"Escribir novelas es estar más cerca de la realidad"
A semanas de la publicación de “Tasmania”, El Litoral participó de un encuentro virtual con el escritor italiano junto a periodistas de todo el continente.
“Recuerdo que mis padres leían a Oriana Fallaci. Esto, quizá, ha pasado un poco bajo piel”, respondió Giordano a la consulta de El Litoral. Foto: Gentileza Iván Giménez
Paolo Giordano brindó una charla magistral con periodistas de distintos países latinoamericanos. El encuentro virtual con el escritor italiano se trazó en torno a su más reciente publicación, “Tasmania”. La presentadora Romina Silman Navarro abrió el juego con una intervención en la que caracterizó el libro como “una novela hermosa, conmovedora y feroz que narra pasajes de las crisis cotidianas como una suerte de espejo de la crisis del universo, quizá la extinción de la especie humana”. El Litoral fue uno de los medios argentinos que participó en la entrevista con el autor ganador del Premio Strega 2008 por su ópera prima, “La soledad de los números primos”.
Cómo contar
Consultado acerca del contexto de “Tasmania”, Giordano respondió: “El libro habla de una época específica justo antes de la pandemia. Me interesaba investigar cómo habíamos llegado a esa gran crisis y cómo éramos antes. Cuando tuve que elegir un punto de partida, lo que me parecía más natural era noviembre de 2015. En París hubo un par de eventos que cambiaron nuestra manera de estar en el presente: la Conferencia sobre el Clima (‘Acuerdo de París’) y el atentado terrorista del Teatro Bataclán”.
“Aunque estaba hablando de eventos muy cercanos temporalmente”, continuó desarrollando, “la impresión era que nuestras versiones de aquellos años estaban muy lejos. Fue como escribir una novela histórica. Entonces, utilicé todos los archivos que tenía a disposición. Nuestros teléfonos contienen una cantidad de fotos, conversaciones, información, notas, videos y redes sociales. Por primera vez, usé ese tipo de herramientas como borrador del pasado reciente”.
Ante la inquietud de un colega argentino sobre el desafío de la comunicación de la crisis (evitar que sea soporífera), el novelista precisó: “Durante muchos años me he preguntado por qué es tan difícil hacer apasionante este tema del clima. Algunas cosas han cambiado desde que apareció Greta Thunberg. Pero los problemas sobre cómo contar la crisis climática para que nos toque en lo profundo de las emociones siguen siendo ciertos. La crisis climática da origen a narraciones distópicas de ciencia ficción muy alejadas. Creo que hace falta sentir la verdad de esta crisis en el tiempo presente y en las relaciones humanas”.
En esta línea, Giordano contó que “Tasmania” ha sido “un intento de acercar esto, de llevarlo a la idea de que cambiará el tejido humano. La única herramienta que tenía a disposición eran las analogías. A partir de esto ha salido el tema de la bomba atómica que está en el libro. Imaginar un paisaje totalmente nuevo, de escombros, como el de Hiroshima y Nagasaki. Quizá esta analogía nos ayuda a entender de manera emocional algunas cosas que tienen que ver con el presente de nuestro planeta. Pero podemos sólo acercarnos de manera imperfecta. Porque cuando empezamos a hablar de la crisis climática de manera frontal y directa, inmediatamente pasa algo que nos aleja”.
Algo sagrado
Respecto a la importancia de la religión en problemáticas como la crisis climática, el terrorismo o la amenaza nuclear, el escritor oriundo de Turín se detuvo en la construcción de un personaje específico, el cura Karol. “Él atraviesa una crisis personal: su recorrido en el libro es uno de los más difíciles de definir. Creía tener una fe en Dios, muy abstracta, pero a través del enamoramiento y de la relación con una persona, descubre una fe más específica en Cristo, en una figura de carne y hueso, la parte humana de la religión”.
Sobre este punto, profundizó Giordano: “Es un recorrido que se lo he visto a algunas personas que he observado y me ha fascinado. Y siempre ha estado más cercano a mi idea no tan desarrollada de fe: entender lo que hay de sagrado en los seres humanos. Esto tiene mucho que ver con la escritura misma. Siempre hay una investigación al final de las historias que yo selecciono para tratar de buscar algún tipo de elemento sagrado, no en la trascendencia, sino en el ser humano. Creo que si supiéramos buscar más esta faceta sagrada en el hombre, muchos de los conflictos religiosos -fuertemente ideológicos- perderían fuerza”.
Hablar de un aspecto sagrado, amplió, “tiene mucho que ver con la ciencia. Hay muchos científicos en la novela que estudian temas muy específicos con una metodología rigurosa. Sin embargo, yo creo que la razón interior por la que se sienten atraídos por los estudios que hacen no es una motivación puramente racional, sino que se acerca mucho a la búsqueda de algo sagrado. Lo he visto en muchos científicos que he conocido en toda mi vida”.
Refugio
En otro tramo de la conversación, el autor de “La soledad de los números primos” se refirió a la posibilidad de considerar a su más reciente producción como una historia de amor. “Creo que en medio de todas estas crisis, las cosas que nos atormentan por la noche siempre son las mismas: el amor, los hijos, los padres, la salud de nuestros queridos, el sexo. Forman nuestra vida. Son temas universales en la literatura”.
La pregunta-disparador, prosiguió el narrador, fue por la relación entre la vida íntima y un alrededor, cada vez más potente. “En el pasado, podíamos olvidarnos del mundo lejano durante unas horas y sólo de vez en cuando volver a contactar con ello. Pero ahora siempre está presente. ¿Cuál es el efecto de este mundo en el amor? Tener la posibilidad de dedicarse plenamente al amor es un privilegio que hoy, quizá, vemos amenazado. En el libro, esto también se percibe -aunque la verdadera Tasmania del narrador es ese lugar seguro donde salvarse está muy vinculado con la relación con su mujer-. Al fin y al cabo, con el amor entendido también como relación de refugio”.
“Hace falta sentir la verdad de esta crisis climática en el presente y en las relaciones humanas”, reflexionó el autor. Foto: Gentileza Planeta
Bajo piel
Requerido por El Litoral, Paolo reconoció que la figura de Oriana Fallaci se hace presente, tal vez de un modo no deliberado, en la obra. “Tengo que decir que no lo había pensado. Fallaci ha sido una figura algo mítica que yo recuerdo desde que era pequeño; sus libros eran uno de los pocos que creaban un evento absoluto. Recuerdo que mis padres leían ‘Inshallah’. Esto, quizá, ha pasado un poco bajo piel. Como luego cuento en el libro, recuerdo en una de las aulas de Física donde había un colectivo de izquierda para el que Oriana era un símbolo que combatir. En las últimas semanas, me he preguntado cómo habría intervenido ella en este debate. Muchos se lo preguntaron en los años de los atentados. Es una figura a la que yo no he hecho referencia explícita, pero en el libro hay una periodista de guerra y puede tener entre sus modelos a Oriana Fallaci”.
Más adelante, el doctor en Física y periodista explicó: “Seguramente tiene que ver con muchas personas que conozco y que veo, y con una parte de mí. He estudiado y trabajado con las narraciones de guerra y en el último año me he ocupado mucho de Ucrania. He ido un par de veces y he intentado escribir sobre eso, observar. Pasa algo con el hecho de acercarse, de ir a los frentes en donde hay conflicto. En mi opinión, revela mucho de la naturaleza humana y del presente de una manera sumamente clara que es difícil encontrar en la vida más normal. Esta es una de las razones por las que siempre me han llamado mucho la atención y me he sentido llamado por estas situaciones”.
Seguir existiendo
Promediando la entrevista, resurgió el interrogante por el género, remozado. ¿Podría considerarse a esta novela una obra existencial? A Giordano, según reveló, le gusta mucho la palabra existencial. “Es una manera muy precisa y poética de poner las cosas. ‘Tasmania’, en ese sentido, es un libro existencial. No tiene otro objetivo que contar qué es existir en esta época de guerras, de terrorismo y de crisis climática”. Acto seguido, se preguntará con aire spinetteano, ¿qué quiere decir seguir existiendo en este contexto? Y responderá, trayendo a colación la tensión ciencia-literatura: “La ciencia intenta contar cómo suceden las cosas. No por qué ni con qué finalidad, sencillamente cómo suceden. Y ya con describir el cómo encontramos muchísima poesía y fascinación”.
Asimismo, “Tasmania” tiene un tratamiento muy delicado sobre el tándem optimismo-pesimismo. “Es curioso”, reconoce su autor, “cómo funciona la esperanza en este libro”. Es que, en palabras del propio Giordano, dentro de sus novelas es la que más se esfuerza por construir “algo de esperanza” (a pesar de la crisis). “Después de la Segunda Guerra Mundial, la humanidad estuvo a unos minutos de su colapso. Paradójicamente, en algunos países fue una de las épocas en la que tuvieron más hijos: se daba un lanzamiento hacia el futuro en términos de esperanza global. Supervivencia es la palabra en la que más he pensado durante la escritura del libro. ¿Quiénes son los supervivientes? Todos, de alguna manera, lo somos. Esto me ha llevado a pensar que durante unos años todavía existían algunos pocos supervivientes de las explosiones atómicas. Si hay alguien con quien empezar a reflexionar sobre la esperanza son precisamente los sobrevivientes que han visto concretamente esta posibilidad del fin del mundo. Es una posibilidad activa de la esperanza que está muy vinculada a la idea misma de escribir una novela”.
Lo real
Finalmente, Paolo Giordano problematizó el hecho mismo de la composición. En el plano formal, remarcó la importancia del factor lúdico: “Las novelas tienen que ser, primero que nada, experimentos de palabras. La modernidad nos pone a disposición muchísimas palabras nuevas que son ideas nuevas”.
Volviendo al perfil existencialista de la obra y sin perder el foco del tiempo presente, el narrador respondió contundentemente la pregunta por la crisis que más lo preocupa: “Hemos perdido la seguridad en lo que es real y lo que no lo es. Es una amenaza muy seria y va a empeorar con la tecnología y la Inteligencia Artificial”, explicó. Y concluyó: “Cada novela es una reflexión sobre la escritura. Lo realmente difícil no es tanto encontrar una historia llamativa, sino entender por qué debería tener sentido todavía escribir una novela. Escribir novelas, para mí, es una manera de estar cada vez más cerca de la realidad. Mi respuesta a este sentido cada vez más fuerte de no-realidad. Al fin y al cabo, la novela es una manera de llegar a lo real”.
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