Bush y Kerry entran en el último tramo preelectoral

Las encuestas internacionales aseguran que si el mundo debiera votar en las elecciones de los Estados Unidos de Norteamérica, el candidato John Forbes Kerry ganaría con más del 60 por ciento de los votos. Particularmente en la Argentina, Kerry obtiene el setenta por ciento de las preferencias, y esta cifra más o menos se mantiene en países como Uruguay, Chile y Brasil.

Sin embargo, los que votan son los norteamericanos y no los ciudadanos del mundo; y en este sentido, en los Estados Unidos las preferencias siguen favoreciendo al presidente George Walker Bush. Dicho con otras palabras; en el mundo al actual mandatario no lo quieren, pero sí parecen quererlo en su país de origen, que es en definitiva es el lugar que importa a la hora de elegir autoridades.

De todos modos, la palabra definitiva no está dicha y en esta última semana los demócratas han iniciado una ofensiva discursiva denunciando los errores cometidos por el oficialismo en Irak y en Medio Oriente. También es verdad que la ventaja de Bush se debió básicamente al impacto que provocó en la opinión pública la convención republicana celebrada en la ciudad de Nueva York, un bastión demócrata pero, al mismo tiempo, el territorio donde se cometió el atentado del 11 de septiembre, atentado que influyó de manera decisiva en las posteriores políticas implementadas por el actual presidente y que, a juzgar por el rumbo de los acontecimientos, seguirá influyendo en la sensibilidad del norteamericano medio o independiente.

Conviene recordar que cuando en su momento los demócratas realizaron su convención para candidatear la fórmula Kerry-Edwards, también las encuestas le otorgaron una clara ventaja, por lo que ahora, celebrada las dos convenciones y debidamente formalizadas las candidaturas, la campaña electoral ingresa en una recta en la que los candidatos, en igualdad de condiciones, intentarán convencer a los independientes sobre las virtudes de sus propuestas.

Si bien es difícil y hasta arriesgado adelantar pronósticos acerca del resultado final, sí se pueden analizar contextos que permitan explicar las ventajas de uno u otro candidato. Se sabe en principio que en las campañas electorales los candidatos rivalizan para instalar los temas, ya que la experiencia enseña que a una elección la gana el que logre centrar el debate en el eje de las preocupaciones ciudadanas.

La fortaleza de los demócratas reside en sus propuestas para fortalecer con más recursos presupuestarios las políticas sociales. A su turno, la fortaleza de los republicanos consiste en hacer girar el debate alrededor de la seguridad y de los peligros que representa para la nación el terrorismo fundamentalista de origen musulmán.

No es que los republicanos no sepan qué decir en materia de políticas sociales o que los demócratas carezcan de argumentos para plantear el tema de la seguridad, pero lo que ocurre es que hay temas en los que un partido dispone de mejores recursos que el otro. En la Argentina, sin ir más lejos, el radicalismo siempre se movió con más comodidad en el tema de las libertades y la defensa del Estado de derecho, mientras el peronismo lo hizo con relación a las políticas sociales. Estos cortes nunca son lineales pero permiten definir algunas orientaciones o tendencias más o menos válidas.

Plateadas así las cosas, da la impresión de que en los Estados Unidos el tema de la seguridad es el que se está imponiendo y en ese contexto el discurso más eficaz parece ser el de Bush. Tan funcional es esta propuesta a los republicanos que, en la hipótesis de que la guerra de Irak se resolviera favorablemente, Bush saldría fortalecido, pero si en su defecto la situación se agravara Bush también podría salir bien parado ya que una eventual derrota volcaría al electorado independiente hacia reclamos de políticas más duras que, justamente, es lo que los republicanos plantean.

Las recientes ejecuciones de rehenes estadounidenses, las amenazas que desde la clandestinidad profiere Ben Laden contra los Estados Unidos, los atentados terroristas que los musulmanes llevan a cabo en Irak, no hacen más que aumentar la sensación de inseguridad, por lo que no sería arriesgado postular que Ben Laden sigue siendo el mejor aliado de Bush, al punto que como muy bien lo dijera un reconocido periodista de Nueva York, si Ben Laden no existiera los republicanos deberían inventarlo.