Las relaciones entre el gobierno y el principal partido de la oposición han atravesado, en las últimas horas, un punto de inflexión quizá sin retorno. Después del ánimo de colaboración proclamado y ejercido por los gobernadores y legisladores justicialistas, accediendo a resignar recursos o facultades en consideración a las necesidades del gobierno y a la crisis del país, el endurecimiento de posiciones de los últimos días preludia una etapa en la que primará la tensión e incluso la confrontación.

Por lo pronto, los gobernadores justicialistas se negaron a tolerar una nueva reducción de recursos y el pago en bonos de toda la deuda de la Nación por diferencias de coparticipación. Si bien a su arribo a Santa Fe el gobernador Carlos Reutemann dejó abierta alguna perspectiva de conciliación -e incluso asumió que algunos de sus pares pueden llegar a firmar el nuevo Pacto Fiscal-, ayer los mandatarios justicialistas impulsaron decididamente un cambio de las reglas de juego en materia del reparto de fondos.

Las otras batallas se libran en el Congreso. Por un lado, con el anticipo de los legisladores de que aprobarán la coparticipación del impuesto al cheque -que ya tiene media sanción en Diputados- y la derogación de la delegación de facultades al Poder Ejecutivo -lo que se conoce como los "superpoderes de Cavallo"-.

Por el otro, los senadores electos resolvieron reclamar la presidencia del cuerpo, lo que no sólo coloca a un hombre del justicialismo en la línea sucesoria, sino que le da la llave de una de las cámaras del Congreso. Y no se descarta que también vayan por la otra.

Los peronistas justificaron la decisión en la "convicción" de que el Ejecutivo pretende mantener paralizada la actividad legislativa hasta marzo. Y como la necesaria reacción frente al trato de la Nación hacia los gobernadores, que no vacilaron en definir como una "agresión".

(POLITICA).