Sucesos: SUCE-02

Sucesos

Sin pistas en el crimen de las hermanas

Muy poco, o nada, es lo que avanzó la investigación por el doble crimen de las hermanas González. Aún no hay detenidos y tampoco se sabe con qué las mataron.


Drama, pesadilla. Cualquier palabra fracasa si se intenta describir las horas de la familia González. No sólo por la horrible muerte de sus dos hijas sino también por la carencia de noticias que permitan imaginar que se puede atrapar a los culpables.

Hasta el momento, los investigadores, pese a que "barrieron" la zona donde se produjo el doble homicidio, ni siquiera lograron determinar con qué objeto -piedra, palo o hierro- las mataron.

Tampoco hay personas detenidas en relación con este suceso, ni sospechosos, lo que conforma un panorama de verdadero desaliento, más allá del que produce lo ocurrido con las chicas.

Lo único cierto es que Patricia (13) y Valeria González (18) fueron halladas sin vida el sábado debajo de las vías del Tren de las Sierras, con sus cráneos destrozados a golpes, y que la mayor también fue violada. Los resultados de los peritajes que indicarán si fueron uno o más los violadores todavía no se conocen.

No obstante, como para no claudicar en las esperanzas de esclarecimiento, un jefe policial esta mañana se animó a declarar que "la investigación avanza a paso lento. Tenemos algunas puntas claras, pero por el momento habrá que esperar la evolución de las tareas".

Entre las conjeturas que se barajaron ayer perdió fuerza la primer hipótesis sobre el doble crimen: que el o los asesinos integraran el grupo con el que las chicas salieron a dar una vuelta junto al río Suquía, según lo publicado hoy por el diario Clarín.

"Eran muy amigos", aseguró un policía. Los familiares dicen que del barrio San Francisco, en Saldán, salió casi una docena de chicos y chicas. Y que todos se conocen desde que eran pequeños.

La familia

Por su parte, la madre de las chicas, Teresa Kolcher, y el abuelo, Francisco, hablaron en el living de la casa donde vivían las hermanas. Ella atiende una pequeña despensa instalada en la vivienda. "Nuestra familia pide que la policía ponga en la investigación todos sus recursos. Queremos que haya justicia, han destrozado nuestras vidas y no queremos que le pase a nadie más", reclamó Teresa.

Ayer por la tarde, vecinos, amigos y compañeros del colegio secundario entraban y salían del garaje del abuelo de las chicas, donde se hizo el velatorio. Muchos lloraban, otros se abrazaban y maldecían.

Sueños truncos

Valeria iba a egresar en pocos días del IPEM 17. Quería estudiar peluquería para ayudar a sus padres y después seguir estudiando "alguna carrera que le gustara", relató la madre.

Patricia terminaba con el séptimo grado y ya se había inscripto en el CBU. "Eran buenas estudiantes y excelentes chicas", contó su abuelo. Toda la vida parece venírsele encima: "A mí me despidieron después de 32 años de trabajo y ellas eran mi vida", se lamentó.

Según decían todos, las dos hermanas no eran chicas de salir mucho. "A Valeria, a los bailes, la llevábamos y la íbamos a buscar", contó su madre. El día en que fueron asesinadas se habían comprometido a regresar a su casa a las 20, porque sus padres iban a salir. "Ellas no se fueron a ninguna aventura como nos dijo la policía", se quejó Teresa. El padre lloraba desconsolado. "Nos destruyeron la familia...". Y al corto silencio le seguían más lágrimas.