Internacionales: INTE-03

Los jóvenes afganos intentan aprender a vivir

Sin la presencia de los Talibán, la vida se modifica. Antes, las únicas actividades permitidas eran rezar y ayunar. Ahora se terminaron las prohibiciones.


Kabul.- El día que los Talibán abandonaron Kabul, Murid Sayidi buscó su casete preferido y lo puso a todo volumen "para que me oyeran hasta mis vecinos que están a 500 metros de distancia".

Escuchar música, afeitarse la cara, hacer volar cometas, asistir a clases mixtas, pintarse las uñas, ir al cine, ver la televisión, fotografiarse o mostrar el rostro en el caso de las mujeres eran cosas prohibidas por el gobierno que dominó Kabul entre 1996 y el pasado lunes 12 de noviembre.

Dos días más tarde de la marcha de los Talibán, y en ocasión de su cumpleaños, Murid quiso hacerse un regalo y fue a cortarse una barba que lo había mortificado durante cinco años.

Murid tiene 23 años y adora la música de Britney Spears y Ricky Martin. Durante los años "de plomo" conseguía sus grabaciones preferidas clandestinamente en el mercado, en un puesto que oficialmente sólo vendía grabaciones del Corán pero tenía una red de compradores bajo manga.

"Con los Talibán, las únicas actividades permitidas eran rezar y ayunar. No había nada más que hacer", recuerda.

También los sastres y las modistas cosían en secreto ropa de estilo occidental, que, aunque no estaba prohibida, estaba mal vista por los Talibán.

La casa de Murid está en Makrurian, una barriada de bloques cuadrados de departamentos de baja calidad, construidos en la época de la invasión soviética (1979-1989).

Sin televisión


En el salón es visible un televisor donde Murid y sus amigos no pueden ver ningún canal (la televisión fue abolida por los Talibán), pero que lo utilizan para ver sus cintas de video también conseguidas clandestinamente hasta hace una semana.

Frente al departamento se ve una antena parabólica recién subida al tejado para poder conectarse con el mundo exterior. La antena permaneció meses escondida.

El departamento pertenece a un tío del joven exiliado en Rusia, uno de los miles de afganos que colaboraron con el régimen y que tuvieron que abandonar su país cuando los "muyahidín" derribaron en 1992 al gobierno de Mohamed Nayibulá, considerado satélite de los soviéticos.

A los tiempos soviéticos aún los recuerda Murid con nostalgia, porque "con un solo salario se alimentaba a una familia" y porque "podías pasear tranquilamente con tu novia".

La virtud y el vicio


Los jóvenes más abiertos y progresistas sentían pavor de la policía religiosa de los Talibán, dependiente del llamado Ministerio para el Fomento de la Virtud y la Prevención del Vicio, que se encargaba de medir las barbas de los hombres -más largas que un puño-, vigilar sus turbantes y azotar a las mujeres que salieran a la calle sin burka.

"Ahora vuelvo a sentirme de nuevo un ser humano", reflexiona Murid.

Un amigo suyo, Mohamed, comenta que fue detenido cuatro veces por la temida policía "por llevar la barba corta o el pelo largo".

Pero los Talibán no hicieron sino convertir en ley una tendencia que ya se estaba imponiendo en Afganistán, como era la vuelta a la tradición y a la separación total de sexos.

Los "muyahidín" antisoviéticos, que ahora han vuelto al poder en Kabul de la mano de la Alianza del Norte y su presidente Burhanudín Rabani, ya comenzaron a imponer limitaciones a la presencia de las mujeres.

Ahora que los Talibán se han ido, la sociedad afgana se encuentra con que ha dado un salto atrás de unos cincuenta años.

Barialai, de 20 años, también está muy contento por la partida de los Talibán y aprovechó la ocasión para raparse la barba. En cuanto a sus dos hermanas, siguen llevando la burka "porque eso está bien y es la tradición". Las hermanas, no saben/no contestan. (EFE).