
Hoy los ingresantes tuvieron su jornada de ambientación y luego cursaron por primera vez.

Luciano Andreychuk
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“¿Una nota para el diario con foto y filmación? ¡No!”, decían los chicos y huían despavoridos, como si hubiesen visto a la Parca acercarse con sus ropas de negro azabache y su guadaña. En las escaleras del ingreso a las facultades de Humanidades y Arquitectura, esperaban sentados arrancar el cursado. Marcas de acné y miedos en sus rostros, temblor en sus manos, y esas ropas y peinados extraños que usan los jóvenes de hoy.
En el octógono Fadu/Fhuc, esa bella pausa métrica donde se agitan las banderas de la militancia estudiantil y circula la charla y el mate, lo mismo.
En Bioquímica y en casi todas la facultades, la misma postal gestual y de dialéctica entrecortada por los nervios. Pero también se notaba esa fresca inquietud por empezar algo nuevo, se sentía el desafío excitante de lo que viene: la vida universitaria, nada menos.
Así se vivió el inicio del ciclo académico 2016 y del cursado regular en Ciudad Universitaria de la UNL. Luego de realizar los correspondientes cursos de articulación, los ingresantes realizaron las jornadas de ambientación y luego tuvieron su primeras clases. El Litoral recorrió las facultades para registrar las primeras sensaciones del nuevo alumnado, y conocer sus expectativas sobre el trayecto de sus estudios.
Nuevo mundo
Pamela Leguizamón (18 años, Ingeniería Ambiental, Fich) fue una de las pocas valientes que se animó a la nota, pese a sus nervios evidentes. “Me siento con miedo a lo nuevo. Y mis expectativas son pasar esta etapa con nuevas experiencias y aprender de ellas. Sé que es un mundo nuevo y lleno de conocimientos”, contó.
Sus principales temores: las exigencias académicas. “Pasar de la secundaria a la universidad es un salto complicado. Además, creo no haber salido preparada desde el nivel medio para enfrentar lo que viene”, se sinceró. “De todos modos, a eso lo iré viendo durante el cursado, pero sé que hay conocimientos que aquí me exigirán y en la secundaria no adquirí”.
Fanco Bongiovanni (17 años, Ingeniería en Recursos Hídricos, Fich) se mostró firme y confiado. “Estoy con ganas de empezar. Y las expectativas son llevar la carrera a término y llegar al título”, contó. Sus temores son el conocimiento de gente nueva y la adaptación a nuevos grupos sociales. A desaprobar, también: el lógico temor al fracaso. “Pero de a poco iré sumando experiencia y lograré vencer esas barreras”.
“La secundaria fue algo totalmente distinto a esto -agregó-. Ya lo advertí en los cursos de ingreso. Son dos mundos totalmente distintos. Sinceramente no sé si salí preparado del nivel medio para enfrentar a todo lo que demanda la universidad, el cursado, los libros y apuntes, las horas de estudio”.
Falencias
Verónica Lovotti es docente universitaria de la Lic. en Terapia Ocupacional (Escuela de Sanidad, FBCB). Da clases en el tercer año, pero también conoció el primero y segundo año. Y su testimonio echa luz sobre las dificultades académicas que hay en la universidad.
“Los chicos vienen con una preparación (del nivel medio) bastante mediocre. Eso es complicado respecto de lo que se encuentran a la hora de desembarcar en la universidad. Y ya más adelantados, noto que ‘calculan’ mucho las asistencias, las correlatividades, los parciales, buscan acotadamente la bibliografía, no se consultan otras fuentes. Van midiendo todo el tiempo y no sé si eso es bueno”.
Para la profesora, se ve un muy escaso porcentaje de alumnos que están realmente comprometidos con la carrera que estudian. “Y eso se refleja en los exámenes. Creo que no se aprende desde el secundario algo tan importante como saber estudiar”, concluyó Lovotti.
Una salida
Las prácticas de educación experiencial pueden ser una salida a esas falencias que se notan en las aulas. “Las experiencias de aprendizaje en territorio, con proyectos de extensión, y la adaptación de nuestra parte a las nuevas tecnologías que son el micromundo de los jóvenes de hoy, es una forma de estimularlos a que se comprometan más a su estudio”, explicó la docente consultada.