Pantallas & Escenarios: PAN-01

Gran Hotel

AFP. NO LLORES POR MI. Otra cita de Vicky Baum, cursi pero adecuada: "Una mujer que es amada siempre tiene éxito".
En materia de show, el comicio tuvo un momento alto con prólogo el viernes, cuando Susana Giménez cerró ofreciendo un número de patriotismo kitsch que reunió a un rebaño de personalities de distintos quehaceres.


Las figuras de la farándula eran mayoría en ese apretujado coro al cual cubría una inmensa bandera argentina, según el estilo gigantista que se ha divulgado en los estadios. Las cámaras enfocaban con insistencia el sector de peinadores, donde aparecían juntos Roberto Giordano y Miguel Romano, este último envuelto en una bandera argentina o una remera con los colores debajo del saco. Fue conmovedor el momento en que Romano pasó su brazo alrededor de los hombros de su colega, unidos por el oficio y sus problemas con la Justicia.

Todos había sido convocados para cantar "Mi bandera", la argentina, se entiende, que Susana anunció equivocadamente como "la marcha de la bandera". Ella, se sabe, ha vivido largo tiempo en Miami.

Personalidades en el Presidente


La otra gran puesta en escena tuvo por escenario al Hotel Presidente, el enclave de Carlos Menem, donde convivieron el brillo hollywoodense de la alfombra roja del Oscar y la intriga de "Gran Hotel", la novela de Vicky Baum, en el estilo visual de los grandes casinos de Las Vegas.

Las cámaras no se perdían a las personalidades que iban accediendo al lugar, como Moria Casán, con un vestido apretado y sin la credencial que, al fin, no le hizo falta para pasar y llegar al sitio mismo donde recibía el jefe: sus grandes pechos son la mejor tarjeta de identificación. Como ella, llegaba otra gente representativa, y citamos a la sobrina de Ringo Bonavena, la vedette Ethel Rojo y Liz Fassi Lavalle, con una cabellera hasta la cintura, lo que indica que no ha estado en presidio en los últimos tiempos, ya que a las detenidas les dejan el pelito corto como el de Celeste Cid. Había profesores de golf y peluqueros, y también la mamá de Adrián Suar, aunque del otro lado de la valla.

Naturalmente, sobresalía la imponente figura de Matilde Menéndez con un saco rojo, destacándose entre la muchedumbre que podía haberlo hecho "La Mission", aquel hermoso ejemplar hembra que ganó una vez el Pellegrini, y no pasó desapercibido Herminio Iglesias, que declaró que no iba a buscar nada, porque ahora es un maestro de la juventud, sin proporcionar el número de estudiantes de su instituto educativo. También dijo que "en este país pasa cualquier cosa", y de su boca salió la verdad: personajes como él siguen apareciendo en público. Luego arribó La Hiena Barrios, sumándose a los famosos entre los que nunca figuró un académico.

Problemas de alcoba


La parte de Vicky Baum se desarrollaba en la escenografía extraordinariamente planificada del hotel, con música de la banda de Tula y una bandera a lo ancho del frente y otra que llegaba al piso 20. En el décimo hacía reposo Cecilia Bolocco, con su preñez de tres días, bien cuidada como Mia Farrow en la película de Polansky. "Yo sólo transito el camino del amor", diría luego en su adecuado papel de heroína de novela demodeé, vestida con un blusón de esos que usan las embarazadas recién el último mes.

Afuera, tras la valla, se agolpaba el pueblo peronista, mientas en el primer subsuelo amontonaban a los denominados "militantes de segunda". En la planta baja, en la confitería y el lobby, pululaba la gran familia de los pulsera de oro, bebiendo gaseosas, aunque algunos ya libaban whisky y champagne. Todos pugnaban por subir a los pisos superiores, en especial al segundo, donde sólo se ingresaba con credenciales. Si alguien se conforma con metáforas fáciles sobre el funcionamiento del poder, el Hotel Presidente fue una. (1)

Los otros


En los otros comandos, el espectáculo era más bien pobre. Por ejemplo, lo hacían hablar a Scioli, cuyo vocabulario es apenas menos limitado que el de un mandril. Como si tuviera una cajita de la cual, trabajosamente, extrae siempre los mismos cartones con media docena de palabras escritas.

En San Luis, no bastaba con El Alberto, de negro, y enorme parecido con Robert De Niro, insistiendo con una dichosa mesa de Necochea donde su hermano ganaba con 180 votos, aunque después matizó con resultados de Alta Italia, una localidad de La Pampa, y Achira, Córdoba. Como todos dicen, San Luis es otro mundo.

En el comando de López Murphy, un movilero insistía en llamar "Di Natale" a Alberto Natale, tal vez confundiendo al anciano con Juan Di Natale: ambos tienen el pelo blanco.

Ayer, la palabra más escuchada fue "escenario", como viene ocurriendo en los últimos años. Se abusó de ella hasta el paroxismo, especialmente los periodistas, a quienes se atribuye la responsabilidad de enriquecer el habla. Se trata de esos lugares comunes que invaden el lenguaje y cuyo reemplazo parece un imposible, como el de los propios políticos.

A propósito de la olvidada Vicky Baum, una cita consoladora: "El mundo es bueno siempre que se lo mire en conjunto, sin reparar en excesivos detalles".

Roberto Maurer