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Marginalidad y droga: malas compañías

Archivo. PRIMER ESLABÓN. Al principio los menores sólo acceden al pegamento pero esta sustancia suele ser el primer eslabón en la cadena de las adicciones.

Menores más vulnerables entre 9 y 14 años. El pegamento en un primer plano. Baja la edad de consumo. El problema se origina en los barrios y se hace visible en el centro.


La situación de los chicos que viven en la calle es tema recurrente y muchas veces aparece vinculado a algún hecho que los pone en primer plano. Por estos días cobró más fuerza tras conocerse que menores de muy corta edad habían participado de un robo a un comercio. Vinculado a esto se suma la preocupación por el uso de pegamentos como inhalante, tanto en el centro como en los barrios.

Ambos temas aparecen relacionados, y tienen como denominador común la marginalidad y la falta de todo tipo de contención. Así se desprende de consultas realizadas por este diario a fuentes muy diversas que van desde el ámbito judicial hasta el trabajo social y barrial. La conclusión es apenas un diagnóstico cuyo dato principal es el más obvio, pero no por eso el más tenido en cuenta: son chicos.

Quienes siguen el tema de cerca señalan que hay un grupo de entre 9 y 14 años, en estado semi-abandónico, que deambula por la ciudad sin ningún tipo de contención. Pero también apuntan que no son muchos, que pertenecen a no más de treinta familias -estas cifras nunca pueden ser precisas- y que además están perfectamente determinadas.

También aclaran que no son los mismos chicos que hacen malabares en las esquinas ni los que piden monedas en los semáforos. Estos mantienen alguna relación familiar o asisten a alguna ONG donde reciben atención o pueden desarrollar un proyecto. Se habla aquí de los que simplemente deambulan y son, en muchos casos, los que protagonizan pequeños robos o actos de vandalismo en comercios. Algunas veces nada más que para romper la vidriera y llevarse un par de zapatillas.

El pegamento aparece relacionado con este grupo y todas las fuentes consultadas asumen que es un problema serio y además visible. "Es cuestión de saber mirar", se apunta. Las escasas posibilidades económicas no les permiten al principio ir más allá, pero esta sustancia se convierte -en muchos casos- en un primer eslabón dentro de la cadena de las adicciones. La pregunta recurrente es quién se la provee.

Una visión legal


Son chicos, y esa condición no puede ser obviada en ningún caso. Muchos de ellos se encontraron con que a los 11 años son el sostén económico de su familia -ese solo dato ya es terrible- y un buen día decidieron que ya no querían volver a su casa, ni escuchar retos porque no habían juntado plata. "Entonces optaron por quedarse en el centro, cerca de sus atractivos, integrados a un grupo con el que se identifican, sin responsabilidades y alejados de las obligaciones de la casa y la escuela".

Desde un punto de vista jurídico se tiene que por ley no les corresponde un proceso penal ni se los puede llevar a un instituto cerrado; tampoco existe un lugar donde se los pueda alojar al menos por una noche. Muchas veces sucede que se los detiene, se les toma declaración, y se avisa a la familia, que ni siquiera los va a buscar a la comisaría.

Aquí se apunta a la falta de una política para estos menores, pero además hay quienes introducen un nuevo elemento, indudablemente polémico, en el debate: ¿habría que sancionar a los mayores, que son responsables por sus hijos pero se desentienden de ellos?

Con otra mirada


"El modo de encarar esto es admitir que no se va a sacar a los chicos de la calle", opina una especialista que prefirió no dar su nombre. En cambio, considera que es más atinado determinar cuáles son las familias que viven de la mendicidad y trabajar con otro enfoque.

Esto implica involucrarse de una forma diferente, con una visión más particular e individual de cada caso.

Apunta entonces a la importancia de saber mirar: "Pareciera que en el centro la gente circula en dos dimensiones"; en una de ellas están los chicos de la calle que, a su vez, resultan invisibles a los ojos de las demás personas.

Y son tan invisibles que "nadie parece darse por enterado de que están aspirando, a veces en lugares muy concurridos". La mirada pasa a un primer plano, "tanto para quien quiere ver lo que ocurre como por lo que significa para ellos que se los mire, que se los reconozca como personas"

Son niños, "afectivamente vulnerables, sin demasiado interés en su propia vida; con la droga, el más débil la pasa peor".

Algunos buscan una salida, pero sólo cuando sienten que su vida empieza a valer algo.

Una advertencia


Las tareas preventivas del consumo de drogas consisten en conocer y saber determinar o detectar los síntomas que presentan las personas que las consumen.

Algunos cambios que se pueden observar en las personas adictas pueden ser:

  • Cambio de hábitos.
  • Problemas de relación familiar.
  • Bajo rendimiento escolar.
  • Abandono del trabajo o actividad.
  • Cambio de compañeros o amistades.
  • Desmejoramiento físico.
  • Problemas de dinero o delictivos.
  • Despreocupación de actividades.
  • Actitudes sospechosas.
  • Olores distintos en ropa o pertenencias.
  • Aparición de elementos raros.
  • Aumento del apetito.
  • Sequedad de la boca.
  • Taquicardia.Si el consumo de drogas es detectado tempranamente las posibilidades de abandono del uso y la reducción de daños en el organismo serán alentadoras, explicó el comisario Roberto Nicollier, jefe de la División Prevención e Información de la Drogadicción, Dirección de Drogas Peligrosas.Al respecto, agregó que existen síntomas inmediatos y otros que aparecen con el correr del tiempo, pero siempre deben relacionarse y no ser tomados individualmente.Sugirió que conocer, saber y actuar a tiempo son las alternativas para evitar los problemas que provoca el consumo de drogas, al tiempo que planteó que es necesario incentivar la educación sobre esta problemática, fundamentalmente a través de las escuelas.
  • ¿Qué son?


    Las drogas son sustancias químicas naturales o sintéticas que, introducidas en el organismo, alteran el funcionamiento de todo el sistema que forma a un ser vivo. Rompen el equilibrio físico y psíquico de la persona que las consume y, en consecuencia, su relación con el ambiente que lo rodea.

    Algunas drogas generan dependencia psíquica y otras también física, es decir, que el individuo empieza a necesitarla porque ha sido alterado el normal funcionamiento de su sistema nervioso. Pero lo que es más grave es que casi todas producen tolerancia: el organismo comienza a necesitar una dosis mayor para producir el mismo estímulo. Esto puede causar graves problemas físicos, dependencia a las drogas, accidentes, intoxicación o la muerte.

    La adicción a estas sustancias es una enfermedad que tiene rehabilitación, pero las zonas afectadas por éstas del cerebro o de otros órganos del cuerpo humano no se recuperan.

    En el caso de los inhalantes o adhesivos plásticos en general -una de las sustancias alucinógenas que alteran el sistema nervioso central, aunque es considerada legalmente como lícita- se debe advertir que están compuestos por un 78% de neopren y el resto de tolueno (metilbenceno). Esa sustancia tiene la propiedad de atravesar toda membrana y llegar al cerebro, lo que provoca su destrucción física y química.

    De esto se desprende que el metilbenceno no sólo produce alteraciones de la personalidad sino que, además, destruye las neuronas. Por este motivo afecta la capacidad intelectual de quien lo inhala, su concentración y memoria, y comienza a tener problemas renales y cardiovasculares.

    El síntoma más común de este tipo de adicción es una tos seca y reiterativa sin motivo alguno, además de sufrir episodios convulsivos de tipo epiléptico.

    Fuente: Manual Escolar: Prevención de adicciones. Dirección Provincial de Prevención y Asistencia de las Adicciones y otros comportamientos de alto riesgo.