En la búsqueda del acuerdo
Discurso y realidad de la relación con el FMI
Hay una estrategia que parece haberle dado resultado a la Argentina. El presidente mantiene su postura de enfrentamiento, mientras el ministro de Economía impulsa el acuerdo.

Por Darío D'Atri

Más allá de la inocultable ansiedad del gobierno nacional por alcanzar un acuerdo con el FMI, que le permita refinanciar vencimientos por 10.000 millones de dólares hasta el 2007, el presidente Néstor Kirchner seguirá emitiendo señales contundentes de fastidio, rechazo y crítica contra la institución central de la economía internacional de la posguerra.

Ahora que el propio titular del Fondo, Rodrigo de Rato, admitió que la relación con la Argentina se encamina hacia la normalidad, dando bandera de largada a las negociaciones para firmar un nuevo acuerdo con nuestro país, para la Casa Rosada, pero sobre todo para Kirchner, es imprescindible mantener la tensión discursiva con el organismo de Washington, tanto por causas locales como por razones externas.

Localmente, Kirchner sabe que en las encuestas la gente rechaza sin miramientos las condiciones que impone el Fondo, algo que en un año electoral es razón suficiente para mantener la guerra de las palabras. Fronteras afuera, el gobierno comprobó, y Roberto Lavagna fue su vocero, que dentro de las propias pareces del FMI y del Banco Mundial hay espacio creciente para el desarrollo de críticas de fondo sobre la organización de esas instituciones, la subrepresentación de los países en desarrollo y sobre los riesgos que genera el seguimiento de políticas ortodoxas y pro cíclicas, que han generado más problemas que soluciones en las economías de los países que dependen del financiamiento del FMI.

Kirchner pretende mantener un cierto halo de luchador contra la ortodoxia del Fondo, que a partir del éxito del canje y del crecimiento sostenido de la economía argentina se alimentó y genera no poca satisfacción en el santacruceño.

El plan B

Pero, ¿qué pasa más allá de los discursos, más allá de las puestas en escena que siempre acompañan la política frente al Fondo Monetario?

La verdad es que nadie en el gobierno ni en el mercado cree en la viabilidad de un plantón al Fondo (el llamado "plan B contra el FMI", por si fracasan las negociaciones en los próximos 3 meses). Al contrario, la Rosada tiene previsto allanar el camino negociador con señales de acatamiento a los deseos del FMI, por ejemplo con la aprobación del contrato con Edelap en el Congreso. En cuanto a las cuestiones macro, el panorama muestra que hay que esperar un seguro enfrentamiento con el staff del FMI respecto de los niveles de superávit primario comprometido; que la Argentina tiene pocas chances de cambiar el fondo (aunque sí los tiempos) de las exigencias del G-7 a favor de las empresas privatizadas, y que se van a colar pedidos de reformas estructurales que, aunque rechazadas en los discursos, tienen consenso aún dentro del Ministerio de Economía y de Gobierno.

La exigencia sobre la coparticipación no tiene chances de obtener por parte del gobierno nada más allá de una promesa de negociación con las provincias, con las cuales es imposible a conversar nada hasta después de las elecciones. Pero las metas de superávit primario serán el hueso más duro de roer, porque es un factor que controla el gobierno central y que tiene, hoy por hoy, un piso tan alto que costará convencer al staff del FMI de las posibles restricciones futuras.

El dato

El ministro de Economía, Roberto Lavagna, retornó esta mañana al país luego de participar durante el fin de semana en Washington de la Asamblea Anual del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, y mantener reuniones con las autoridades del Tesoro norteamericano.

El titular del Palacio de Hacienda se retiró de Ezeiza sin realizar declaraciones a la prensa.