Opinión: OPIN-03

Publicaciones: "El lector de Borges"


En la nueva colección El lector de..., que edita Océano, se presenta un volumen dedicado a Jorge Luis Borges, a cargo de Arturo Marcelo Pascual. Se trata de una ágil obra didáctica sobre el gran autor de "El Aleph", donde, en distintas secciones, se ofrece una biografía del autor; claves interpretativas para sus principales obras; un análisis de los temas esenciales en la literatura de Borges; fragmentos de sus obras más reconocidas y tablas cronológicas comparativas para situar al autor en su época.

Hay también fotos y una "opinión de un experto", en este caso una entrevista con Ana María Gargatagli, profesora universitaria de Barcelona, quien, entre otros conceptos, expresa, refiriéndose a la grandeza de Borges no sólo como autor sino también como lector: "T.S. Eliot decía que cada cierto tiempo es deseable la aparición de un crítico que emprenda una revisión de la literatura del pasado y establezca un nuevo orden de poetas y poemas. Borges fue uno de esos críticos porque, entre otras cosas, recordó que en la historia de las letras hay toda clase de materiales heterogéneos. Pero su valor no es intrínseco; depende exclusivamente de cómo sean leídos. Es decir, depende de lo que Borges llamó el acto civilizado de la lectura. Este escritor -tildado con confusa frecuencia de elitista- introdujo en la literatura culta un género claramente "popular" como la novela policial, comparó los westerns con el ciclo épico, transformó a los compadritos en personajes de ficción, convirtió las formas del relato oral argentino en un procedimiento narrativo y frecuentó obras de consulta general: enciclopedias, atlas, diccionarios, etc. También repitió hasta el cansancio que sus mejores maestros habían sido dos grandes conversadores: Rafael Cansinos-Assens y Macedonio Fernández. Asimismo, deslizó todo tipo de chistes en sus obras, incluso en las más serias, escribió con nombres falsos, se rió de las cursilerías, sobre todo de las de algunos entrevistadores que lo asediaban como a un gurú, etc. Es decir, degradó lo convencional y exaltó lo inverosímil, para permitirse mostrar que la literatura es menos un mausoleo que un generoso placer.

"Veamos un ejemplo que deja caer en una de sus conversaciones: `Las metáforas de Cristo son extraordinarias. Él dice, por ejemplo: `Dejad que los muertos entierren a los muertos', y ésa, bueno, estéticamente es una frase espléndida. Casi podría escribirse un cuento sobre eso, ¿eh?, con muertos que entierran a los muertos, un cuento fantástico'. La frase lleva dos mil años en nuestra cultura, seguramente millones de personas la han leído e interpretado en sus muchos sentidos. Borges se limitó a subrayarla y mostrar su valor estético. Pero hace algo más, la lee como si fuera una ficción, es decir, la convierte en materia de la literatura".