Persona y Sociedad: PER-01

La plaza del buen provecho

Una comunidad evangélica da de comer en el centro a los que necesiten.

CADA VEZ SON MAS. Se están entregando alrededor de 240 raciones cada día.. 

Dan el almuerzo los lunes, miércoles y viernes en la plaza España. Se reúnen vendedores ambulantes, cuidadores de autos, mendigos y jefes de familia. Muchos se llevan raciones para la cena.


Formados, uno detrás de otro, esperan su turno. Hay chicos, grandes y viejos, todos con realidades muy tristes: desocupados, mendigos, cuidadores de autos, vendedores ambulantes, jefes y jefas de familia, todos con el mismo motivo, el de hacer callar un poco el estómago. Ya saben cómo es: primero pasan los que comen ahí, buscan su plato y cubierto, y una vez servidos se acomodan en algún rincón de la plaza -escalera o banco- para degustar el menú del día, que el miércoles fue polenta con salsa. Sonrientes, orgullosos, salen de la fila con sus platos calientes y comen, sí, sólo comen, no charlan y casi no levantan la mirada, están aprovechando al máximo ese momento que se va a repetir recién pasado mañana.

Después sí pasan los que llevan ollas, tupers, recipientes para llevar comida a la casa, la mayoría para contar con algo en la mesa por la noche.

El asunto es hacer algo


Es así como, desde hace casi tres meses, la comunidad del Centro Cristiano de Adoración -cuyo templo está a media cuadra, en San Luis 3046- empezó a dar de comer para paliar un poco la realidad de la gente que deambula por la zona, que busca trabajo, que está de paso. "Uno siempre tiene el deseo de hacer las cosas bien y por ahí no sabe cómo, y se nos ocurrió esta forma: hacer una olla común", cuenta el pastor Andrés Díaz.

Ya estaba lo fundamental: la idea y las ganas; lo otro lo fueron resolviendo: pidieron platos y cubiertos a los fieles; empezaron con recursos de la iglesia pero pronto contaron con el apoyo de empresas locales; y esos días la gente de la comunidad se va turnando para atender la cocina, servir y después lavar los platos.

Cada día hay alguien nuevo que, tímidamente, se arrima a ver cómo es y se queda y vuelve. "Estamos dando 240 raciones más o menos. Empezamos con dos días a la semana, pero cuando vimos tanta necesidad agregamos uno más, y por supuesto que nos gustaría hacerlo todos los días", agregó el pastor.

Ana Laura FertonaniFotos: Néstor Gallegos

Por un plato de comida


Un grupo llegó desde Alto Verde. Desde las 12 están desparramados entre un banco y el césped, espiando la esquina por la que va a arribar la gran olla. Ahí está Graciela (38) con varios recipientes para llevar la cena a sus 8 hijos. Ellos no comen siempre, sí lo hacen en la escuela y después, al mediodía, en el comedor, pero luego una sola, la más chica, tiene el privilegio de merendar en una copa de leche. Graciela, cuando lo cuenta se angustia mucho y no puede contener las lágrimas: "Es duro, porque a veces te piden el pan y no lo tenés, no sé mija, no sé... la paso mal, te digo que la paso mal, no sólo yo, muchos, tenés que pasarlo para saber".

Una vecina está con ella, María (con 6 hijos) se pone seria y arremete "allá no te dan nada, si cobrás el Pass (plan de 100 pesos que ambas tienen) no te dan más nada, ni alimento, ni ropa, nada. Y 100 pesos no te alcanza para nada". Sus maridos son pescadores, pero dicen que "no están sacando nada".

"Sabés, nos estábamos poniendo de acuerdo para salir a pedir", cuenta María.

-¿Nunca salieron a pedir?

-No nunca, nunca tuve la necesidad.

-¿Y los hijos?

-No, mis hijos no, de eso yo estoy orgullosa. Pero ahora agacho la cabeza y voy a salir a pedir, prefiero ir a pedir yo, que mis hijos vayan a robar y a matar.

-Y ahora que se aproximan las elecciones...

-Yo no sé a quién votar porque son todos unos mentirosos, te dicen una cosa y te salen con otra. Vos no sabés las veces que fui a pedir ayuda en la Legislatura, aunque sea que me den una ayuda de calzado, 50 pesos para tironear, y te cierran las puertas, pero bien que para los votos están en los barrios.

Graciela quiere responder también "yo voy a votar en blanco, porque no sé, votés a quien votés, todos son chorros, terribles chorros".

Û


Juan Carlos Quiroz (48) es cuidador de autos, está en la cuadra del Centro Comercial. Hace una semana está viviendo en la plaza porque debió irse del techo que ocupaba, pero se queja de la inseguridad. Tiene una mano lastimada porque debió defenderse de un robo: "Hay mucha vagancia, viste esos que andan en la calle y cuando te pueden manotear te van a manotear, y uno se tiene que defender". "Es la primera vez que me pasa esto, te lo juro por la salud de mi madre que está allá arriba".

Juancito, como le dicen, nació en Villa Ocampo pero hace 23 años que está en Santa Fe donde también fue ayudante de cocina y mozo. Tenía 9 años cuando empezó a trabajar "a cortar caña, empecé con mi viejo". El quedó viudo cuando era muy joven y por eso partió de sus pagos "para olvidarse un poco y darme pilas".

-¿Y le gusta cuidar autos o le gustaría hacer otra cosa?

-No, otra cosa, ayudante de cocina, algo de sereno, estar más tranquilo.

-¿Y busca un techo?

-Sí, ya me dijeron (los amigos que tiene por el centro) que me van a ayudar y estoy esperando.

-¿Y usted come lo que trae la gente de la iglesia?

-Hace tres semanas que estoy comiendo con ellos, me aprecian mucho.

-¿Viene mucha gente?

-Quédese un rato que lo va a ver.