Opinión: OPIN-06 Cartas a la Dirección

Delincuencia, II


Señores directores: En estos días he sido víctima del accionar de delincuentes que parecen gozar de total impunidad. Resulta amargante razonar sobre esta situación, pues los malhechores sin evidenciar temor, y menos aún pudor, ofrecen el producto de sus raterías en el mismo vecindario donde las cometen.

Mi casita en el barrio Alto Verde es sumamente modesta y no poseía ningún lujo. A pesar de ello, los amigos de lo ajeno en dos incursiones seguidas, ejerciendo singular violencia, me robaron absolutamente todo.

Tengo la casi certeza de que en la vecindad conocen a estos criminales. Es seguro que han sido vistos cargando los bultos de la rapiña, pero el temor que inspiran estos sujetos de mentalidad degenerada, salvajes y violentos, hace propicia la aplicación de la ley del silencio.

Ya hemos escuchado demasiados cacareos de funcionarios que tienen la obligación de combatir este flagelo pero, o son temerosos o son ineptos, de lo contrario debemos pensar en complicidades bastardas.

Que no quepa duda, los ciudadanos percibimos un tufillo a concubinato entre quienes tienen la obligación de velar por la seguridad y moderación de la comunidad y un malandrinaje cada vez más osado y prepotente.

Quiero destacar la corrección y cortesía con que fui atendido en la seccional policial de Alto Verde en ocasión de concurrir a efectuar las correspondientes denuncias por los señores oficiales Monzón y Salas. Lamentablemente, con esto no basta; en otras instancias de la Justicia se debería actuar en forma inmediata y contundente, aplicando la cura a esta enfermedad que afecta los fundamentos de la sociedad.

Los señores políticos, los señores jueces y las fuerzas de seguridad tienen la palabra. La democracia nada tiene que ver con la permisibilidad. José Conrado Toscano. DNI: 6.235.008. Ciudad.

Esperanzas


Señores directores: Quisiera compartir con los lectores este mensaje:

Me envuelve el poder de las palabras/ aprieto mis puños y enrosco mis sueños/ en la esperanza pongo la claridad del agua/ como estandarte un sustantivo sin dueño.// Soy el nombre, creación del Ser Divino/ fatal mixtura de lo malo y de lo bueno/ forjador autodidacta de sus tiempos/ y marioneta del destino que busquemos.// Mirando los colores de la enredadera/ y de la ola mansa que acaricia la roca/ en esta suave decadencia de palabras/ vibra enérgica la esperanza que nos toca.// Una frescura permisiva se filtra/ por el amplio ventanal de la vida/ y la brisa envuelta en sensación de vuelo/ buscando paz y la esperanza aún no perdida.// Me he preguntado mil veces por qué fue/ que nuestras fantasías han sido dañadas,/ tal vez sean los vientos rencorosos/ que dieron vuelta a la esperanza acariciada.// Pondré fin a este quejoso lamento/ porque mi alma de poeta cunde en llanto/ pero no dejará de vibrar en este puño/ la esperanza de un mañana que despierte al canto. Silvia Cecilia Filiberti. L.C.: 5.080.412. Ciudad.