Juan Carlos Haberkon
Javier Díaz
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El coordinador general, Alejandro Trionfini, asegura que Unión se encuentra en la mitad de un proceso planteado a seis u ocho años. Por su cabeza, pasa la idea de un club “formador” y con una infraestructura “envidiable”. De todos modos, la dirigencia analiza cambios. ¿Seguirán o se irán?
Juan Carlos Haberkon
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El alejamiento de Madelón, para nada deseado por nadie en Unión, dio un impulso a algunos cambios. Por ejemplo, se está pensando en una secretaría deportiva (el nombre apuntado es el de Luciano Zavagno) y se sumó a Eduardo Magnín, quien se hará cargo de la reserva y formará parte del equipo de trabajo de Juan Pablo Pumpido, junto con Ariel Donnet y Martín Mazzoni.
El tema inferiores también se ha tratado y esta semana pueden producirse novedades. Hasta lo que pudo averiguar El Litoral, algunos creen que llegó el momento de provocar un cambio en la conducción. Alejandro Trionfini y Diego Mosset encabezan ese trabajo desde hace varios años, tras la salida de Nicolás Frutos. Y algunos creen que no se debe prescindir de sus servicios y reacomodarlos en otras funciones. Pero es algo que se analizará en el transcurso de esta semana o de los días posteriores.
Apellidos como Pittón, Sandona, Andereggen, marcan una realidad en Unión: las divisiones inferiores están recobrando una importancia que había perdido en otras épocas. También es reflejo de esto, que, en las últimas temporadas, el club se viene acostumbrando a clasificar a las zonas “Campeonato” en los torneos de AFA, un dato no menor.
Si tomamos como referencia el partido anterior en Santa Fe, ante Sarmiento, Madelón puso en cancha a cinco productos surgidos del semillero tatengue en el último tiempo por una cuestión de trayectoria, queda excluido de la consideración Nereo, pese a que también se formó en las inferiores.
Los mencionados son sólo algunos de los que ya tuvieron roce de Primera en los últimos meses. Pero en la lista aparecen otros nombres y ésta se torna todavía más abultada si se toman en cuenta algunos que ya piden pista para hacer su debut.
Alejandro Trionfini, coordinador general del fútbol amateur rojiblanco, explica que éstos son los primeros frutos de un proceso planificado “a seis u ocho años”, que en estos momentos se encuentra “a mitad de camino”. La cuenta cierra, porque hace algo más de tres que el oriundo de Esperanza regresó al club para hacerse cargo del proyecto.
Trionfini no llegó a jugar de manera profesional, pero esto no le impide llevar su labor “de manera digna”, tal como con total humildad él elige calificarla. En su hoja de ruta, se acumulan suficientes años de trabajo ligado al fútbol amateur como para ser un conocedor del paño.
Su función está estrechamente vinculada con la división Reserva ese último escalón que separa al futbolista de su sueño original y también con la labor diaria del cuerpo técnico superior.
“Mi llegada prácticamente coincidió con la de Leo (Madelón), con quien tenemos una relación directa y muy buena. Esto se traduce en el conocimiento de jugadores, en el pedido de informes y también en invitarme a observar entrenamientos para que vea cómo trabajan y cómo plantean los partidos”, comenta.
Su trabajo persigue el objetivo claro de preparar a las nuevas generaciones para llegar a la Primera división. Pero esto va más allá de la promoción de un futbolista y tiene que ver con la sustentabilidad de un club.
“Aspiramos a que Unión sea un formador. Hubo una época en la era un club comprador y hoy está en un paso hacia otro rol. Estamos camino a eso y creo que vamos muy bien”, sostiene.
Para ello, detrás de su persona hay una estructura de trabajo que apunta hacia el mismo lado. “Tenemos un programa de trabajo y apostamos mucho a la planificación, así como a la capacidad de entrenadores que tenemos. Ellos tienen toda la libertad para que los objetivos que pedimos se logren con su trabajo”, afirma.
“Planificamos en tiempos cortos pensando en plazos largos. Es decir tratamos de ir cumpliendo metas mensuales, que nos lleven a otras anuales y éstas a una global de seis u ocho años”, subraya.
Una cadena
Desde su mirada, las divisiones inferiores son una cadena donde cada parte es igualmente relevante que la anterior. “Para nosotros, tiene la misma importancia el trabajo de las infantiles que el de quinta división; porque sabemos que el chico que hoy está en infantiles, en algún momento va a pasar a divisiones inferiores menores, después a mayores y ojalá algún día a Primera”, asevera.
En Unión, todo comienza con la escuelita Diego Barisone y desde allí se suceden cada uno de los eslabones. “La escuela ya es una marca. Es abierta, para que cualquier papá lleve a su hijo, y tiene un perfil absolutamente didáctico, no competitivo. Se trabaja muy bien, con gente muy capacitada, y es la que nutre a la primera categoría de divisiones infantiles”, dice Trionfini.
“A partir de ahí vamos armando los planteles, desde infantiles a inferiores. También captamos jugadores de la zona, de la provincia y de todo el país”, agrega. Para graficar la actualidad, estima que hoy en día el 70 por ciento de los jugadores de las canteras es de Santa Fe o su zona de influencia.
A lo largo de esa cadena, de lo que menos se habla es de resultados, pese a que en los últimos años se vienen consiguiendo; si no basta con ver las actuaciones rojiblancas en los torneos juveniles de AFA y ni hablar de la Liga Santafesina. Por supuesto que cuando llegan son bienvenidos, pero para Trionfini lo importante es que éstos sean una consecuencia.
“A todos nos gusta ganar, pero en inferiores importan otras cosas. Uno tiene que preparar al jugador para ganar, pero también para la derrota. Los resultados importan, pero deben ser la consecuencia de algo. Ésa es la diferencia con Primera, donde el resultado es el objetivo, se manejan otros parámetros”, argumenta.
Y sobre el mismo punto, agrega: “Hoy, el fútbol es un deporte de alto rendimiento y de alta exposición. Si el jugador no está bien educado del cuello para arriba, difícilmente pueda hacer algo con lo que sabe del cuello para abajo. Eso lo tenemos claro y no es un discurso de ocasión”.
Ir por más
Más allá de las consideraciones que se hicieron al principio de esta nota y, sobre todo, apuntando a la posibilidad de que se provoquen profundos cambios en la conducción del fútbol amateur, Trionfini no ahorra autocríticas y plantea los déficits que todavía hacen falta cubrir. Son los que guían el camino que debe seguir a su criterio el club en los próximos años.
A estas demandas, el coordinador las agrupa en dos pilares. Uno tiene que ver con la infraestructura y el otro con los recursos humanos. Para ambos, la respuesta está en una mayor inversión.
“Unión necesita invertir en infraestructura para poder crecer y ser un club fuerte más allá de los resultados de primera división que son los que te marcan el termómetro”, considera. A la hora de buscar modelos dentro del fútbol argentino, piensa en instituciones como Belgrano o Lanús, aunque reconoce que muchas veces este último no refleja en su plantel superior el trabajo que realiza abajo. “Lo importante es que el día de mañana el equipo pueda ganar o perder el fin de semana, pero sepamos que club creció igual”, señala.
“Sueño con que en dos años el club sea un monstruo en infraestructura. Tener un predio propio en el que estén todas las categorías trabajando, que tengamos los elementos de trabajo a primer nivel mundial y que el staff esté muy bien remunerado como se lo merece”, grafica e introduce el segundo pilar.
Al respecto, sostiene: “Hoy tenemos la suerte de tener gente trabajando que hace mucho más de lo que debería hacer por el pago que recibe. Los entrenadores, preparadores físicos, utileros, médicos, psicólogos, administrativos; todos dan de más y no reclaman nada. Esto debe ser valorado, y para el trabajador la valoración es la paga. Siento que vamos hacia eso”.
“Unión es un gigante del interior, pero nosotros aspiramos a que sea mucho más grande, estable y con una infraestructura que envidie la mayoría de los clubes de argentina”, concluye.