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La estación del Belgrano se colmó de evacuados

Guillermo Di Salvatore. EN CADA RINCÓN. Casi no queda lugar disponible en la estación del Belgrano. Cada rincón, cada escalera, cada oficina está cubierta de gente que llegó con lo puesto y sólo alcanzó a salvar alguna frazada.
Los trabajos para la atención de evacuados no estaban coordinados. Hoy se necesitaban colchones, pañales, víveres secos y hasta baños. Hasta el mediodía, apenas contaban con un anafe, de dos hornallas, para 700 personas. Piden que ya no se envíe gente al lugar.


"Por favor, digan que ya no traigan gente. No sabemos qué hacer. No hay lugar, no hay colchones, no tenemos comida, no hay pañales. Los baños no dan a basto. Ya son 700 personas y no sabemos cómo atenderlas", imploraba este mediodía una de las asistentes sociales que intentaba organizar a los evacuados que se encontraban en la estación del Ferrocarril Belgrano.

En ese preciso momento se escuchaba una frenada en la explanada de la estación. Era otro camión del Ejército que traía a decenas de personas desde distintos barrios de la ciudad. La estación estaba repleta, pero nadie se atrevía a decirle a esta gente que se vaya a otro lado, porque no había otro lado.

Por cada persona mayor refugiada en la estación, hoy había cuatro niños. Muchos descalzos, mojados de pie a cabeza. Ellos correteaban y jugaban en las viejas escaleras de esta estación convertida por la situación en un centro de evacuados.

Mucha gente llegaba buscando a familiares y amigos. Si los encontraban, se quedaban para permanecer con sus seres queridos. Otros pedían a los gritos que alguien vuelva al barrio porque allá había quedado un conocido: "No podemos entrar en ese barrio. Esa zona está perdida", le respondían. Las palabras retumbaban en medio de la impotencia y la incertidumbre.

El aire que se respiraba en la estación era tan pesado como la carga que debe soportar esta gente que lo perdió todo. Los evacuados llegaban desde Recreo, Barranquitas, Cabal, Villa Hipódromo y barrio Scarafía.

Por la mañana llegó al lugar algo de pan, donado por una panadería. Sin embargo, al mediodía se terminaba y todos esperaban con ansiedad algo de comida.

"En una hora, más o menos, tenemos previsto asistir a esta gente con algo de comida preelaborada", dijo el secretario de Acción Social, Pascual Reschia. El problema es que en la estación del Belgrano sólo se disponía hoy de un anafe, con dos hornallas, para atender a 700 evacuados.

Los baños tampoco daban a basto: "Es todo lo que tenemos", reconoció el funcionario.

Sonia Chialvo, una de las asistentes sociales de la Municipalidad que hoy trabajaba en el lugar, afirmó: "No tenemos pañales ni elementos de limpieza. Necesitamos víveres secos. Los médicos están, pero cualquier ayuda viene bien. No hay colchones porque recién esta mañana la provincia llamó a los proveedores. Por ahora, la gente se arregla con las colchas que pudo traer de sus casas".

Colaboración del Ejército


Esta madrugada, el gobernador Carlos Reutemann se comunicó con el comandante del II Cuerpo de Ejército, Gral. Olmos, para interiorizarlo de la situación imperante en la provincia a raíz del desborde del río Salado, que está recibiendo los excedentes pluviométricos del centro oeste provincial.

El Gral. Olmos prometió que el Ejército aportarían a la provincia 30 vehículos y otros de carácter anfibio pertenecientes al Batallón de Ingenieros de Santo Tomé.

Reutemann -quien ayer recorrió durante todo el día localidades de los departamentos San Cristóbal, San Justo, Castellanos, Las Colonias y La Capital- se reunió a primera hora con la secretaria de Promoción Comunitaria, Adriana Cavuto, y otros colaboradores de dicha área.

Cavuto explicó las medidas adoptadas para la compra de elementos por parte del gobierno para hacer frente a esta emergencia y otras medidas tomadas.