La incertidumbre del observador en todas sus versiones
Miguel Canevari emprende la aventura solista luego de una década con Julio y Agosto. En diálogo con El Litoral, el músico radicado en La Paternal desarrolló los capítulos que dieron vida a su primer registro discográfico, “Parcialmente nublado”.
“Bailar es algo que disfruto muchísimo”, avisa Mogue. Foto: Gentileza Josefina Chevalier
Es un lunes soleado antes de que arranque el Mundial más caluroso que recuerde. Miguel Canevari abre la ventana digital de su casa, al mejor estilo Window Swap. Pero, al revés, lo que se ve acá es el interior de una casa. Una casa localizada en La Paternal. “Acá estuvo lloviendo toda la noche”, responde al rompehielos del clima, y enfoca un poco la lente en el objetivo de la charla: “Parcialmente nublado”.
Hace poco más de un mes, fue publicado el álbum, la primera puntada solista de Mogue. Si bien no es tanto tiempo, al músico le alcanza para esbozar algunas conclusiones sobre el material. “Necesité alejarme un poco de la obra”, dice. Concede el silencio al interlocutor para que lo imagine en un museo, tomando distancia de un óleo, dejándose llenar de colores. Igualmente, entiende que “no sé si llegué a ese momento en el que eso que hiciste te trae una lectura diferente. Lo que sí tengo es una sensación de libertad”.
Realismo mágico
“¿Moguel Canevari?”, preguntó uno. “Sí, sí”, respondió otro, se levantó y abonó. El error de tipeo, trasladado a la boleta de una empresa de telefonía celular siguió sin peaje hasta el local de pagos. El otro, Migue, andaba necesitando un rótulo, el remanido nombre artístico. Una falla en el sistema, casi empatando con una marca de golosinas (la de las clásicas gomitas), le dio lo que buscaba. “Me parecía lo suficientemente cercano para poder habitarlo. No tenía que hacer mucho esfuerzo para adueñarme de Mogue”.
Ahí, en el humor, encuentra uno de sus refugios preferidos, una plataforma de despegue. Mogue disfruta del consumo irónico en cuentas de Twitter, y se detiene en una de Instagram para resumir su contacto con la ciudad cordial. “Hay una cuenta de realismo mágico de allá que me encanta: Humanos de Santa Fe. Es excelente”, dice y avisa de sus ganas por conocer la capital de la provincia.
Eso sucede
Hace unos días llegó de Madrid. Estuvo girando con “Las reinas”, obra de teatro dirigida por Lucia Maciel, Paula Grinszpan y Lucía Panno. Allí Mogue actúa y, claro, hace la música. Su obra reciente, “Parcialmente nublado”, y su antecedente inmediato Julio y Agosto, dan cuenta de ese derrotero abierto a distintas sensibilidades artísticas. “Me gusta pensar que es un todo: se manifiestan muchas expresiones diferentes y terminan dialogando entre sí. No sé de qué manera sucede, pero sé que eso sucede”.
Ejemplos sobran. “Reíte” es la ventanita al mundo gamer con su ritmo de 8 bit. Mientras que “Bailando tristes” visibiliza un puñado de fascinaciones del artista: la melancolía, bailar, ver a la gente bailar. El 23 de octubre, en la presentación del disco en La Tangente, Mogue fue feliz. “Bailé todo el show, la gente bailaba”, refresca chocho. “Además, en el vivo las versiones son diferentes. No usé baterías programadas ni secuenciadores, no disparé ningún arpegiador. Decidimos durante el ensayo que fuera tocado. Prevaleció el pulso sanguíneo, el toque”.
Se inculcó
Desde chicos, a los Canevari se les inculcó tanto el amor por la naturaleza como la sensibilidad artística en sus múltiples manifestaciones. En la familia de Mogue, hay tres artistas plásticos: Marcelo J., Marcelo y hermana Inés. Justamente, con los dos primeros -su padre y su hermano- y la museógrafa Nélida Lascano González trabajó en la realización de “Veo veo en Buenos Aires. La naturaleza cerca”, libro-objeto donde brota, además de la flora y fauna porteña, el oficio de divulgador naturalista de su padre.
La historia comenzó así. Inés preparaba un viaje a las Cataratas del Iguazú con su primer hijo. Pero el pequeño Ramón no quería. El abuelo Marcelo J. hizo una guía, el “Veo veo” primigenio, para que el niño pudiera identificar las especies animales y los árboles, y fuera marcando con una cruz lo que veía. La producción del biólogo Canevari mutó en guía, y se entregó a los visitantes al Parque Nacional Iguazú. “Veo veo en Buenos Aires” nace de ahí. “Muy poca gente está atenta a la flora y fauna que hay acá… y es bastante”, devela Mogue, encargado de revisar los textos, en una labor coordinada con su hermano, cómplice en Julio y Agosto, además de responsable de rediseñar el libro.
“Lo que más me gusta es haber probado muchas cosas y que, así y todo, no suene alejado a mí”, evalúa. Foto: Gentileza Prensa
Milito mi barrio
Al mejor estilo “Cabildo y Juramento” o “Best seller”, la incursión solista de Mogue fue acompañada por su propia road movie. Pero, a diferencia de Conociendo Rusia y Juan Ingaramo, no fue a pata o en auto sino a bordo de su bicicleta. Es una oda al vehículo, pensará Martín Buscaglia. También al barrio. “Nací en Palermo, viví en Caballito, entre otros lados. De todos los barrios, siento que el que más me abrazó es La Paternal. Estoy muy a gusto”, reconoce. Si fuera un viaje, “Parcialmente nublado” tendría pocos movimientos. “Transcurre en una casa, en una fiesta en la cabeza. Es un viaje más interno dentro de una comunidad pequeña”.
Dos veces por semana, sube al velocípedo y recorre 15 kilómetros para llegar al trabajo en La Boca. Migue observa. “Antes documentaba todo. Sacaba fotos con el teléfono. Tengo un fanzine de esas fotos”, dice. Se titula con el nombre que adquirió en los tablones la popular “Murguita del sur”: “De chiquito me enseñaron a quererte”. “Yo milito La Paternal”, agrega. No sé si él lo percibe -a mí me cae la ficha al desgrabar-, pero el lenguaje hace una de sus piruetas y cae en el mismo lugar, reforzando un sentimiento: el afecto entre la hinchada de Argentinos Juniors y Gabriel Milito.
El probador
Se iba yendo el 2019. Con Julio y Agosto habían decidido tomarse unos meses sin tocar para ver qué les pasaba. Tranqui, adjetiva Mogue. Llegó la pandemia y resignificó toda decisión, todo desencuentro, todo hueco o vacío. Se juntaron a componer y, entre regalos de todo tipo a sus fans, anunciaron un 11 de junio de 2021 el adiós con un guiño simpsoniano: Llamémosle, te ves al rato. Inauguraban una despedida a cuentagotas, con todas las puertas abiertas a “El futuro”.
En el ínterin, Migue daba forma a su nuevo alter ego, con la complicidad de Juan Stuart. Producto del trabajo en forma remota, entre 2020 y 2021 publicó “Aburrido”, “Sudestada”, “Tormenta de verano” y “Algo en tu pelo” (el segundo y el último single fueron a parar al álbum). Atravesado por el contexto sanitario, la “soledad” artística y una delicada situación familiar, el músico cambió su paradigma creativo: de la guitarra a la computadora. Programó baterías, tocó arriba, puso una secuencia de acordes de teclado, probó melodías.
En 2021, Mogue concedió una entrevista en donde contaba que en sus estadísticas de fin de año de Spotify saltaba como una de sus bandas más escuchadas Virus. Como la canción, entró al probador… “y probé tantas cosas que nunca había probado”. Jugó con la voz, acercándose al AutoTune. “Tengo una sensación de libertad de lo que vaya a ser de acá en adelante. Creo que lo que más me gusta de este disco es haber probado muchas cosas y que no suena alejado de mí. Ese fue mi principal desafío: que no se escuche impostado o forzado. Quiero que esté dentro de mi registro, de mi lenguaje, de mis recursos. Y me pasa eso: lo escucho y me escucho”.
Ring raje
Vero Gerez de Bestia y Anabella Cartolano de Las Ligas Menores son las voces que se suman al viaje interno de Mogue. Para él, “le dan mucho aire al álbum y lo refrescan”. La decisión de incorporarlas tuvo que ver con la necesidad de que “aparezcan otros timbres” en un álbum donde se sostiene una única voz, la del cantautor. “Vero es una cantante tremenda. Ana le sienta muy bien a la canción [‘Bailando tristes’] porque hay cierto desdén que tiene ella, casi desinterés, que me encanta. Esa canción necesitaba un tono medio desganado”.
Cuando te veo
“Parcialmente nublado” es un disco certero sobre la incertidumbre. Ese principio o relación de indeterminación que estableció el físico alemán Werner Heisenberg -en quien se basa Walter White para construir su alter ego- y que trajo al mundo de la canción de autor Ismael Serrano también subyace en la obra de Mogue. Pero no es solo la incertidumbre climática, que pueda llover o salir el sol, es sobre todo la incertidumbre “en todas sus versiones: la que vivió la humanidad, la habitacional, la familiar. No sé si por ser taurino, pero yo necesito tener una garantía; en este momento, estoy alquilando sin contrato”. En la óptica del autor, la publicación del disco, el hincapié en la temática, ayudó a que se amigue con la incertidumbre. “Ahora estoy conviviendo [con ella] de una manera muchísimo menos neurótica”, desarrolla.