tecnologías digitales materializan una intertextualidad que siempre existió. Pero ahora dicha relación dialógica se vuelve explícita mediante los intercambios simultáneos, la producción colaborativa y los hipervínculos a otros textos, imágenes o sonidos.

Quizás el ejemplo más famoso sea la enciclopedia Wikipedia, que se construye a partir de la colaboración de personas interesadas. Lo interesante es que el sistema tecnológico y administrativo diseñado tiene que regular la participación de los aportantes, verificar la veracidad de lo producido y defender los contenidos de posibles ataques o eliminaciones generalizadas de contenidos. Esto es, los líderes del proyecto tienen que lidiar con los mismos inconvenientes que los bibliotecarios de Babel.

Como puede verse, en ambos relatos se distingue el mismo gesto intelectual: la relación dialógica de los libros en la biblioteca-universo se manifiesta también en la intertextualidad de textos escritos por un único autor trashumante.

Las innovaciones técnicas han generado dilemas y dificultades institucionales y culturales que fueron trazadas por Borges en mundos imaginarios. Sus metáforas sobre la biblioteca y la condición autoral trazadas hace más de setenta años parecen una anticipación conceptual a las transformaciones provocadas por las tecnologías digitales.

(*) Lic. en Comunicación Social (Uner). Becario doctoral de Conicet. En Twitter: @gonza_andres

En Tlön no existe un autor individual de las obras literarias o filosóficas. Por eso nadie las firma. Los autores colaboran entre sí y los textos se co-construyen.