Natalia Pandolfo
Estudioso de la obra del santafesino, profesor de Letras y poeta fue, junto con la prestigiosa historiadora y crítica María Teresa Constantín, el encargado de la curaduría de “Conexión Saer”. La muestra, núcleo del Año Saer, se inauguró este miércoles en el museo Rosa Galisteo, con gran marco de público.
Natalia Pandolfo
“Hicimos una cosa un poco rara”, se entusiasma Martín Prieto. “Es la presentación de un gran escritor argentino, que además es santafesino, pero no en un formato habitual. Lo lógico hubiera sido un libro, o una serie de conferencias. Elegimos un museo de Bellas Artes, y desarrollamos un género híbrido en el que se cruzan las características de una presentación biográfica o de crítica literaria, con las particularidades de un museo. Fue como hacer un ensayo de crítica literaria, pero desplegado en el espacio”.
“Conexión Saer” es el nombre con que se bautizó la rareza. El acto inaugural tuvo lugar este miércoles en el museo Rosa Galisteo de Rodríguez, 4 de Enero 1510, y contó con un importante marco de público entre el que se encontraban amigos del escritor, familiares, funcionarios públicos, estudiosos de su obra, estudiantes.
Primeras ediciones de libros, cartas, manuscritos, opiniones sobre su obra realizadas especialmente para la exposición, un plan de lectura: son algunas de las múltiples líneas que dan forma al entramado de esta propuesta.
En el acceso, Juani con Ricardo Piglia, con Hugo Gola, con Antonio Di Benedetto; fotos de otros tiempos, de asados compartidos. Con Noé Jitrik, con Roberto Maurer, con Luis Príamo, con Jorge Ricci, con Rafael Fillipelli, con tantos otros.
En otra sala un mapa, llamado Conexión 1, con toda la obra del autor y cómo se van relacionando personajes, acciones, territorios, temas. “Es una particularidad que tiene su obra, y a la cual la exposición quiere ser fiel: cómo se conectan asuntos sin armar necesariamente una saga. Hay una serie de personajes que aparecen y desaparecen, y eso es lo lindo que tiene su literatura: quizá alguien que es personaje principal en un cuento, en otro aparece como de lejos, tomando un café, lo que le da familiaridad al conjunto”, explica Prieto.
Y después, las conexiones hacia afuera: hacia Santa Fe, hacia el grupo de Cinematografía de la Universidad Nacional del Litoral, el de la Facultad de Filosofía y Letras de Rosario, los amigos escritores, los cineastas, los intelectuales.
Todo esto desarrollado con una gran potencia visual: “Hay una pequeña antología de la obra de Juan Pablo Renzi, que fue amigo de Saer y autor de la tapa de ‘Glosa’. Por otra parte, ‘Palo y hueso’, libro de cuentos, tiene como ilustración de tapa una obra de Fernando Espino. Entonces aprovechamos e hicimos una exposición de ambos artistas”, agrega el curador.
En un rinconcito, entre sillones, un álbum familiar invita a recorrer Serodino, la imagen de su papá en el Almacén de Ramos Generales, fotos de sus hijos, retazos de su historia.
En 1991, Saer va a la Universidad de Princeton a dar una charla. El profesor le pide que le señale en un mapa de Santa Fe el lugar donde suceden sus novelas: la calle San Martín, donde ocurre la caminata de ‘Glosa’, los Tribunales donde se desarrolla ‘Cicatrices’, o la casa de Tomatis. Y él le dice que lo va a hacer, pero que primero dé vuelta el mapa, para que no se vea que dice Ciudad de Santa Fe. “En toda la obra de Saer, la ciudad es Santa Fe, pero nunca aparece como tal. Siempre es ‘la ciudad’. Él crea, sobre el mapa real, un mapa imaginario, de una ciudad que no tiene nombre. Nosotros exponemos ese mapa, el original, con las anotaciones de Saer, e hicimos además una mesa táctil, para que la gente pueda meterse en ese mapa y ver los escenarios de algunas de sus novelas y cuentos”, agrega Martín.
—¿Cómo fue el proceso de construcción de esta muestra?
—El año pasado, cuando presentamos el Año Saer, empezamos ya a trabajar en la investigación. Yo podría decirte que estoy pensando en esto hace treinta años... (risas). Pero esto se acomodó institucionalmente a partir del pedido del gobernador.
—¿Considerás que Santa Fe ha sido justa en el reconocimiento a este autor?
—Hay una imagen hermosa que puede ser una posible respuesta a esta pregunta. En 2002 se hizo la Bienal de Arte Joven de la UNL. El Taller de Cine hace un documental, “Bienal”, dirigido por Marilyn Contardi. Para ese documental, se filmó una entrevista pública que le hicieron Jorge Conti y Paulo Ricci a Saer en la Estación Belgrano. En la película se utiliza sólo un fragmento: el resto quedó inédito. Nosotros recuperamos eso, mostramos esa charla, que dura unos 40 minutos, y que tiene una particularidad: cuando él entra, el público se pone de pie y lo aplaude. Era sala llena. Yo pienso que ésa fue la primera vez que pasaba algo así, que ahí se produce una relación entre Saer y Santa Fe. Tres años después, él muere.
En 1997 se hizo (lo recuerdo porque estuve) una reunión de arte contemporáneo que organizó la Universidad, y era todo un poco reacio. No los círculos intelectuales, no los escritores, que siempre lo quisieron y lo acompañaron, pero uno diría que el círculo era restringido y no parecía ampliarse.
Esa vez le hice una entrevista para el diario Rosario/12. Él ya empezaba a ser una figura un poco más reconocida a nivel nacional, a publicar en las editoriales grandes. Le pregunté, a modo de una provocación, qué sentía con esto de “ser famoso”. Me daba gracia, “Saer famoso” era una contradicción. Y él me dijo: “A mí en Santa Fe no me conoce nadie”.
—Él tampoco era un autor interesado por figurar, por aparecer.
—Nunca fue un personaje público; al contrario, se resistió a eso. Tampoco le podemos pedir a una abstracción llamada “Santa Fe” que le hiciese un reconocimiento público a un autor que fue muy discreto, que daba pocas entrevistas, que no hablaba de los temas que les interesan a los diarios y a las revistas. No habla de política, no habla del tema del momento, no tiene declaraciones altisonantes. Habla de sus libros, de los libros de otros, de la historia de la Literatura, de las teorías literarias. El camino de empatía o de amistad entre Saer y el público lector fue un camino muy lento. Fue a pasos lentos, pero firmes. Él publica “Glosa” en 1986. Y en una entrevista dice: “Ni siquiera sabía para quién lo escribía. No me imaginaba un público”. Y eso está bien, porque no había ese público. Ese público eran lectores universitarios, escritores, un grupo muy reducido.
—Ésa puede ser también una de las claves que explica la universalidad de su literatura...
—Seguramente. Esa idea de no escribir para nadie es muy interesante. En un reportaje él dice que Pier Paolo Pasolini, el cineasta italiano, hablando de un escritor (creo que García Marquez), decía: “Escribe como si el público fuera su productor”. Es decir: escribe para satisfacer las demandas del que paga. Saer siempre estuvo muy al margen de eso. Me gusta esta idea de que finalmente el gobierno de la provincia, con una idea bastante extraña —ya que no la llevamos nosotros sino que vino a modo de pedido oficial-, decida llevar adelante este programa. Esta exposición es el núcleo del Año Saer. Creo que, después de aquella Bienal 2002, éste puede ser un paso nuevo en la relación de Saer con Santa Fe.
El Dato
80 años
Martín Prieto compiló el libro “Una forma más real que la del mundo”, obra que reúne algunas de las mejores entrevistas que le hicieron a Juan José Saer y la antología de cuentos de Juan José Saer “A medio borrar”. Es el curador de Año Saer, el programa del Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia que se lanzó el año pasado y que tiene su eje en el 28 de junio, cuando se cumplen 80 años del nacimiento del autor en Serodino. Saer murió en París, el 11 de junio de 2005.
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La hermana de Tomatis
Entre los presentes estuvo anoche Mabel Saer, hermana del escritor. “Es posible que muchos de ustedes la conozcan, la leyeron en “Lo imborrable”, en “Glosa”. Hay un montón de novelas y relatos en los cuales aparece Carlos Tomatis diciendo ‘está mi hermana acá...’. Bueno, acá está. La hermana de Tomatis: la trajimos especialmente desde el mundo de la literatura a la realidad”, la presentó Martín Prieto. “Los Saer abrieron sus casas, sus álbumes, sus recuerdos para poder hacer esta exposición”, destacó.
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Un cuento que habla de nosotros
El del miércoles fue un acto atravesado por las emociones. Aquí, algo de lo dicho:
Analía Solomonoff, directora del Museo: “Conexión Saer’ es la suma de deseos, de muchísimo trabajo, de tiempo compartido. Para nosotros, como museo, es nuevamente la oportunidad de enunciar las líneas de trabajo que esta institución está desarrollando. Esta muestra es la ocasión de generar un espacio de investigación, donde las disciplinas se disuelven y el arte y la literatura dialogan”.
María Teresa Constantín, curadora: “Fue un enorme desafío para mí, ajena a Santa Fe, una simple lectora de Saer, poner en el espacio la obra de un escritor. Esto que ustedes ven aquí es el resultado de esfuerzos múltiples: las áreas de Restauración, de Patrimonio, de Montaje, inclusive personas que vinieron de otros espacios a colaborar. Retomo una frase que dijo Martín Prieto en una entrevista: ‘Éste es un cuento que habla de nosotros’. Habla de Santa Fe, en sus múltiples cruces, desde las inundaciones hasta momentos culturales muy fuertes. Es un momento para que Santa Fe pueda redescubrir parte de su patrimonio. Santa Fe toda, no sólo Santa Fe capital. Ahora es el momento de la emoción; luego queda para Santa Fe, para que toda la provincia se apropie de esta muestra que nos interpela”.
Paulo Ricci, secretario de Desarrollos Culturales: “Año Saer’ lleva diez meses en movimiento. Busca repensar la obra de Saer desde distintos lugares y relacionarla no sólo con el territorio, con la geografía, con su propia generación, sino también con una innumerable cantidad de nuevas posibles conexiones. Se puede entrar a través de un álbum familiar, de periódicos con polémicas muy propias de la década del 60; a través del cine, de Renzi, de Espino. En esta muestra se condensan todas esas conexiones: con Tostado, con Serodino, con Rosario, con París, con Rennes. Hay una frase muy hermosa de Beatriz Sarlo, que dice que ‘una red de amigos sostiene la escritura de Saer’. Hoy muchos de nosotros nos sentimos parte de esa red, y queremos que esa trama siga creciendo”.
Chiqui González, ministra de Innovación y Cultura: “Los museos no son un depósito de objetos. El objeto cobra vida por la mirada del otro, que puede ser un especialista y saber de la grandeza de Espino, o alguien que en su vida vio un Espino. Esto es de todos y no es de nadie, es de cada uno y de los que vendrán y de los que tenemos en la memoria. Esta ciudad fue uno de los movimientos de cine y de las artes en general más poderoso de la provincia: cuando yo era chica venía acá, y era de Rosario. Este proyecto apuesta a hacer de Saer no sólo la gran literatura que es, sino el amigo de cada uno, la calle donde cada uno discute. Saer es un hombre común, es uno de los nuestros, un santafesino”.
El Dato
Para ir
El museo permanece abierto de miércoles a viernes de 9 a 13 y de 16 a 20; sábados, domingos y feriados de 16 a 20.