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Cada vez más niños tienen que trabajar en Argentina

El Litoral. EL ROSTRO DE LA CRISIS. La creciente desocupación ha empujado a miles de chicos a tener que realizar trabajos en forma clandestina para ayudar a sus familias.
La cifra de los chicos trabajadores trepa a más de un millón y medio. Los más afectados tienen entre 5 y 14 años. Organizaciones que trabajan en la problemática instan a que haya un mayor protagonismo social en este aspecto.


Más de un millón y medio de niños se ven empujados a trabajar en Argentina debido al alarmante aumento del desempleo y la pobreza como consecuencia de una crisis económica y social que atraviesa el país desde 1998.

Sobre una población total de 6.766.114 de niños de entre 5 y 14 años, el 22,23 por ciento debe salir a trabajar, en muchos casos para ayudar a sus padres desempleados, según un informe de la Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil, que calcula que esas cifras seguirán creciendo al ritmo de la crisis.

"Es un signo muy claro de la crisis económica y social de los últimos años, que tiene en la niñez y la adolescencia su rostro más dramático cuando se ven impelidos a participar en actividades inadecuadas para su desarrollo", dijo Norberto Liwsky, presidente del Consejo Nacional de Niñez, Adolescencia yFamilia a la agencia española EFE.

"Los indicadores de desempleo y de trabajo infantil van absolutamente vinculados. El aumento del desempleo está constituyéndose en una de las principales formas de explicar el trabajo infantil", agregó.

Los especialistas advierten de que esta situación pone en riesgo aspectos relacionados con la salud y la educación, que serán factores condicionantes para el futuro de los niños.

Este asunto fue analizado recientemente en la jornada de "Trabajo infantil: impacto sobre la salud de la niña, el niño y el adolescente", realizada en el Ministerio de Trabajo de la Nación.

Clandestinidad


"El aumento constante del trabajo de los niños y adolescentes en nuestro país es de carácter exponencial, y puede verse reflejado en el análisis de estadísticas", destacó la titular de la cartera de Trabajo, Graciela Camaño.

Liwsky dijo que es muy difícil obtener cifras precisas sobre el trabajo infantil en el país debido a que la mayoría tiene empleos ilegales, como en talleres clandestinos de costura, donde tienen cargas horarias excesivas, o en procesos vinculados con los cultivos, en los que se trabaja con productos químicos tóxicos.

Según cifras oficiales, siete de cada diez niños en Argentina, unos siete millones de chicos, se encuentran en la pobreza, y de éstos cuatro millones están en la indigencia, o sea que no tienen para comer.

"En relación con los países desarrollados, nuestros indicadores son altos, no así lamentablemente para el escenario latinoamericano, donde la presencia del trabajo infantil tiene una enorme incidencia", explicó Liwsky.

Ante el deterioro de las estructuras familiares, el especialista destacó que el crecimiento de las organizaciones solidarias ayuda a paliar la situación de los menores en riesgo.

"La experiencia de la solidaridad se está multiplicando y acompaña de una manera muy singular el crecimiento de los niños porque, además de suplir sus necesidades básicas, reemplaza las carencias que puedan presentar en su vida familiar", opinó Liwsky.

"Se necesita una gran participación de la sociedad civil, donde el factor de la prevención al trabajo infantil significa que es imprescindible que un chico en edad escolar pueda tener los medios básicos que le garanticen educación, vestimenta y comida", agregó.

Más pobres


La crisis económica argentina empujó al 57,5 por ciento de sus poco más de sus 36 millones de habitantes a la pobreza y dejó al 17,8 por ciento de la población activa sin trabajo.

A pesar de que el gobierno impulsa diversos planes sociales para combatir el trabajo infantil, el desempleo y la pobreza, Liwsky reconoció que ante una crisis tan profunda los medios que tienen al alcance son insuficientes.

"Cuando la gravedad de la crisis alcanza los niveles que alcanzó en nuestro país, es muy difícil que el Estado pueda responder en el nivel más óptimo que la necesidad marca", concluyó el especialista.