Un cargamento de cocaína y una historia cargada de complicidades

Germán de los Santos

[email protected]

El cargamento había salido el martes de Embarcación, en Tartagal, en Salta. Los 700 kg de cocaína iban camuflados en un doble fondo de un camión Ford Cargo. El lugar donde estaban escondidos los 800 panes de droga estaba recubierto de grasa para desorientar a los perros de Gendarmería que se atrevieran a olfatear ese sector del camión.

Pero los canes no fueron necesarios para detectar el estupefaciente. El camión estaba marcado y los gendarmes lo venían siguiendo y monitoreando desde que salió de esa zona cercana a la frontera con Bolivia. Y finalmente fue detenido cerca del peaje de la Ruta 8 en Venado Tuerto, pocos kilómetros antes de que ingresara en territorio bonaerense. La carga había recorrido más de 1.400 kilómetros y había pasado por cuatro provincias -Salta, Tucumán, Catamarca y Córdoba- antes de arribar a Santa Fe.

El chofer que fue detenido era un hombre oriundo de Orán, Salta, y la Justicia Federal de esa localidad venía siguiendo los pasos de una organización que se aprestaba a enviar cocaína hacia Buenos Aires.

Los panes de droga tenían una marca, un sello de calidad: el contorno de un águila. El dibujo de esa ave no es la primera vez que aparece en envoltorio con estupefacientes. Hace poco más de dos meses, Gendarmería los identificó en un cargamento de 1.800 kg de cocaína que estaban guardados en una tapera que servía de acopio en un campo en Los Pirpintos, en Santiago del Estero.

Los investigadores creen que esa marca es el sello del clan que lidera Delfín Castedo, actualmente preso en Salta tras ser detenido en julio de 2016 luego de permanecer 10 años prófugo. Castedo es considerado uno de “los dueños de la frontera”.

Posee más de 20.000 hectáreas en los parajes El Aybal y El Pajeal, cerca de Salvador Mazza, donde hace un tiempo decidió cerrar los caminos y correr a los productores ganaderos de esa región. Su hermana Roxana, casada con un narco boliviano, es dueña de 30.000 hectáreas del otro lado, del boliviano. Lo único que divide esos límites frondosos, es un asombrado de 1,20 metros.

Para montar ese imperio Castedo contó con una aceitada red de complicidades, un elemento vital en el narcotráfico. Su socio era el ex diputado del PJ Ernesto Aparicio y tenía el amparo legal del ex juez federal de Orán Raúl Reynoso, quien este lunes empezará a ser juzgado por recibir millones de dólares en sobornos de distintos grupos narcos. Si Reynoso no hubiese sido detenido el 1º de mayo de 2016 ese cargamento con 700 kg de cocaína es probable que haya llegado a destino y hubiese cobrado otra jugosa coima. La pregunta que aparece al azar es cuánta cocaína logró ingresar al país y distribuirse en distintas provincias bajo un claro amparo político y judicial.

El juez federal Gustavo Montoya, quien reemplazó a Reynoso, dijo que a esa organización “se la venía investigando con escuchas telefónicas y tareas de campo”. La narcobanda tenía miembros en distintas localidades del norte salteño, por lo que se realizaron al menos diez allanamientos en inmuebles de Profesor Salvador Mazza, Aguaray, Tartagal, Embarcación y Pichanal. También efectivos de Gendarmería allanaron domicilios en Salta capital y en la ciudad cordobesa de Río Cuarto.