Pantallas & Escenarios: PAN-03 Un relato excéntrico y disonante


El joven realizador estadounidense Paul Thomas Anderson es conocido en nuestro país por sus películas Boogie Nights (1997) y Magnolia (1999), a través de las cuales ha revelado una mirada inteligente y moderna sobre las situaciones más cotidianas, no por eso menos raras o francamente marginales, como lo son sus personajes, que siempre están bordeando los límites de lo normal.

Ahora ha regresado a las grandes pantallas con Punch-drunk love, Embriagado de amor, propuesta por la que ha recibido el premio al Mejor Director en el último Festival de Cannes y en la que parece patear decididamente el tablero y renunciar a la intención de encontrar un hilo racional a todo lo que ocurre, aunque también aquí cuida que el final no sea tan amargo y que brille una luz de esperanza, incluso en medio de la desazón existencial siempre presente.

En este caso, explota las dotes de comediante de Adam Sandler para construir el personaje protagónico, Barry Egan, un joven acosado por el incontenible (y abusivo) amor fraternal de sus siete hermanas, neurótico, irascible, desbordado, obsesivo, casi psicótico. Su vida es una sucesión de situaciones caóticas, a pesar de sus esfuerzos por "encajar" en el mundo: tiene un negocio que se dedica a vender artículos un tanto extravagantes, que maneja con un amigo y que no va mal, y como dato casi simbólico, ha decidido vestir un traje azul estandar, que no se saca en ningún momento.

Tal como si se tratara de una persona que irradia una energía ciega e inmanejable, a su alrededor suceden permanentemente cosas inexplicables: un auto que aparece de la nada choca y vuelca ante sus narices, de un camión alguien baja un pequeño armonio y lo deja a sus pies, en el depósito de su negocio las cosas siempre se caen, una llamada a una hotline deriva en chantaje, secuestro, robo y amenazas... y él, cada tanto, en un arranque de ira, rompe vidrios de un puñetazo o cualquier otra cosa.

Pero su vida va a cambiar cuando encuentre el amor en brazos de la dulce Lena (Emily Watson), sentimiento que le proporciona las fuerzas necesarias para reafirmarse en la vida y dirigir su agresividad de manera más positiva, enfrentando los problemas y poniendo límites a las personas que habían encontrado en él un terreno propicio para el abuso y la invasión.

Difundida como comedia romántica, Embriagado de amor hace caso omiso de todos los clichés del género y aun cuando se reivindique ese sentimiento como el gran sanador y el único capaz de reconciliarnos con la vida, Anderson salta el cerco de los convencionalismos y deja que la locura haga su juego. Lo curioso y elogiable es que el relato no se le va de las manos, aunque produzca un efecto disonante y envolvente como lo es la excelente banda sonora de Jon Brion.

Para destacar: la magnífica actuación de Philip Seymour Hoffman, en una breve pero contundente aparición, y la gracia latina de Luis Guzmán, en el papel del socio de Barry.

Embriagado de amor


"Punch-drunk love", Estados Unidos/2002. Guión y dirección: Paul Thomas Anderson. Intérpretes: Adam Sandler, Emily Watson, Philip Seymour Hoffman y Luis Guzmán. Fotografía: Robert Elswit. Edición: Leslie Jones. Música: Jon Brion. Diseño de producción: William Arnold. Presentada por Columbia Pictures. Duración: 95 minutos. Para mayores de 13 años.

Laura Osti