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José María Arancedo asumió como arzobispo de Santa Fe

. CONCELEBRADA. Varios obispos participaron de la celebración de la misa, entre ellos el nuncio apostólico, Santos Abril y Castelló (a la izq. de Arancedo), y Mons. Moisés Blanchoud, hasta ayer administrador de la arquidiócesis.
Reemplazó a su cuestionado antecesor, Mons. Edgardo Storni. Dijo que la mayor pobreza del hombre es no tener trabajo. Llamó a las autoridades a pensar en quienes viven el drama de la marginalidad. Emotiva despedida de Mons. Blanchoud.


"Vengo a tomar posesión de esta Iglesia particular de Santa Fe de la Vera Cruz, como obispo y pastor". Con estas palabras, Mons. José María Arancedo inició la homilía de su primera celebración al frente de esta arquidiócesis.

Arancedo asumió ayer como arzobispo de Santa Fe, tras el forzado alejamiento de su antecesor, Mons. Edgardo Storni, ahora procesado por presunto abuso sexual en perjuicio de un ex seminarista.

Fue recibido con aplausos por una multitud que se congregó en las inmediaciones de la Catedral Metropolitana y en la plaza 25 de Mayo, en una cálida acogida que logró compensar una fría y ventosa jornada.

Una breve incursión a la sede del Arzobispado, donde fue recibido y saludado por autoridades y por sus pares, precedió a los rituales que culminaron con la Santa Misa, concelebrada al aire libre por el nuncio apostólico Mons. Santos Abril y Castelló; el -hasta ayer- administrador apostólico de Santa Fe, Moisés Blanchoud; el arzobispo de Rosario y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina Eduardo Mirás, y sus pares de Paraná, Estanislao Karlic; de Corrientes, Domingo Castagna, y de Resistencia, Carmelo Giaquinta.

A ambos lados del altar, erigido frente a la Catedral, se ubicaron los obispos que llegaron de todo el país (más de 30) y una extensa línea de sacerdotes de toda la arquidiócesis.

Las máximas autoridades civiles -entre ellos el gobernador Carlos Reutemann y el intendente Marcelo Alvarez- y militares de la provincia y la ciudad presenciaron la ceremonia, de la que también participaron delegaciones de Mar del Plata -donde Arancedo fue obispo por once años-, Pinamar, Lomas de Zamora y localidades del interior de la provincia.

El primer mensaje


Arancedo se presentó como "servidor de Jesucristo... y servidor de los hombres"; aludió al "peligro del secularismo, que con su prescindencia de Dios y vaciamiento de valores trascendentes, empobrece el horizonte cultural del hombre", y abogó por "una cultura basada en los valores de la verdad, la belleza y el bien".

Dijo que "el trabajo no es sólo el componente de una ecuación económica", y que "la mayor pobreza del hombre es no tener trabajo o no poder trabajar". "La falta de trabajo y de una cultura del trabajo es un signo de enfermedad social con graves consecuencias", insistió.

"Quiero ser para ustedes el obispo padre y amigo", dijo a los sacerdotes, y se dirigió a religiosas y religiosos, laicos y seminaristas, a las familias, la juventud, los educadores y catequistas, al mundo de la cultura y los medios de comunicación, a Cáritas, las pastorales, y hasta tuvo palabras de afecto para "nuestros hermanos separados".

También se refirió a la relación con la política, y dijo que la Iglesia "por razón de su ministerio y de su competencia, no se confunde en modo alguno con la comunidad política, ni está atada a sistema político alguno". Se refirió con "estima y respeto a las autoridades legítimamente constituidas en el marco de la Constitución y en el ejercicio de la democracia", y les pidió "que pongan todo su esfuerzo y capacidad al servicio del bien común, pensando principalmente en aquellos hermanos nuestros que viven el drama de la pobreza, la marginalidad o la desocupación".

Por último recordó su lema episcopal, "Que todos sean uno", y se encomendó a las oraciones de todos.

Bienvenida y despedida


Antes de terminar la celebración, que se extendió prácticamente por dos horas, Arancedo recibió palabras de bienvenida de representantes del clero, de la comunidad religiosa y los laicos. También un mensaje del nuncio apostólico, Santos Abril y Castelló.

Pero sin dudas uno de los momentos más emotivos tuvo a Mons. Moisés Blanchoud como protagonista. Blanchoud, como se dijo, ejerció la labor de administrador apostólico desde octubre del año pasado, y ayer se despidió de la feligresía santafesina con emotivas palabras que merecieron un enérgico aplauso de la gente a modo de reconocimiento.

"A mí la Divina Providencia me pidió la misión del Bautista, el precursor: preparar el camino al que tenía que venir. Como el Bautista, quiero hoy desaparecer para que Cristo viva en nuestro pueblo a través tuyo", dijo Blanchoud dirigiéndose a Mons. Arancedo. Finalmente agradeció a toda la comunidad arquidiocesana, sacerdotes y laicos, por el acompañamiento recibido y presentó sus "excusas" por "las cosas que no hice bien y por las que no supe o no pude hacer".

Por último, Arancedo se dio un tiempo para los saludos, tanto a sus familiares, que lo acompañaron desde las primeras hileras de bancos, como a las delegaciones de Mar del Plata, de Lomas de Zamora -su "Iglesia de origen"- y a los amigos de su pueblo. Y dirigiéndose a los santafesinos dijo: "A partir de ahora tendré que empezar a caminar con ustedes, a conocerlos y a bendecirlos".

"Un corazón abierto y esperanzado"


Minutos después de culminar la ceremonia en la que asumió como arzobispo de Santa Fe, Mons. José María Arancedo mantuvo un diálogo informal con la prensa y dijo estar muy agradecido por el cálido recibimiento que tuvo en esta ciudad, y en los pueblos que fue tocando desde Maciel hasta la capital.

"Empiezo un camino", dijo el obispo y pidió a los fieles que tengan "un corazón abierto, dispuesto y esperanzado. La verdad está siempre delante nuestro y no solamente atrás. Atrás está la historia que sostiene, pero adelante está la verdad que tenemos que construir".

Tuvo palabras de reconocimiento hacia Mons. Moisés Blanchoud, quien hasta ayer fue el administrador apostólico de la arquidiócesis: "Es un testimonio el que ha dado al decir sí cuando la Iglesia se lo pidió". Ahora "tenemos que crecer en la caridad para sanar heridas y mirar con esperanza al futuro".

Sobre los hechos ocurridos en Mar del Plata, donde se investiga la conducta de un docente por presunto abuso de alumnos en una escuela católica, admitió que "el dolor es haber dejado la ciudad con algo que no estaba solucionado. Estoy muy cerca del dolor de la gente y de los chicos", pero "la verdad es la que va a marcar al culpable que deberá recibir la pena justa".

Arancedo dijo que se va a tomar "el tiempo que crea conveniente y necesario" para designar a quienes serán sus colaboradores inmediatos y anunció que en los próximos días comenzarán las reuniones con el Clero, seminaristas y religiosos. "Tenemos que empezar a conocernos", concluyó.

Nancy BalzaMariela Goy