200 km de Súper TC2000

El Fluence de Spataro y Ledesma ganó la carrera más loca del mundo

Una edición inolvidable de los 200 kilómetros de Buenos Aires se vivió este domingo en el “Oscar y Juan Gálvez” de Buenos Aires. La carrera más especial del año tuvo varios matices que la hicieron impredecible y emocionante.

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Fotos: Gentileza Prensa STC2000

 

Sobre Ruedas desde Bs. As.

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Si bien usted estimado lector y entusiasta del automovilismo seguramente ya se habrá interiorizado de los detalles de una carrera caótica leyendo las páginas del lunes de El Litoral, vamos a contarle en esta nota más detalles de lo que fue un fin de semana especial para el Súper TC2000 en sus 200 kilómetros de Buenos Aires y fundamentalmente especial para Renault Sport, para el equipo Sportteam, sus mecánicos, chapistas y la dupla de pilotos vencedora: Emiliano Spataro y Christian Ledesma.

Para contarles esta leyenda tenemos que volver el tiempo atrás, hasta el mes de julio y trasladarnos a Rafaela. Allí, ese domingo veloz Emiliano Spataro cruzó a casi 300 km/h la línea de meta antes que nadie y cuando casi nadie lo tenía entre los candidatos al triunfo. Ese día Emi, Sergio Polze (el director del equipo Sportteam), Maxi Juárez (ingeniero del equipo), los mecánicos, amigos, hinchas y allegados festejaron alocadamente una victoria tan necesitada como inesperada porque la clasificación del sábado y la performance de ese auto sólo permitían ilusionarse con el hecho de poder arribar al final del domingo arañando un par de puntos para sumar en el campeonato.

Esa es la introducción de la historia. El primer capítulo se escribió el pasado viernes cuando Christian Ledesma, otro curtido de mil batallas, se subió al Renault Fluence #22 de Emi Spataro como piloto invitado para esta carrera especial. Ledesma, sensible y veterano piloto marplatense, utilizó la primera hora de entrenamientos para volver a hermanarse con un Súper TC2000 después de casi 9 meses, y en la segunda tanda de pruebas aceptó el desafío de llevar un auto poco estable al límite de la adherencia en el tren trasero con el fin de avanzar lo más rápido posible en el circuito 15 del Coliseo Porteño. Pero tan al límite fue que perdió por completo el contacto con el asfalto y se golpeó luego de un despiste a casi 200 km/h destrozando la parte trasera del Fluence, golpeando el resto del auto y también sufriendo leves consecuencias físicas en su cuerpo. Una pesadilla... imagínense, lo invitan a una fiesta, le prestan el objeto con el que el dueño del festejo quiere agasajar a todos y usted lo rompe antes de empezar la ceremonia. ¿Qué haría? Pedir perdón entre dientes, cerrar la puerta y volver silbando bajito a su casa tratando de olvidarse de lo sucedido. Lo mismo pensaba Ledesma, y también Spataro y quizás Polze y la plana mayor de Renault, ¿para qué te traje...? Como suele decir alguien por estos días.

Pero “no está muerto quien pelea” reza el dicho, y el Sportteam comenzó a pelear, mejor dicho, continuó peleando. Fueron a buscar a los chapistas hasta 9 de Julio, en el interior de la provincia de Buenos Aires —donde está el cuartel central del equipo— trajeron autopartes, soldadoras, pintura y pasión, sobre todo eso, mucha pasión por lo que estaban haciendo. “Yo ahora mucho no puedo hacer, sólo mirarlos, apoyarlos y cebar mates, la pata ya la metí jeje”, decía Christian Ledesma al micrófono de Sobre Ruedas por LT 9. Trabajaron sin descanso toda la noche y el sábado a las 9:43 el auto recuperado volvió a la pista, ya con su piloto titular al volante. Spataro giró por un par de vueltas y se dio cuenta de que para repetir el triunfo de Rafaela iba a necesitar lo mismo que ese domingo, una ayuda casi milagrosa. El sueño del podio se derrumbaba lentamente y con una clasificación para el olvido (17º lugar) al binomio Up-40 solamente le quedaba rezar para que la lluvia anunciada bendiga su domingo y les dé chances de aunque sea mantenerse en la vuelta de los punteros.

El panorama era muy negro, oscuro, tanto como las nubes que descargaron su furia durante la madrugada del domingo porteño. “Esta mañana cuando abrí la ventana y vi que ya no llovía, que comenzaba a aclarar casi me pongo a llorar” se sinceraba Spataro al pie del podio. La tormenta fue fuerte y llovió bastante, pero a las 4:00 de la mañana comenzó a soplar viento sur y aflojó el agua desvaneciendo las chances de “La hormiga” y “Arielito” como se los conoce a Spataro y Ledesma cariñosamente.

El domingo loco empezó con el autódromo otra vez cerrado hasta que la Agencia Gubernamental de Control de Bs. As. decidió que se abran las puertas luego de un “exhaustivo” control de las instalaciones post tormenta, continuó con una demoradísima largada, ya que el circuito 12 estaba anegado a causa de los casi 20 milímetros de precipitación. La carrera estuvo en duda, pero luego se decidió largar con casi una hora de retraso, habilitando 10 minutos de tanda extra para que los pilotos prueben antes de correr. Ahí comenzó el milagro... “Salgamos con gomas de lluvia, aunque no esté lloviendo”, decían Spataro y Ledesma, “vamos a jugárnosla, total ya perdimos todo”. Y así fue.

Apostaron a la goma con dibujo y al manejo sensible y aguerrido de la dupla. Largando en mitad de grilla comenzó el avance Christian Ledesma, hubo despistes, neutralizaciones, ingresos a boxes, toques, todo eso en casi media hora, luego vino el turno de Spataro para conducir con dos nuevas gomas de lluvia, el Fluence que Ledesma entregó en el quinto lugar, con dos autos de Renault a los cuales en condiciones normales el 22 no debía superar. Pero a dos vueltas del final el milagroso Sportteam recibió una nueva bendición, comenzó a llover muy fuerte y Emiliano superó con hidalguía ese momento, avanzó entre la tempestad hasta el segundo lugar, llegó a la vuelta final a centímetros del líder, intentó superarlo, recibió un toque, se despistó, pisó el césped, el barro, volvió a la pista a casi 500 metros de la punta y apretó los dientes, aceleró con rabia, recorrió a fondo un sector del circuito muy difícil y a segundos de la bandera a cuadros hizo explotar la popular, alcanzando y superando al auto de Juan Angel Rosso con Sebastián Peluso al volante. Doblando en la horquilla apareció delante de todos, lloró, grito, festejó y nos demostró que en el deporte, como en la vida, los milagros existen. Spataro y Ledesma ganaron con ese Renault Fluence recuperado de terapia intensiva los 200 kilómetros de Buenos Aires más locos de la historia.

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