Deportes: DEPO-02 Tres listas o unidad: de lo histórico a lo imposible

Angel Malvicino, René Citroni y Rubén Decoud.. 
Si Decoud se lanza, será la primera vez que dirimirán tres listas en Unión. El intento de unidad parecería impracticable.


Los caminos son diferentes. Malvicino apunta a su figura, casi haciendo una personificación del proyecto de club para los próximos dos años. Citroni apuesta a la preelaboración de un trabajo, prescindiendo de su nombre y priorizando la fuerza de un grupo. Los dos transitan este camino preelectoral con acusaciones mutuas, reavivando aquellas viejas heridas que los separaron. Y en el medio de la soga cada vez más tirante está el equipo, que se debate en esa encarnizada lucha por mantener la categoría, lo cual no dejará de ser, a mi entender, un argumento de victoria o derrota para el oficialismo a la hora de que los socios lleguen para decidir el futuro de su club en las urnas.

Malvicino sabe que juega sus votos domingo tras domingo.

Lo cual, claro está, de ninguna forma implica que la oposición esté esperando la derrota deportiva, ni mucho menos el descenso, para sumar adhesiones. Porque ante todo son unionistas. Y porque para ellos mismos, en el caso de ser gobierno, será siempre mejor tomar un club en Primera que hacerlo en la "B". ¿Se imaginan los unionistas a la institución descendida y debiendo más de 12.000.000 de pesos? ¿Será factible generar el mismo ímpetu y entusiasmo que en el "95? Difícil.

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Citroni lleva una "ventaja" sobre el oficialismo. Utilizó dos años de trabajo en la elaboración de un proyecto y llega preparado. Malvicino, con una experiencia inigualable y empecinado en la lucha, tiene menudo trabajo en la "diaria", porque, a diferencia de lo que ocurre en el país, no puede salir a hacer proselitismo cuando está gobernando y sosteniendo entre alfileres y con denodado esfuerzo la permanencia de la institución en el círculo privilegiado.

La pregunta es: ¿cuál es la diferencia entre el proyecto de "Siglo XXI" y lo que está haciendo el oficialismo? Hay pautas de trabajo que pueden diferenciarlo, como por ejemplo que la oposición uniría todo el fútbol en una sola subcomisión, pero se establecen conceptos generales y fundamentales que casi todos los dirigentes pregonan -aunque pocas veces cumplen-, como que se formará un equipo con tres o cuatro refuerzos de jerarquía y trayectoria, anexados a una base de jugadores del club, priorizando así el trabajo de inferiores.

Este Unión de Malvicino, del cual muchos de los actuales integrantes de "Siglo XXI" formaron parte en los 8 años que lleva en su presidencia, no siempre cumplió con este precepto. El tan mentado "proyecto" del "95, con Trullet, se cumplió hasta el "97, pero luego se abandonó con la llegada de aquellos 17 jugadores que redondearon la pésima campaña de los 38 puntos. Y luego se reavivó a partir del "99, con Pumpido, pero volvió a quedar en la nada al tiempo.

Dentro de este análisis hay un aspecto, en la plataforma de "Siglo XXI", que me parece fundamental: el técnico que llegue al club tendrá que adecuarse a la política deportiva de la institución. Unión se sometió a continuos vaivenes, quizás producto de circunstancias deportivas que obligaron a sus dirigentes a buscar soluciones afuera, sin atender niveles de jerarquía de los refuerzos que llegaban y echando así por el suelo la presunta priorización de las inferiores.

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Hay una tercera línea, sin definición todavía, encabezada por un hombre que sabe de qué se trata: Rubén Decoud. Fue secretario, vicepresidente, ocupó interinamente la presidencia y manejó el fútbol. Estuvo con Corral y con Malvicino. Y a pesar de su juventud, tiene casi dos décadas de trabajo en el club.

Decoud propone algo que, en su interior, sabe que hoy es impracticable: la unidad de los tres sectores. Citroni y su gente se fueron por diferencias, y él mismo dejó esta comisión directiva, hace menos de un año, disconforme con la conducción del fútbol. A eso se le deben sumar aquellos que siguieron con Malvicino, y que también plantean distancias ideológicas y humanas que parecen insalvables.

Nadie discute el loable objetivo de conseguir la unidad y el enorme favor que le haría al club, porque ya los unionistas supieron y se dieron cuenta de que marchando juntos se pueden hacer "milagros". Pero también debe reconocerse su imposibilidad, porque todos pedirían renunciamientos, separaciones y condicionamientos. Y así, cualquier arreglo se torna impracticable. Y no creo, sinceramente lo digo, que Malvicino y Citroni estén dispuestos a ceder; uno por su estilo (Malvicino) y el otro por el respeto a la gente que viene acompañándolo desde hace dos años.

Enrique Cruz (h)