Una de las marcas distintivas de la UNL es haber asumido los principios reformistas desde el momento de su creación. Desde el primer estatuto de 1922 la extensión universitaria quedó planteada como un compromiso de los universitarios para con la comunidad. Así, desde aquellos días, y bajo distintos formatos, la extensión universitaria se asumió en un papel político y ético basado en los principios de democratización de la cultura y la enseñanza y en el desarrollo de la región. Principios que solo serían cuestionadas y ferozmente censurados en épocas de dictaduras y en momentos de intervención universitaria.
El Instituto Social fue el lugar desde donde, entre 1928 y 1958, la extensión se desarrolló a través de sus tres secciones: la Extensión Universitaria (cursos y conferencias a diversos públicos y sobre los más variados temas); el Museo Social (con un carácter técnico de investigación auspició estudios y divulgación sobre cuestiones económicas, habitacionales, sociales, legales y culturales) y la Universidad Popular (cursos para obreros y empleados). En 1928 se creó LT10 y 1930 la imprenta.
El Departamento de Extensión Universitaria (1958-1965) puso énfasis en el desarrollo de comunidad (trabajo en diferentes barrios, en medicina preventiva, viviendas económicas, promoción cultural, educación de adultos y formación de cooperativas y bibliotecas); en la vinculación con sindicatos (cursos de formación cultural y capacitación técnica), capacitación docente (cursos de educación artística) y en difusión cultural. Se habilitaron líneas vinculadas a la extensión urbana y regional sobre problemas sociales y productivos. Entre otros hitos, en 1956 se crea el Instituto de Cinematografía y en 1961 la editorial universitaria (imprenta y discográfica). A partir de 1965 y hasta 1983 va a tener diferentes denominaciones y funciones. Durante la dictadura, tuvo un papel muy acotado.
Desde 1983, la Universidad fue recuperando ese modelo universitario vinculado al desarrollo académico, científico y tecnológico, a la vez, fuertemente comprometido con su sociedad.
La extensión universitaria emergió con una fuerza inaudita, intentado contrarrestar el silencio y la censura a la que había sido sometida la universidad. Programas de alfabetización, actividades culturales, promoción de derechos, cursos de capacitación en oficios, trabajos comunitarios se desplegaron por el territorio. Estudiantes y docentes motorizaban desde una visión política, comprometida con la democracia, una diversidad de actividades como “complementarias” a su actividad académica habitual.
Hoy la extensión se sostiene bajo un modelo universitario que sustenta la responsabilidad indelegable por parte del Estado en cuanto a la educación pública y al financiamiento de la ciencia y la tecnología como condición básica para el desarrollo integral y autónomo como Nación.
La extensión es reconocida en el Estatuto, incorporada en sus Planes de Desarrollo Institucional y fortalecida por un conjunto de normativas e instrumentos de gestión que hacen posible llevar a la práctica los enfoques teóricos conceptuales y metodológicos planteados y definidos por la institución para esta función sustantiva. Desde esta visión y con el trabajo realizado, se resignifica el sentido de la pertinencia de la universidad y su función social, profundizando los objetivos planteados en el vínculo de la universidad con la sociedad, en el que no sólo se intenta contribuir al bienestar, la cohesión social y a la calidad de vida de la población sino que además se plantea esta relación en base a una profunda necesidad académica que enriquece las líneas de investigación, las propuestas curriculares de las carreras y la generación de nuevas líneas de extensión.
Sistema Integrado de Extensión
La UNL ha desarrollado, desde 1995 a 2019, una gran cantidad de Programas y Proyectos de Extensión. Algunos como Alimentos de Interés Social, Ambiente y Sociedad, Delito y Sociedad, Derechos Humanos, Economía Social y Solidaria, Educación y Sociedad, Equidad en Salud, Género, Sociedad y Universidad. Historia y Memoria.
En cifras. Los números indican que hay unos 862 proyectos de extensión ejecutados, 114 proyectos en ejecución, 1.250 convenios con organismos públicos y organizaciones sociales, la participación de 20.000 estudiantes, 5.000 voluntarios y 500 docentes.
Actualmente, en el período 2014 a 2019, se desarrollan 281 propuestas de prácticas de extensión de Educación Experiencial y existen 11 convocatorias abiertas.