El tablao: donde el duende aparece

La madera truena y abraza. Palillos o castañuelas, taconeo y golpes en el cajón. Todo resuena en el tablao. Como la guitarra, las palmas y la voz del cantaor.

El tablao es el espacio donde se recrea el flamenco en cada celebración. Y va tomando la forma que aporta cada participante. Por eso los hay en distintos lugares del mundo: porque el flamenco es permeable y nació de la alquimia misma de varias culturas para hacerse universal.

Desde el 2004, también en Santa Fe hay un tablao. Una vez por mes, en el Living 33 o en Cubafé. "Al tablao habría que encuadrarlo dentro de la actividad que vengo haciendo desde hace 10 años en Santa Fe, y surge como natural en el propio devenir de la actividad que he ido llevando adelante en esta ciudad, tanto en la enseñanza como en los grupos artísticos", cuenta Marta Bernazano.

"El tablao son las tablas sobre las cuales zapateás y bailás. Es un recinto no muy grande, con un ambiente íntimo, donde se come y se bebe a gustito. En los de España siempre hay un programa de artistas flamencos: hay cante, hay baile y hay guitarra. Mientras tanto, la gente se sienta en una mesita y come tapas españolas. Claro que el nuestro es un tablao peculiar. Lo hacemos a nuestra manera. No tenemos guitarristas, pero hay copla flamenca y músicos en vivo: Miguel Angel Rodríguez en percusión, Luciano Buzzi en teclados, Javier Leveratto en flauta traversa y Cintia Betique en canto. Y se comen tapas criollas", apunta Marta.

"Nuestro tablao surgió para darle encuadre al trabajo que venimos haciendo con Juan Pablo Ramírez. La idea es que haya un espacio permanente para el flamenco y que puntualice de ahora en adelante la tarea -explica Bernazano-. Un lugar que le dé a la ciudad un referente flamenco, que sirva para que la gente sepa que en Santa Fe se hace flamenco, alimentado por personas que hemos recorrido distintas instancias de este arte. Los tablaos que hemos hecho en el 2004 han tenido muy buena respuesta: han asistido más de 200 personas. Por lo tanto, creo que hay un potencial de público que, incluso, no conoce el flamenco o que se siente atraído por algo que ven o escuchan y que les despierta curiosidad".

Catarsis compartida

El tablao es, entonces, ese espacio íntimo que posibilita la aparición del duende. "Porque el duende, como decía Lorca, tiene que aparecer para que haya flamenco -dice Marta-. Quiere decir que tiene que haber algo del orden de lo mágico para que el contacto con la gente se produzca y exista eso que tiene el flamenco -y que lo tienen también otras danzas populares-, que es esa suerte de catarsis compartida".

Eso, cuentan, ha sucedido algunas noches en la ciudad. "Pero la permanencia de nuestro tablao dependerá del apoyo -sostiene Marta-. Necesitamos mucha ayuda, tanto del público, como de las instituciones españolas (y no solamente andaluzas), pasando por las iniciativas privadas que quieran apoyar este trabajo. En esa medida, vamos a tener posibilidad de hacer un montón de cosas, como traer artistas de Buenos Aires o de España que alimenten este flamenco que hacemos en Santa Fe".