Pantalla y Escenarios: PAN-02

Pantalla y Escenarios

Lo real y virtual en un
divertimento eficaz

Si usted es de aquellos que quisieran vivir en otra época o entretenerse con preguntas del tipo ¿qué hubiera hecho en esos tiempos?, a no dudar que ésta es su película. Basada en un reconocido best seller, "El mundo de Sofía" enumera las preguntas que se hace una niña quinceañera al recibir unos sobres con preguntas como ¿quién eres?, ¿de dónde vino el mundo". La curiosidad la invade de tal forma que comienza a imaginar las extrañas visitas de Alberto, un amigo virtual capaz de hablarle desde el televisor como transformado en perro fiel.

Lo que le propone es un viaje hacia la sabiduría, lo que simplemente es un paseo por la historia del hombre, desde la perspectiva de la pregunta eterna sobre quienes somos y adónde vamos. Sin influencias religiosas ni místicas, el misterio de la creación se muestra justamente así, desde la ignorancia, para llegar al conocimiento. Pero ese camino también se muestra empedrado por las dificultades que el mismo hombre pone en su camino, tales como la sed de poder, de riqueza y de envidias varias, todas causales de la filosofía en cuyas artes esta niña se inicia.

Sofía tiene la curiosidad que debería tener todo adolescente, la de descubrir el mundo. Y así transita por esta aventura que quizás tenga como defecto el mostrarnos un mundo demasiado idílico en el entorno inmediato de esta niña, como es un hogar consolidado y ausencias de problemas de cualquier tipo. Digamos que está el terreno bien abonado para que la aventura filosófica se desarrolle sin inconvenientes y con buenos estímulos. Pero esto es, justamente, el tema del filme.

Así, repasar dos mil años de historia desde los hechos y personajes salientes, deja de ser superficial para ser eje de un discurso que pretende solamente mostrar con qué ideas el hombre puede avanzar o retroceder, cómo puede envilecer cualquier descubrimiento o por el contrario dejar una huella imborrable en el pensamiento humano, así lo haya hecho hace miles de años. Así Shakespeare, en pleno renacimiento, se pregunta si deja o no en su "Hamlet", el famoso "Ser o no ser, ése es el dilema".

Hay otras genialidades como aquella de Miguel Angel acerca de definir su arte escultórico: "Me detengo cuando toco la piel". Ambas citas definen el filme acerca de su sentido (mantener la pregunta eterna) y de su forma, que también acaricia la piel de la historia para recorrerla manteniendo intacta la capacidad de asombro. Este filme de Erik Gustavson ("El telegrafista") es un divertimento que acerca el mundo de las ideas y del pensamiento, fundamentalmente a los jóvenes, pero es un encanto para todos.

Juan Carlos Arch