Una infancia a todo ritmo
La niñez de hoy ya no es la de hace un tiempo atrás. Los chicos están en constante búsqueda de nuevos desafíos y no se quedan con preguntas sin contestar. Viven ocupados y permanentemente ponen a prueba a los adultos.

A diario, un comentario generalizado entre los adultos -docentes, padres, abuelos- toma impulso: los chicos de hoy no son como los de antes, algunas cosas cambiaron desde nuestra infancia hasta ahora, no se entretienen fácilmente y se comportan distinto. Los mayores quieren estar a la altura de estos pequeños, pero, muchas veces no lo logran y quedan con más dudas que respuestas frente a estos niños que adquieren protagonismo en la sociedad actual.

Es lógico y hasta obvio que "la infancia de hoy no sea igual a la que tuvieron nuestros abuelos y padres o nosotros mismos", comenta la presidenta del Colegio de Psicopedagogos de Santa Fe, María Silvia Bianchini.

Pero, estos cambios se dan justamente porque los "niños de hoy están invadidos por un montón de situaciones sociales, modificaciones en la forma de vivir y realidades económicas que antes no existían y que impactan en sus vidas, y además forman parte de este mundo globalizado".

Así es como en medio de estas transformaciones, "ellos -los chicos- van construyendo su propia historia desde el lugar que ocupan dentro del seno familiar", remarca la profesional.

Hay que preguntarse por ejemplo, "si ese niño fue deseado o esperado por los padres y qué expectativas tienen los papás de sus propios hijos porque ellos son los que le adjudican un lugar determinado dentro de esa estructura familiar. Lugar que a veces no es tan claro para ese hijo".

Frente a esta advertencia, Bianchini señala que "muchas veces, los padres no escuchan los intereses y deseos de sus hijos. Aquí es donde son tomados como objetos y depositados en diferentes lugares en vista de lo que los papás desean para su hijos y no, en base a lo que este chico quiere para él mismo".

Si se prestara una mayor atención a lo que los pequeños desean, "los niños contarían con la posibilidad de optar por determinadas actividades y decidir cuánto tiempo quieren dedicarle a cada una de ellas".

Ausencias humanas

En la mayoría de los casos, los niños de hoy "no cuentan con un adulto que pueda estar a su lado para contenerlos, acompañarlos y escucharlos", remarca la psicopedagoga.

Si uno bucea en el pasado, se observa que antes, "dentro de una familia había una madre o una abuela que estaba a cargo de los niños. Hoy, la edad laboral se extendió muchísimo y son pocas las abuelas que pueden estar disponibles para cuidar a sus nietos". Por lo tanto, "deben recurrir a jardines maternales o diferentes instituciones en las que están al cuidado de terceros. No quiere decir que esto sea malo pero, es una característica distinta que delimita un lugar diferente para cada sujeto".

Por otro lado, "hay una declinación de la función del padre cuando en vez de establecer una relación padre-hijo intenta mantener un vínculo de un padre amigo de su hijo", remarca Bianchini.

La función del padre -que la puede cumplir cualquier persona a quien se le reconoce la autoridad- "es muy importante y debe aparecer como la de un ordenador, un operador estructural, una persona que pone equilibrio y límites y que hace respetar ciertas normas para incorporarlo a una cultura. Cultura que transmite al delimitarse qué es lo que se puede hacer y que no". Sin embargo, "en muchos casos esto falla".

El tiempo es tirano

Por lo general, los niños de hoy "están atareados, hacen diferentes cosas: tienen acceso a Internet, a las computadoras y a la televisión. También realizan deportes y estudian idiomas. Muchas veces, esta suma de actividades produce malestar en ellos mismos", describe Bianchini.

Frente a este contexto, "muchos son los que hablan de la existencia de chicos hiperactivos, sumamente activos, preguntones y movedizos, que se aburren rápido. Y yo me pregunto, ¿tantos son los niños que presentan estas dificultades o nosotros estamos viendo demasiados niños hiperactivos porque los comparamos con la modalidad de vida que teníamos en nuestra infancia que es totalmente distinta a la que tienen estos chicos?", reflexiona la psicopedagoga.

Hoy, "el mundo moderno ofrece novedosos elementos para los juegos, amenazando cada vez más el lazo social con sus pares. Entonces ¿esta hiperactividad no será una forma de despertarlos de esa dormidera a que los somete el avance tecnológico, alejándolo día a día del escenario de jugar con los otros?"

Frente a esta realidad, la especialista abre el juego a la comunidad y plantea: "¿Los docentes están preparados para responder a estos niños, la educación está orientada a satisfacer las necesidades de estos chicos? ¿No será que tenemos ideas y una posición que es desacertada e incorrecta para pensar estos síntomas actuales?"

Por otro lado, qué es lo que sucede con los padres que se enfrentan a hijos que se desenvuelven bajo un protagonismo distinto. "Es lógico que muchos no sepan qué hacer porque no hay escuelas para padres. Además, cada papá y mamá cumple su rol de la mejor manera posible dentro de lo que sabe hacer con toda su historia personal y familiar", puntualiza Bianchini.

La responsabilidad está en los adultos

Georgina Cánaves, docente e investigadora del área de Educación No Formal y Cultural Infantil, remarca: "En la relación que se establece con las niñas y los niños, todos los adultos -los que están en el poder, los padres, educadores, docentes, etc.- tenemos una gran responsabilidad".

Por esta razón, "hay que plantear más preguntas que respuestas y repensar las prácticas que como adultos estamos empleando", aconseja Georgina al conversar con Nosotros.

Con el correr del tiempo "se produjeron cambios positivos y negativos en estos niños y niñas". Por un lado, "la historia de la relación con los chicos está signada por los maltratos, el abuso de autoridad y por el modelo de vida que cada uno de los adultos les damos"; por el otro, "reconozco que hay personas que se preocupan por la infancia y por estudiar la subjetividad del niño y de la niña. Esta gente es la que comenzó a establecer pautas para que la relación entre el adulto y el niño o niña sea diferente".

En este sentido, Cánaves ejemplifica: "Antes se pensaba que el niño o la niña llegaba a la escuela sin saber nada y que había que llenarle la cabeza como si fuese un recipiente. Esto cambió y hoy el docente tiene una relación de escucha y de respeto por los saberes que los chicos traen". De esta forma, "este niño o niña deja de ser mero reproductor de lo que le dan y se convierte en productor de cultura".

Paralelamente, "la relación entre los padres y los hijos fue cambiando", agrega la profesional. Por lo tanto, "hay que plantearse como padre y docente de qué lado se quiere estar. ¿Queremos tener una actitud de escucha y ofrecer oportunidades, o hacer uso de la autoridad para someterlos al poder del adulto?".

Dos caras de la misma realidad

Para Georgina, hoy "vivimos épocas de gran esclavización cultural. Principalmente en América latina repetimos y acatamos modelos impuestos desde el imperio más poderoso, económica, científica, informática y tecnológicamente". De esta manera, "se están formando niños y niñas obedientes al consumo y esto me parece terrible".

Sin embargo, del otro lado, "existen adultos que trabajan por una infancia incluida, pensante y crítica, que aprovecha las posibilidades que ofrece la tecnología pero no está sometida a ese dominio ni al consumo", reflexiona.

Ante este contexto, "hay dos realidades que coexisten: por un lado, se pone en manos de los chicos aquello que está legitimado por el consumo globalizado; por el otro, hay adultos que se preguntan constantemente e intentan darles otras cosas".

"Educar en cultura"

En la actualidad, "estamos ante una desnutrición cultural". Por esta razón, "tanto en la familia como en las escuelas hay que educar en cultura".

Los niños "están expuestos a todo aquello que se les presenta". Por eso, "es indispensable contar con un adulto comprometido, inteligente, crítico y preocupado por las propuestas que ofrece", agrega Georgina.

Para Cánaves, "los adultos deberíamos desarrollar una cultura más humanizante y alejada del consumo que nos imponen desde el imperio. No se trata de marginar a estos niños y niñas, sino de proporcionarles otros elementos".

Frente a este contexto, "hay que ver qué proponen los adultos para el tiempo libre y de qué manera se permite que ese mandato que viene desde el mercado maneje toda la vida de los chicos; o se les da permiso para algunas cosas y se les otorga otras propuestas", concluye Georgina.

Cada cosa en su lugar

Los niños pueden elaborar síntomas propios o familiares cuando el papá o la mamá no están en el lugar que deberían estar. "Padres amigos de sus hijos no sirven, para eso tienen sus propios amigos. Los chicos necesitan padres, personas que los ordenen, les pongan límites, les transmitan cultura y normas de vida".

Cuando esto no está bien, "seguramente el niño se vuelve insoportable, hiperactivo y preguntón".

Diferencias que matan

Al describir qué es lo que sucede adentro de las aulas, Bianchini resalta que "la mayoría de los chicos de una clase social media alta tiene la posibilidad de acceder a distintos elementos que les brinda el mundo moderno -computadora, televisión, etc.- en su propio medio". Sin embargo, "los docentes no cuentan con estrategias interesantes que capten el interés de los alumnos". De esta forma, "estas clases son como las que teníamos nosotros frente a una infancia que no es la misma que la de hace unos años atrás".

Ivana ZilliFotos: Néstor Gallegos.