“En su propio ‘Bardo’, estado que los tibetanos describen como el momento entre la muerte y el próximo nacimiento, un escritor escribe por su vida, y sus personajes viven como él, entre el vacío y el vértigo”. Tal es el punto de partida de la obra teatral “Bardo. Un lugar entre nosotros”, que se presentará el domingo 9 de junio, a partir de las 19, en el Teatro de la Abadía (Estanislao Zeballos 3074) con su fusión de elementos de humor, poesía, actuación, danza y circo. Maximiliano Chiprut, uno de los gestores de la idea original de la puesta y a la vez actor y dramaturgo, brindó detalles.
—“Bardo”, el nombre que eligieron para la propuesta es una palabra que remite a diversos significados ¿Por cuál de ellos optaron y por qué decidieron indagar sobre eso?
—En “Bardo, un lugar entre nosotros” se vislumbran los tres sentidos que tiene esta palabra, entramando diferentes capas de lectura o viaje para el espectador. Se trata de la historia de un escritor que luego de su muerte se encuentra en el Bardo, estado que los tibetanos entienden como el período de transición entre una vida y la siguiente, con los personajes que dejó bocetados, sin terminar, sin guión. Es aquí cuando se desarrolla otro de los significados de Bardo, el del caos, la confusión, el desenlace de posibles historias para estos personajes, entremezclando los roles y tensionando los vínculos. Pero el tercer significado de la palabra remite a quien en la antigüedad recitaba poemas y narraba leyendas de manera oral, tampoco se queda afuera, ya que nos encontramos con un escritor y sus ideas, muchas veces narradas en formas poéticas a través de imágenes y palabras.
—El personaje central, que atraviesa diferentes estados es un poeta ¿Por qué esa decisión?
—Más que decisión fue una aparición. La obra es una creación colectiva, cuando comenzamos este proceso, no había un guión determinado, éste fue producto de improvisaciones y decisiones creativas de los actores con la dirección de Gabriel Paez. Logramos encontrar en la figura del poeta el vínculo de los lenguajes que abarcamos en la escena. La poesía como generadora de imágenes y éstas traducidas al movimiento.
En busca de la inspiración
—¿Qué reflexiones desliza la obra respecto al proceso creativo del artista?
—Nos encontramos con un escritor sin ideas, un artista frente al vacío y vemos el vértigo, de cara a sus personajes que le exigen respuesta y a veces toman la delantera, haciéndose cargo ellos mismos de crear su guión. ¿De dónde vienen las ideas? ¿Cómo hacer algo original? Estas preguntas atormentan y hasta paralizan al escritor, quien trabaja sin descanso, por si aparece la inspiración. La crisis creativa, el hueco, cuando la atravesamos se ve nublado, borroso, tal vez la obra eche algo de luz sobre esta inminente etapa del proceso de creación artística.
—Fusionan elementos de teatro y de circo ¿Cómo se dio este cruce de disciplinas y por qué decidieron incluirlo?
—Las búsquedas artísticas de los cuatro creadores de Bardo conducían al mismo sendero, haciendo de esta fusión entre el teatro y el circo, el lenguaje de la obra. Nos interesa pasar de un show performático a una poética teatral y que los recursos y habilidades circenses se vinculen en profundidad con una dramaturgia. En esta dinámica los acróbatas son modificados por el texto y trascienden lo puramente físico.
La obra se estrenó a finales de 2016 en la Ciudad de Buenos Aires, tuvo tres temporadas en el Camarín de las Musas en 2017, en Espacio Callejón en 2018 y en el Teatro Mandril este año. Recorrió distintos festivales en Argentina, entre ellos el Eymic en Salta, Circo en Escena en Córdoba, el Bahía Teatro en Bahía Blanca. Para agosto y septiembre, el grupo tiene prevista una gira por Francia, Alemania y España, para formar parte de festivales en Niza, Beauvais, Brunswick y Lanzarote.