Los Angeles (EE.UU.). - Al menos veinte muertos, entre ellos un bombero, cientos de miles de evacuados y millones de dólares de pérdidas es el resultado provisional de la ola de incendios que afecta al sur de California.

En las tareas de extinción de un desastre que parece no tener final trabajan 13.000 bomberos, a los que se han sumado 500 Infantes de Marina entrenados para estas labores, pero su esfuerzo no ha podido evitar que numerosas viviendas -la cifra asciende a 2.400- hayan ardido.

Sólo hicieron falta unas pocas horas para acabar con otros 250 hogares en el área de Arrowhead, comunidad entre las montañas de San Bernardino, al noreste de Los Angeles.

Esta zona es un área de turismo entre los californianos, que acostumbran a disfrutar junto al lago los fines de semana.

Pero lo que era una zona de disfrute y una gran fuente económica para California se ha visto convertida en un paisaje dantesco, dominado por las llamas y las cenizas.

Descripto como un desastre de "proporciones bíblicas" o "apocalíptico", los más de diez fuegos que siguen ardiendo en el sur de California han repetido este mismo paisaje en más de 256.770 hectáreas de terreno.

Los términos bíblicos también están presentes en boca de los cientos de miles de evacuados que intentan consolarse, a pesar de su nerviosismo, preocupación y desesperación ante la posibilidad de haber perdido su hogar, dando gracias a Dios por estar vivos.

Los evacuados están repartidos en centros de emergencia improvisados por todo el sur del Estado, desde hangares hasta gimnasios, donde conviven como si fueran pequeñas ciudades.

Organizados en su mayoría por la Cruz Roja, los centros cuentan con zona hospitalaria, guardería, capilla e incluso área para las mascotas, en un intento de hacer la estancia más soportable para residentes que en algunos casos llevan así desde el fin de semana.

Los asientos de los coches también se han convertido en hoteles improvisados para familias enteras que ya están presentando sus solicitudes de ayuda tanto al Estado como a sus aseguradoras.

Junto con las reclamaciones también están llegando las primeras protestas de aquellos que piensan que detrás de la devastación de los incendios hay un Estado que ha actuado con demasiada lentitud.

Mientras el gobernador electo, Arnold Schwarzenegger, ha solicitado ayuda urgente al gobierno federal, que ya declaró la zona área de desastre, el gobernador Gray Davis se defendió de las acusaciones asegurando que no son momentos para la política.

"El Estado funcionó tan rápido como pudo", aseguró Davis, que recorrió hoy diferentes centros de evacuados.

Davis se mostró especialmente conmovido cuando en uno de estos centros una niña le mostró lo que quedaba del que sólo días antes había sido su dormitorio, ahora consumido hasta los cimientos.

Es una tragedia que se está dejando notar lejos de los frentes de incendio, con una nube de humo y ceniza que desde hace días cubre no sólo Los Angeles o San Diego sino también localidades tan lejanas como Las Vegas, a unos 400 kilómetros de las llamas.

Hasta el momento, la lucha contra el fuego le ha costado al Estado más de nueve millones de dólares y se espera que los daños de este desastre asciendan a 2.000 millones de dólares.

Sin un final a la vista, a pesar de la mejora de las condiciones climatológicas en una noche que ha refrescado notablemente las temperaturas, la búsqueda continúa para encontrar a los sospechosos de haber provocado algunos de los incendios.

Aunque la policía en el área de San Bernardino detuvo hoy a una persona, se trata de un individuo que se estaba haciendo pasar por bombero y que está siendo interrogado, pero las autoridades han descartado que sea uno de los sospechosos. (EFE)