Tribuna de opinión

Lechería y sindicalismo

 

Por Néstor Vittori

La situación de SanCor abre una discusión que hasta el momento es rechazada por los sindicatos, consistente en la apertura de una instancia en las negociaciones salariales y convencionales, que en lugar de generalizar las condiciones laborales en todo un sector, en este caso la industria láctea, avance en la posibilidad de que el alcance de las regulaciones laborales contemplen las condiciones y posibilidades de cada empresa, de modo que se adecuen a su dotación tecnológica, a las fluctuaciones de disponibilidad de materia prima, a su capacidad financiera, a su arco productivo, a los mercados y precios de los mismos, y así acolchonar los períodos negativos en una actividad cuya estructura de negocio y de rentabilidad inclina la balanza entre ganancias, pérdidas y acumulación de stocks, porque la leche debe recibirse todos los días y no siempre el flujo comercial posibilita la colocación fluida de los productos industrializados.

Más aun, la ubicación de las áreas de producción y las plantas industriales, determina especializaciones, que tienen distintos costos y distintos márgenes de rentabilidad y de desenvolvimiento financiero. Por caso, no es lo mismo una industria cercana a Buenos Aires, que las del interior como las nuestras, y no es lo mismo la elaboración y comercialización de productos frescos, que aquellos que requieren procesos de almacenamiento y maduración, como los quesos.

En el mundo, estas diferencias, se manifiestan en los precios al productor, y en los costos industriales, particularmente en los salarios.

Respecto de otros países

Por caso, en Nueva Zelanda, país netamente exportador -con un consumo interno que no llega a ser el 10% de su producción-, el 90% o más debe venderlo en el mercado internacional, al precio que surja del remate trimestral de Fonterra, que por estos meses oscila entre los 2.500 y 3.000 dólares la tonelada. Si consideramos que una tonelada de leche en polvo requiere para su producción, 10.000 litros de leche encontraremos que los neozelandeses están vendiendo la leche puesta en puerto, a 25 ó 30 centavos de dólar por litro, comprendiendo esto, precio al productor, costo industrial y logístico. No tienen otra alternativa.

El promedio de precio por tonelada de las exportaciones argentinas de 2016 fue algo más de 2.500 dólares o sea 25 centavos por litro de leche.

Tomando una situación no actual de SanCor, cuando recibía 2 millones y medio de litros por día, y dividiendo el salario promedio de sus empleados, de $55.000 mensuales, nos da casi 3 pesos en salarios por litro de leche procesado. Si a esto le sumamos el precio al productor de 4,5 por litro de leche, más los restantes costos industriales, nos encontraremos con un costo de la leche industrializada de aproximadamente 9 pesos por litro, o sea, al valor actual del dólar, 54 centavos por litro, sin costos logísticos.

La cuenta es fácil: quien exporta pierde más de 2.500 dólares en la tonelada de leche en polvo que es el principal producto de exportación.

En el interior del país

Ésta ha sido la característica de la lechería del interior del país y la causa de la crítica situación de muchas industrias lácteas, a las cuales no se las puede medir con la misma vara, en particular a las cooperativas, que al no poder regular en tiempos de abundancia el recibo de leche, al tener que producir para exportar, no han hecho otra cosa que acumular quebrantos.

Tratándose de una actividad que no puede interrumpirse, porque el flujo de producción llega inexorablemente, es menester considerar un avance legislativo en orden a impedir el efecto extorsivo del ejercicio del derecho de huelga, evitando así enormes daños, que no tienen recuperación, porque la leche que no se procesa, se puede conservar poco tiempo, dependiendo ello de la capacidad de almacenaje frío de leche fluida de cada empresa y eventualmente del conjunto de los tamberos. Pasado el tiempo de conservación, si no se procesa, hay que tirarla.

Sin duda, éste es el gran fantasma de todos los industriales lácteos. Sin que esto signifique vulnerar el derecho constitucional de huelga, que como con todo derecho, su ejercicio está condicionado por las leyes que regulan su ejercicio.

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Derecho a huelga

Creo que el derecho a huelga en el sector lácteo, debe estar sometido a las mismas restricciones operativas de los servicios esenciales que no pueden interrumpirse, como los de salud, de seguridad, de energía, de provisión de agua etc., debiendo los sindicatos ser responsabilizados de los daños que ocasionen, comprometiendo el resarcimiento económico de esos daños y la subsistencia de la personería gremial.

No es casualidad, que todas las industrias lácteas argentinas, algunas más y otras menos, tengan sobredimensión de personal y sus ganancias -limitadas por sobrecostos laborales- no puedan comprometerse en inversiones necesarias para modernizar sus plantas, estando muchas de ellas, como SanCor, quebradas o al borde de la quiebra, en una carrera donde la tecnología determina la calidad y competitividad de los productos en un mercado interno muy competitivo, y en un mercado internacional transparente.

Los sobrecostos no resultan posibles en un mercado finito en cuanto a sus rentabilidades, y realmente resulta hasta grotesco, observar los despilfarros del gremio de Atilra, en promoción y realización de festivales musicales de altísimo costo, festivales deportivos. Auspicios variados a distintos protagonistas deportivos, ya sea en forma individual o colectiva, que nada tienen que ver con la administración de los recursos de su actividad gremial, pero que caen bajo la sospecha de los vueltos a los dirigentes.

Creo que el rol de superintendencia de la actividad gremial que tiene el Estado, debe poner el ojo sobre las cuentas de este sindicato, que como ocurrió con el Somu, puede deparar muchas sorpresas en prácticas irregulares y por las cuales hay dirigentes presos.

La práctica gremial no puede ser extorsiva y destructora de las actividades que la sustentan.

Tratándose de una actividad que no puede interrumpirse, porque el flujo de producción llega inexorablemente, es menester considerar un avance legislativo en orden a impedir el efecto extorsivo del ejercicio del derecho de huelga.

La leche que no se procesa, se puede conservar poco tiempo, dependiendo ello de la capacidad de almacenaje frío de leche fluida de cada empresa y, eventualmente, del conjunto de los tamberos. Pasado el tiempo de conservación, si no se procesa, hay que tirarla.