Tal como se anticipara de manera recurrente, se trataba de un duelo de excepción para la fase inicial de la Rugby World Cup Japón 2019. Y las expectativas previas se cumplieron con creces, ya que fue un desarrollo con la intensidad propia de sus calificados protagonistas.
Nueva Zelanda venció de manera inobjetable a Sudáfrica, por 23 a 13, iniciando de muy buen modo la defensa del título conquistado cuatro años atrás y refrendando, desde el inicio, su condición de principal candidato a pugnar por la conquista de su cuarto título ecuménico.
Más allá que el volumen de juego estuvo distante de lo que ambos son capaces de generar, hubo cuestiones puntuales que argumentan inequívocamente los elogios vertidos sobre el encuentro inmerso en el Grupo B.
Los Springboks tuvieron un inicio ideal, imponiendo condiciones en material de posesión territorial y de la pelota; a través de una impiadosa presión, que obviamente generó una intensidad descomunal a las acciones.
Fueron algo más de veinte minutos con esas características, que solamente alcanzaron para imponerse 3 a 0 en ese lapso. Como era dable esperar, los All Blacks fueron encontrando la sintonía adecuada y, fieles a su estilo, en una ráfaga de efectividad, apoyando sus dos primeros ensayos, a través de lucidas acciones.
El complemento arrancó de manera similar al descripto inicio de partido, lo que generó nuevas esperanzas en los Boks, que acotaron la diferencia a un escueto 17 a 13; en medio de una impresionante batalla por la obtención y o recuperación de la pelota.
Pero All Blacks volvieron a exponer sus ancestrales condiciones: ampliaron la diferencia, con la certeza de sus pateadores y mantuvieron la calma necesaria como para mantener el “partido bajo control”, asegurándose un éxito tan previsible como merecido.
En síntesis, no hubo sorpresas: ganó el mejor, con una “modesta” exhibición de sus incomparable cualidades. El perdedor, por su parte, dejó absolutamente en claro que la caída no condicionará para nada su acceso a los cuartos de final; pero además que nadie debería dudar que está en condiciones de pugnar por los puestos de privilegio de la competición organizada por World Rugby y que se extenderá hasta el 2 de noviembre venidero.
Nueva Zelanda 23 - Sudáfrica 13
Escenario: International Stadium de Yokohoma.
Referee: Jerome Garces (FFR).
Nueva Zelanda: Joe Moody (Angus Ta’avao), Dane Coles (Codie Taylor) y Nepo Laulala (Ofa Tuungafasi); Samuel Whitelock y Scott Barrett (Patrick Tuipulotu); Ardie Savea, Sam Cane (Shannon Frizell) y Kieran Read (capitán); Aaron Smith (TJ Perenara) y Richie Mo’unga (Ben Smith); George Bridge, Ryan Crotty (Sonny Bill Williams), Anton Lienert-Brown, Sevu Reece y Beauden Barrett.
Head Coach: Steven Hansen.
Sudáfrica: Steven Kitshoff (Tendai Mtawarira), Malcom Marx (Trevor Nyakane) y Frans Malherbe (Bongi Mbonambi); Eben Etzebeth (RG Snyman) y Franco Mostert; Siya Kolisi (capitán, luego Francois Louw)), Pieter-Steph du Toit y Duane Vermeulen; Faf de Klerk (Herschel Jantjies) y Handré Pollard; Makazole Mapimpi, Damian de Allende, Lukhanyo Am (Jesse Kriel), Chesliin Kolbe y Willie le Roux.
Head Coach: Rassie Erasmus.
Tantos neozelandeses: tries de Bridge y S. Barrett; dos goals y dos penales de Mo’unga; más un penal de B. Barrett.
Tantos sudafricanos: try de Du Toit; más un goal, un penal y un drop de Pollard.