El tortuoso andar de un hombre en medio de una historia ajena

"El lápiz del carpintero" es una obra del realizador español Antón Reixa. FOTO: Agencia TÉLAM.. 

Por Juan Carlos Arch

Las historias oscuras ayudan a encontrar la luz o, al menos, el camino que lleva a ella. Aquí el protagonista es Herbal, un guardia de las huestes de Franco. Nunca podremos saber qué se oculta tras su mirada turbia, acosada por un pasado que nunca puede vencer para "ver" hacia delante. Como alguna vez aprendió, sólo sabe aguantar la mirada de sus presas, sean animales u hombres, en el momento en que las mata. Pero quizás (no lo sabemos, como tal vez él tampoco) es sensible y desea y encuentra entre tinieblas los destinatarios de su admiración. Son ellos Daniel da Barca, republicano, gran orador y médico, y su bella novia Marisa, hija de un fascista.

Encerrado en su mundo de miedo e ignorancia, Herbal nunca hará conocer estas tendencias, pero así como lleva en su oreja un lápiz de carpintero desde el mismo día en que España se quebró en dos, la obsesión que lleva dentro irá en aumento. Ésta nace de su propia observación, de haber sido testigo del amor de esa pareja, de ser una suerte de espía de esos amores. Con la misma naturalidad con que fusila clandestinamente a un prisionero, hará lo necesario para que el predestinado a correr la misma suerte, Da Barca, pueda eludir tal situación. Primero, inventa un traslado; luego, lo hiere en vez de matarlo.

La tortuosa vida de Herbal, cuya cotidianidad se completa con sus propios conflictos familiares, ya que vive con una hermana y un cuñado déspota y entregado al franquismo, es la bisagra por donde giran sus contradicciones y también la causa de sus decisiones, tomadas en el momento y con la única razón de un instinto que lo lleva a cometer acciones que no domina. Es un personaje al que el actor Luis Tosar da una dimensión trágica y conmovedora, que es el eje de la novela original de Manuel Rivas, y no tanto el de la película de Antón Reixa.

Este clima de pesadilla interna que vive Herbal se disuelve en el filme, cuya estructura no muy sólida hace derivar hacia otros personajes, a cual más esquemático, que tratan de oponer justamente desde esa posición anquilosada un "otro mundo" más organizado, seres que funcionan de acuerdo con sus convicciones, erradas o no. Pero esta idea no está lograda, si es que la hubo, para beneficio de una exacta pintura de ambientes, época y situaciones que evocan los comienzos de la Guerra Civil española. En ese sentido, la película abunda en detalles y en escenas bellamente construidas, pero que instalan la pregunta acerca de si estamos ante una obra de personaje o de testimonio histórico.

Sin embargo, estas ambigüedades no ocultan el lacerante retrato de Herbal, que finalmente no encontrará en su vida ni un destello de luz. Como esa vaga referencia de ámbitos distintos que está en ese lápiz que lo acompañó siempre, su vida también sólo fue un transporte de resentimientos e indecisiones. Que sea un fascista, que no sabe por qué lo es, el narrador protagonista de esta crepuscular historia es uno de los hallazgos de este filme que, dentro de su convencional narrativa, nos habla sobre los límites del espanto.

"El lápiz del carpintero"

("O lapis do carpinteiro", España, 2003); Dirección: Antón Roixa. Guión: Xose Morais y A. Roxia. Fotografía: Andreu Rebes. Música: Lucio Godoy y Antón Seoane. Montaje: Alejandro Lazaro. Dirección artística: Juan Pedro de Gaspar. Intérpretes: Luis Tosar, Tristán Ulloa, María Adanez, María Pujalte, Nancho Novo, Manuel Manquiña, Anne Igartuburu y Carlos Blanco. Duración: 103 m. Presentada por CDI en Cine Club Santa Fe y ATE.

Calificación: Buena.