Atenas ilumina al mundo
Con una magnífica ceremonia, los Juegos Olímpicos volvieron a su cuna histórica. El fuego de Olimpia, donde nacieron los Juegos hace casi tres mil años, brilla de nuevo en Grecia.La imponente fiesta combinó pasado antiguo y presente, en forma brillante.

La ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos Atenas 2004 tuvo todo el colorido y la coordinación imaginables, pero además convocó al asombro con efectos sonoros y tecnológicos que por momentos parecieron desafiar las mismas leyes de la física, para admiración de los 70.000 espectadores que colmaron el estadio olímpico Spyridon Louis y de millones que lo siguieron por televisión.

La Grecia clásica y moderna se fundieron en un espectáculo de agua, luz y sonido en la primera parte de la ceremonia inaugural. Una alegoría de la evolución humana desde el nacimiento en el agua hasta el desarrollo de la mente y progreso actual quedaron plasmados en una esmerada puesta en escena, dentro del no menos impresionante estadio olímpico.

Historia y mitología

La ceremonia derrochó originalidad desde el comienzo, cuando del mar en que se había convertido el terreno surgieron cinco aros olímpicos de fuego. A la hora pautada, y al compás de una danza rítmica griega, un niño surcó las aguas del lago, que emulaban al mar Mediterráneo, en un barco semejante a los de papel y, ya en la arena, le entregó una bandera griega al presidente del COI, Jacques Rouge, y saludó al presidente de Grecia, Kostic Stefanopoulos, y al titular del Comité Organizador, Gianna Angelopulos Daskolaki.

Un centauro, mitad hombre, mitad caballo, lanzó seguidamente una jabalina que hizo aparecer en el centro una cometa con forma de cara humana, sobre la que quedaban impresionadas figuras geométricas y matemáticas, destacando así el intelecto.

El amor fue protagonista principal en la ceremonia, personificado en el dios Eros, que insufló pasión a una pareja de enamorados sobre el agua. También hicieron su aparición en medio del asombro y la admiración de los privilegiados espectadores y de los atletas, centauros, gigantescas estatuas de los dioses de la mitología helénica, y símbolos universales como el caballo de Troya y el mar (Grecia está rodeada por el Egeo, el Jónico y el Mediterráneo), leyendas que dominaron la fiesta.

Recorrer el camino

La síntesis de la fiesta fue evocar la génesis de los Juegos, nacidos hace 2.766 años en Grecia, y el latido de un corazón humano al ritmo de una carrera pedestre, origen del deporte, fue el primer símbolo en escena.

Lo mejor del arte griego quedó plasmado en un original desfile que abarcó desde las civilizaciones micénicas, pasando por el mito del minotauro, la diosa que da nombre a la ciudad, Atenea, la tragedia y comedia del teatro, las cariátides y hasta el olivo, símbolo mediterráneo por excelencia, con el que se hacían las coronas que ceñían a los campeones en Olimpia.

El viaje por la evolución cultural y deportiva terminó en 1896, año de los Primeros Juegos Olímpicos de la era moderna y en el que participaron 14 países, donde se rememoraron con distintas figuras a los lanzadores de bala y disco, a los velocistas y también al ganador de la primera maratón, Spyridon Louis.

Otro elemento llamativo que participó de la fiesta fue una cámara hidráulica de 25 metros de diámetro, enterrada a 23 metros del suelo, de la que salieron distintos objetos en varios momentos del acto.

Además, y en un guiño al futuro, la ceremonia artística, en la que intervinieron cuatro mil personas, terminó con una mujer embarazada que se internaba en el agua como símbolo de la nueva vida, envuelta en el sonido de la ópera Aída interpretada por María Callas.

El acto prosiguió con un recuerdo a las ciudades que organizaron los anteriores Juegos de la Era Moderna, empezando por la propia Atenas en 1896, hasta terminar en la actual olimpíada con sede también en la capital helena.

Las delegaciones

Luego comenzó el desfile de los deportistas, de acuerdo con el alfabeto griego, por lo que en el 17º lugar surgió Argentina, encabezada por un orgulloso Carlos Espínola que portaba la bandera albiceleste.

Buena parte de los 10.000 atletas de los cinco continentes, que competirán durante 17 días, desfilaron por la pista olímpica, precedidos por las banderas de los países participantes, y se instalaron en el centro del estadio formando una esfera multicolor.

Esto dio paso a los discursos de Gianna Angelopoulos, presidenta del Comité Organizador, y Jacques Rouge, presidente del COI, en un estrado bajo el omnipresente olivo.

"Esta noche hacemos historia. Juntos escribimos una página de la historia de los Juegos, una página magnífica", dijo en su discurso Angelopoulos. "Grecia se presenta, por segunda vez en 108 años, como país anfitrión de la más grande celebración de la humanidad. Con orgullo y consciente de su responsabilidad, los Juegos vuelven a casa", añadió.

Por su parte, el presidente del COI hizo un llamado a los atletas para que rechacen el dopaje y respeten el juego limpio, para "creer que gracias al deporte se puede alcanzar la paz, tolerancia y la hermandad entre los pueblos, superando las barreras políticas y religiosas".

La llama definitiva

Otro gran aplauso inundó el estadio cuando apareció la bandera olímpica portada por siete medallistas griegos y el futbolista Angelos Bassinas, integrante de la selección helena que acaba de proclamarse campeona de Europa. En tanto, Costas Stefanopoulos, presidente de Grecia, declaró inaugurados los Juegos de la 28a. Olimpíada en otro emocionante pasaje de la noche, que prosiguió con los juramentos de la nadadora Zoe Dimoschaki y el árbitro Lazaros Voreadis.

Finalmente, llegó el momento esperado, cuando el velerista Nikolas Aklamanakis (que reemplazó al velocista Nikolas Kenteris, que no se sometió a controles antidoping por sufrir un accidente de moto), quien le ganó la medalla dorada en Sydney 2002 a Carlos Espínola, fue el encargado de hacer arder el pebetero olímpico, en medio del emocionado silencio de los aficionados.

Una vez encendido el pebetero, y después de tres horas de ceremonia, una fantástica explosión de fuegos artificiales cerró la fiesta entre los vítores de los 70.000 espectadores. Así, un despliegue de luces impactante, efectos sonoros y pirotécnicos complementaron una puesta en escena magnífica, que recorrió en forma notable la historia olímpica mundial.

Desde el espacio

Los astronautas de la Estación Espacial Internacional Guennadi Padalka y Mike Fincke desearon a los atletas y a todos los participantes en los Juegos Olímpicos de Atenas "suerte y amistad". En un mensaje en video difundido en la ceremonia, el comandante ruso Padalka se limitó a saludar y luego dio paso al ingeniero de vuelo estadounidense Fincke, quien saludó el espíritu de cooperación internacional que impulsa a la cita deportiva. "Ese mismo espíritu construyó esta estación espacial que nosotros llamamos casa. Esta Estación ha unido a muchas naciones, incluidas las que fueron rivales, como amigos en la persecución de un sueño", dijo.

Hermandad y homenaje

Dentro de muchos otros, dos momentos se destacaron por su simbolismo y emoción. En uno de ellos, las delegaciones de las dos Coreas, la capitalista del Sur y la comunista del Norte, desfilaron juntas en el estadio bajo una bandera neutral con un dibujo de la península. Además, la delegación paraguaya tuvo un especial recuerdo para las víctimas del supermercado de Asunción, al portar los 13 representantes guaraníes una pancarta con la leyenda "Del horror a la esperanza, arriba Paraguay", acompañada de un crespón negro y la bandera nacional en la parte superior.