A Juan Manuel Vaquer, abogado, productor agropecuario, durante más de 30 años alto ejecutivo de la empresa DuPont, se le hicieron algunas entrevistas en marzo de 2021 porque había hecho algo extraordinario: pagar el impuesto a la riqueza sin chistar. Eso sí, luego se tomó el trabajo de reclamar que "el gobierno" haga "lo que debe hacer". En un reciente panel, del Congreso Anticorrupción organizado por la Asociación Río Paraná, a Vaquer le tocó hablar sobre lo que denominó una cultura de la integridad.
Comenzó (como cuando reclamó a las autoridades que los recursos de las contribuciones extraordinarias se usen correctamente) por explicar con un ejemplo qué es tener una cultura de la integridad. "Es lo que hacemos cuando nadie nos ve", dijo y describió una noche fría en Berlín cuando se le ocurrió salir a caminar y encontró a un alemán en el mismo trance que, aún con calles desiertas y sin ningún control, se detuvo ante un semáforo en rojo absolutamente solo. A sus espaldas, "yo amagué a cruzar, pero al verlo me detuve", comentó.
Siguió con otro ejemplo. Cuando cayó en medio de un escándalo la empresa Enron, "que tenía un valor de mercado de 50 mil millones de dólares" ese dinero se esfumó "por un caso de corrupción". Nacieron entonces normas severas en los Estados Unidos, entre ellas, la Ley Sarbanes Oxley, que obligó a todas las compañías que cotizan en la bolsa de valores a someterse periódicamente a auditores externos a controlar los sistemas de control internos para evitar la corrupción.
"Como en DuPont no habíamos tenido nunca un caso importante de corrupción, en 220 años, creíamos que contábamos con los mejores filtros y normas de procedimiento adecuadas para evitarlos. No fue así. Eran un verdadero colador, teníamos pésimos controles internos y sin embargo no había casos de corrupción. Era la cultura de la integridad lo que nos diferenciaba", recordó respecto del caso que sacudió a la opinión pública norteamericana en 2001.
Su charla apuntó a cómo construir una cultura de la integridad en las empresas, o en cualquier organización humana. Desde una familia a un país, señaló.
"No todas"
"A Jack Welch, el más conocido empresario exitoso de la década del '90 y principios de este siglo se le preguntó una vez si lo que le ocurrió a Enron podía sucederle a cualquier empresa y su respuesta fue que no a empresas como DuPont. Fue un reconocimiento a los muy altos estándares éticos y de integridad de la compañía". En 2015, Vaquer fue presidente de esa industria química internacional para América Latina.
"Primero debemos entender qué es cultura. Puede haber miles de definiciones, pero les doy una personal. Es eso que hace que cuando nadie nos ve ni nos controla, hace que actuemos de un modo determinado", explicó y las mentes del auditorio volvieron al alemán, en una Berlín dormida, que detiene su caminata ante una señal para un tránsito en ese momento inexistente. También, a los 50 mil millones de dólares perdidos en acciones de Enron.
Vaquer lo graficó en un idioma conocido. "El hardware son las reglas, las normas, el sistema legal, los códigos de ética, los procedimientos internos; el software es la cultura". Por eso plantea una "cultura de la integridad" para fortalecer empresas y mejorar negocios. "Esta cultura de la integridad es necesaria y requiere esfuerzo, no se hace de un día para el otro. Y hay que construirla y además sostenerla". Enumeró algunos de "mil motivos".
1) "Hoy las decisiones se toman cada vez más descentralizadamente y cada vez más, de manera remota en lugares de trabajo aislados de la organización. Con gente que trabaja sin ser vista, ni controlada" .
2) "Aumenta la demanda social por la integridad. Y creo que la juventud es afortunadamente menos tolerante ante la falta de integridad".
3) "La integridad genera un círculo virtuoso para las empresas y para cualquier organización, que genera confianza entre los integrantes de una organización y esos valores mejoran las ganancias. Sin ella suben los costos, porque como hay desconfianza todo se traba, se toman recaudos innecesarios, se hacen duplicados y triplicados de tramitaciones y todo se encarece".
4) "Tener reputación de ser íntegro evita a las personas tener que pasar por momentos desagradables. Como me tocó lidiar con países de todo el mundo en representación de una empresa que no sufre la corrupción y tiene una alta reputación de integridad pasé por infinidad de discusiones, muchas veces muy duras, con funcionarios y representantes de otras empresas. Nunca sufrí un intento de coima y firmemente creo que nunca nos pidieron una coima a los que representamos a la empresa. Se sabía que era perder el tiempo en el caso de DuPont".
Los líderes, primero
"Lo primero a tener presente es que la cultura de la integridad se construye de arriba hacia abajo. La construyen los líderes. Son necesarios los ejemplos de los líderes para que haya una cultura de la integridad en cualquier organización. Y lo primero que deben hacer esos líderes es hablar de integridad, debe ser un tema de la agenda", comentó.
Relató que en la firma mencionada "cada tres meses compartíamos en reuniones con todo el personal los resultados de la empresa, en cada una comenzábamos por hablar si habíamos tenido o no un incidente vinculado a la integridad. Era siempre el primer asunto a tratar".
Y también debe estar presente "en cada una de las entrevistas de trabajo", para cualquier puesto. "Siempre, hacer preguntas sobre el tema, que sean complejas. Para que quien ingrese sepa que ese asunto es importante", que su honestidad será condición para ser parte. "Buscábamos detectar cómo reaccionaba el postulante, pero también dejarle en claro que nos interesa la cultura de la integridad", la honestidad.
"Lo dicho. Los líderes deben hablar de integridad y sobre todo actuar con integridad. Sus ejemplos educan. Y por el contrario, si lidero un país y pido en la pandemia que nos aislemos todos para cuidar nuestra salud pero luego aparezco en una fiesta… Los líderes deben incluso sobreactuar", comentó.
Las compañías más serias tienen estrictas normas sobre los regalos empresariales. No deben aceptarse en general obsequios de determinado valor, "si los empleados tienen prohibido aceptar los de más de cinco dólares, el líder de esa organización, para dar el ejemplo, no debe aceptar ningún regalo. Ninguno. Porque siempre se sabe lo que el líder hace o no hace. La organización siempre lo va a saber", observó.
"En resumen: hablar y actuar con integridad, pero también medir el cumplimiento de esas normas. No se mejora lo que no se mide. Se debe informar si hay o no incidentes, no ocultarlos y hacer saber que es importante que la organización sepa qué ocurre. Del mismo modo, incentivar la integridad. En todos los campos, la principal tarea de todos los líderes es establecer los incentivos adecuados, y deben existir premios y castigos para quienes tienen o no un desempeño íntegro", expuso.
Al comenzar la charla, luego de que el periodista José Bordón (durante años integrante de El Litoral) lo presentara como un abogado ligado al campo, el empresario bromeó: "Hoy me autopercibo productor agropecuario", pero "no vengo a hablarles en ese carácter".
Ante otra invitación del coordinador de la charla, Vaquer dijo: "nuestro país no es normal". Y explicó que en la Argentina "los empresarios no podemos dedicarnos solo a entender y a mejorar cómo funcionan las empresas, sin dudas también estamos obligados a mejorar el país. Propongo que empecemos por nuestro metro cuadrado, por mejorar nuestras organizaciones, nuestras familias y nuestras instituciones. Exijamos y elijamos líderes íntegros. Se me dice que soy ingenuo. Les respondo que lo somos si creemos que vamos a cambiar el país sin ser íntegros".
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