Más acerca del fin de los tumores
Un nuevo oncogen, descubierto por un grupo de investigación americano, promete revolucionar las terapias contra el cáncer y tener importantes implicancias en el campo de la biología en general.

La individualización de los tratamientos era una de las grandes promesas que se vislumbraban alrededor del Proyecto Genoma Humano y se puede decir que está tomando forma de realidad. Este progreso es particularmente palpable en oncología, donde un nuevo trabajo estadounidense, en el que participa el investigador español Carlos Cordón-Cardó, viene a aportar una pieza clave para comprender y atacar los tumores resistentes a las terapias.

"Hemos encontrado un nuevo oncogen, el elF4E -resume Cordón-Cardó. No sólo es importante para el cáncer, sino que el hallazgo tendrá importantes implicaciones para la biología en general", añade. El eIF4E se podría definir como el centro de una compleja red de funciones celulares, cuya hiperactivación proporciona una gran resistencia de los tumores ante todo tipo de tratamiento.

Los autores del experimento, publicado en Nature, comprobaron también que con la combinación de dos fármacos lograban apagar dicho gen y curar a ratones transgénicos que presentaban un tipo de linfoma similar al humano.

Las células tumorales tienen dos características fundamentales. Por un lado, se reproducen sin cesar y, por otro, han logrado la inmortalidad alterando los mecanismos normales de muerte celular programada (apoptosis) que se ponen en marcha cuando se detecta un daño irreparable.

Estas dos características marcan sendas vías en la investigación de nuevos tratamientos contra el cáncer. Carlos Cordón asegura que hasta ahora los trabajos se habían centrado fundamentalmente en buscar modos de parar el crecimiento.

Tras el secreto de la inmortalidad

Cada vez se considera más vital descubrir el secreto de la inmortalidad y, lo que es más importante, cómo devolver a las células malignas la condición de mortales. Precisamente, muchos tratamientos quimioterápicos tienen por objetivo restablecer el funcionamiento de la apoptosis, pero durante su evolución los tumores se sirven de nuevas mutaciones para encontrar modos de escapar al ataque de las terapias, de ahí que aparezcan resistencias.

Los grupos del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center, donde trabaja Cordón, y del Cold Spring Harbor Laboratory crearon unos ratones que simulaban los linfomas que no responden al tratamiento en humanos. Analizando las características genéticas del tumor, dieron con el eIF4E como culpable de la inmortalidad.

A continuación, trataron a los animales con un cóctel de dos fármacos, doxorubicina y rapamicina. El segundo agente se encarga de eliminar la inmortalidad, y el primero, de desencadenar los mecanismos de suicidio. El resultado es que los tumores resistentes respondieron incluso mejor que aquéllos sensibles al tratamiento.

Según Carlos Cordón, sus resultados no sólo son aplicables a los linfomas, sino "también a otros tumores. De hecho, nuestro grupo, en colaboración con otros, está demostrando que también interviene en el cáncer de próstata", concluyó.

Ángela Boto