Opinión: OPIN-05 Patrimonio propio
Por Darío Del Arco


Néstor Kirchner llega a su primer mes de gobierno con una altísima ponderación social. Sólo el propio presidente puede ser custodio de ese patrimonio construido, básicamente, a lo largo de los 30 días de ejercicio del poder.

En las últimas jornadas, Kirchner se embarcó en nuevos desafíos. Sumó al Pami y a los evasores a la chorrera de adversarios que ya había encolumnado en el terreno militar, el de las privatizadas y la Corte. Parece ser que ése es y será el estilo Kirchner.

"Abriremos todos los frentes que se necesiten para cambiar la Argentina, para hacer una patria para todos", advirtió el mandatario en Rosario.

Más allá de su convicción, Kirchner sabe que no tiene margen para el error. Que no son pocos los que lo esperan agazapados para recortarle poder.

Hasta ahora, el ritmo presidencial ha logrado entusiasmar. No todos dicen lo mismo, a la hora de evaluar su prudencia para abordar los temas de alta complejidad.

En ese marco, algunos de sus colaboradores, así como ex funcionarios, estiman que Kirchner se metió en el barro del Pami sin conocer a fondo el terreno. A las pocas horas de haber amenazado con meter una topadora en la obra social de los jubilados, desde distintos sectores del gobierno se entablaron negociaciones tendientes a poner paños fríos sobre la guerra que despuntaba.

Rápidamente se tejieron y reforzaron lazos con la CGT para evitar un round con todos y se focalizó la pelea sobre la figura de Luis Barrionuevo, un dirigente al que el duhaldismo -hoy aliado de Kirchner- salvó cuando el patagónico y su mujer quisieron tumbarlo del Senado por el bochorno de las elecciones catamarqueñas.

Fiel a su estilo, Barrionuevo -lejos de amilanarse- se hartó de lanzar desafíos hacia la figura presidencial y hasta se dio el gusto de hacerlo delante del ministro Ginés González García, para quien parecía funcionar todo bien en el Pami hasta que desembarcó Kirchner en la Rosada.

El objetivo de "transparentar" el Pami -en el que han claudicado varios presidentes- excedió los límites de la lucha entre el Pami y el gobierno y llegó a mojar las costas de la CGT oficial.

Barrionuevo podría quedar "aislado" en esa estructura, desde donde el mercantil Armando Cavalieri le tiró con munición gruesa. Las relaciones gobierno-CGT serán fundamentales en el final, hasta ahora abierto, de la batalla en la obra social.

Pero lo del Pami no fue el único tema de la semana pasada. Las medidas antievasión también entusiasmaron a muchos. Kirchner no es el primer presidente que promete ponerle el "traje a rayas a los evasores". Menem y De la Rúa lo hicieron y naufragaron. No tuvieron voluntad política de ir hasta el hueso.

Si bien las medidas anunciadas cayeron bien en la gente, la ciudadanía sólo le creerá en este terreno al presidente cuando meta en la cárcel a algún pez gordo y no sólo al kiosquero de la esquina.

Más allá de los futuros resultados, la modificación de algunos tributos, en el marco de las reformas, se convirtieron en la primera cáscara de banana que pisa el patagónico.

El aumento del impuesto a los monotributistas pasó todos los controles presidenciales y sólo quedó el error político en evidencia cuando era demasiado tarde.

Ahora será el Parlamento el que resuelva las subas en el monotributo, que van entre el 36 y el 117 por ciento. En el paquete anunciado hay algunas medidas saludables. Pero, como se ha podido comprobar a lo largo de sucesivos gobiernos, las normas no son suficientes si no hay voluntad política.

En este terreno, como en otros, Kirchner tiene la llave.

En tanto, en el marco de sus salidas de la Argentina, el santacruceño hizo una escapada a Asunción para participar de una nueva ronda del Mercosur. Allí se ven más las palabras que los hechos. Las declaraciones parecen cada vez más afinadas y los discursos más plausibles, pero las trabas para una verdadera integración subsisten más allá de los gobiernos.

La decisión de Kirchner de jugar a fondo en el Mercosur es clara pero también sus reservas: "Voy a creer en el Mercosur cuando vea que se profundiza y avanza", dijo en Asunción, en una muestra más de que al argentino le gustaría ver un tanto más allanado el terreno.

Mientras, por Europa, a través de Nielsen, el gobierno intentó tranquilizar a los tenedores de los defaulteados bonos argentinos con relativo éxito. Sólo se pudo estirar hasta setiembre el tema y la paciencia de los tenedores europeos. En Buenos Aires, en tanto, los funcionarios de economía lustraron con sus suelas los pasillos del ministerio.

El lunes llegará a la Argentina Horst Kšehler. Del encuentro con el presidente y funcionarios argentinos saldrán las pautas para las nuevas negociaciones que derivarán en un acuerdo de largo plazo.

De cualquier manera, hay temas -y vencimientos- que deben cerrarse en los próximos días y que no podrán aguardar a la firma de las grandes coincidencias.

Kšehler llega a Buenos Aires con la aprobación de la segunda revisión del acuerdo vigente con la Argentina bajo el brazo, pero también con los pedidos y las advertencias de siempre de Anne Krueger, quien cabalga sobre el desgastado caballito del plan económico sustentable.

Ante Kšehler, Kirchner tal vez deba volver a hacer mención sobre la seguridad jurídica y los caminos que ha tomado el gobierno para garantizarla. Reiterará que la oxigenación de la Corte Suprema de Justicia transitará por los carriles constitucionales y sacará a relucir el flamante mecanismo para la designación de jueces recién anunciado y, a través del cual, el primer mandatario se "autolimita" en el mecanismo de designación de los magistrados.

Con Kšehler, Kirchner iniciará, nada más, ni nada menos, que la semana de su segundo mes, al tope del poder en la Argentina. (DyN)