Pantallas & Escenarios: PAN-01

El deseo pivoteando la lucha entre la vida y la muerte

OBEDIENTE. Como un perrito faldero, el personaje de la bella y excelente actriz Maggie Gyllenhaal urde su trama.. 
El tema del sadomasoquismo, el deseo frente a la provocación de la muerte, las carencias afectivas que determinan la presencia, y hasta la necesidad del dolor físico como una suerte de punción de vida, fueron generalmente observados desde la óptica del drama, la tragedia y hasta en claves bizarras.


Pero la apuesta de Steven Shainberg es la comedia y, dentro de ella, optar por un tono zumbón en donde todo es remitido a la sorpresa de ciertos descubrimientos que esta secretaria tan particular provoca.

Todo comienza cuando vemos a Lee ejerciendo su trabajo con una barra de hierro cruzada en los hombros; es casi una crucificada contenta de estarlo y haciendo malabares para retirar papeles de los escritorios y servir una taza de café. Pero volvamos atrás, nos propone el filme, y veamos cómo Lee llegó a esta situación. La vemos entonces saliendo de un hospital luego de una internación siquiátrica. Hija de un alcohólico y madre sobreprotectora, ante cada discusión familiar su respuesta es herirse el cuerpo de diversas maneras.

Cansada de este entorno se decide a buscar trabajo y así entra en relación con el ser que se contrapone a sus necesidades. Se transforma en la secretaria de Edward Grey, un abogado tan sádico como el masoquismo de Lee. Este ir como anillo al dedo no provoca nunca situaciones extremas, sino una encantadora levedad, en donde el máximo castigo pueden ser unos cuantos chirlitos en el culo o bien un estoicismo riguroso para aceptar las órdenes. Y así el filme nos cuenta una historia de amor en la que cabemos todos.

Y esto es así, porque la mayor virtud de Shainberg es rastrear en sus criaturas los elementos que hacen a cualquier ser humano, que tiene que luchar con esos componentes que todos llevamos y cuya explosión o no queda a merced de los accidentes de la vida de cada uno. Lo importante es ver cómo se convive con estas cosas y para ello nada mejor que buscar el caso extremo de Lee y Edward, asombrarse de sus propios asombros y encontrar en el deseo sexual la única causa para que todo se transforme.

Y esto es lo que más trabajo les causa. El momento en que lo descubren es, como en todo el filme, sin estridencias. Pero será difícil olvidar las caricias que recorren sus cuerpos desnudos, como todo el trámite anterior siempre visto con una ternura que incluye las fantasías de la infancia y los aterradores conflictos de la adolescencia, todos conviviendo en esa edad adulta en la que hay que dar una respuesta. Nuestros personajes la encontraron primero hiriendo sus cuerpos o los ajenos, lo hicieron conscientemente a través de su experiencia, a la que una vuelta de tuerca final remite al inicio. Pero ahora es diferente, porque el juego le ha ganado la partida a la muerte.

Juan Carlos Arch