Aunque Colón cambió...

Siviero sigue siendo el mismo

El reconocimiento que le hizo la gente de Lanús en el Cementerio de los Elefantes. Había dado su palabra y desechó un ofrecimiento más importante en lo económico, para irse a Europa.. 

Gustavo Lionel Siviero apareció cuando Colón transitaba su peor crisis. Se hizo un nombre en el fútbol argentino, jugó seis años en Europa y volvió siendo el de siempre.

Cambió Colón, pero Siviero es el mismo. Cuando debutó, el club atravesaba una de sus crisis más importantes de la historia. En la "B" y cargado de frustraciones más una pesada y agobiante deuda, Colón sumaba decepciones pero Siviero surgía como un producto genuino de las inferiores. Así, iniciaba una carrera fructífera que contempló sus pasos por San Lorenzo, Newell's, Lanús, el fútbol español y hasta un partido en la selección argentina, aquél de los primeros tiempos de la era Bielsa, ante Holanda.

Este Siviero que volvió se encontró con un club totalmente cambiado, reluciente y con salud en todos los frentes. Pero Gustavo sigue siendo el mismo tipo que llegó de Laguna Paiva para iniciar la senda del éxito. Y aquí está su gran mérito, que supera al deportivo y al económico, porque es el mejor ejemplo que le dejará a sus hijos.

Seguramente, estos atributos le sirvieron a Siviero para permanecer durante seis años en España, cuatro de ellos jugando en el mejor nivel, con el Mallorca, y otros dos en el Albacete, donde llegó a ser un verdadero referente.

-¿Qué recuerdos tenés de Mallorca, Gustavo?

-El lugar en sí, porque es paradisíaco, y yo a esas cosas las veía en revista o por televisión. No creía que hubiese gente que pudiese vivir de esa manera. Y luego, me impresionó en el día a día, por sus posibilidades y propuestas. Mallorca tiene un acervo cultural muy arraigado, que el propio mallorquí se preocupa por mantener. No es sólo playa y mar.

-¿Extrañabas mucho?

-Se extraña, porque el desarraigo es muy fuerte. Te vas a otro país, por más que se hable el mismo idioma. Pero los que sufren más son los integrantes de la familia. Por ejemplo, mi señora -porque chicos no teníamos- que al no tener muchas cosas para ocuparse, no sabía qué hacer con el tiempo libre.

-¿Te faltaba la vida social de aquí, el asado con amigos o el café?

-A mí me habían anticipado que el mallorquí era bastante cerrado y costaba integrarse. Allá son más de salir de copas que de salir a tomar un café o juntarse a tomar mate. Ni qué hablar del asado...

-¿Hiciste amigos?

-Tengo amigos, pero no ligados al fútbol. Es gente que conocí por intermedio del fútbol, pero no vinculados en forma directa. Vino un amigo de Mallorca hace poco a visitarme.

-¿Y en Albacete?

-La gente de Albacete es un poco más abierta. Es servicial, predispuesta a ofrecerte una mano en cualquier momento, te cruzaban por la calle y ofrecían sus servicios. Igual, costaba luego reunirse, pero digamos que la gente de la península es un poco más abierta.

El fútbol y sus alrededores

-¿El ambiente del fútbol es más tranquilo que en la Argentina?

-El español es futbolero, pero manifiesta su pasión de otra manera. Es más educado. Ellos están pendientes de la seguridad y cualquier acto que se sale de la raya es castigado. Van a los partidos a sufrir por su equipo, pero siempre dentro de parámetros normales.

-No hay inseguridad ni se crea ese clima medio agresivo que existe en este país, ¿no?

-Allá hay más seguridad, no existen los alambrados, ni perimetrales ni separando una afición de otra. Están sentados uno al lado del otro y hacen barra por su equipo, pero sin agresión y con respeto.

-¿No existen las barras bravas?

-Existen los ultras, pero están muy lejos de los barrabravas argentinos. Hay ideologías de extrema derecha, pero veo que es más un problema político que del fútbol. Algunas aficiones, como la del Atlético o el Real Madrid son bravas, pero están muy lejos de ser como las de acá. El solo hecho de que te diga que las hinchadas están sentadas una al lado de la otra, sin separaciones, es fiel reflejo de lo que ocurre.

-¿Será porque ellos no tienen el problema de educación que hay acá?

-Acá el problema es de idiosincrasia. Hay cuestiones que no cambiamos porque no queremos o no nos proponemos, pero hay otras que vienen muy adentro nuestro y va a ser difícil que se cambien.

-¿Cuál sería una solución?

-Hay que ser severos con los castigos, no cabe otra.

-¿De quién es la responsabilidad?

-En primer lugar, debe ser el gobierno el encargado de endurecer las leyes y hacerlas cumplir. Y luego la AFA, que debe cuidar el producto que es el fútbol. Y si debe castigar, lo tiene que hacer o terminarán matando la gallina de los huevos de oro.

-¿Sos partidario, por ejemplo, de la quita de puntos?

-Hay clubes que tienen prebendas en la Argentina y eso no puede ser. En Inglaterra pagó el que debía pagar, con descensos, con clausura de estadio y con quita de puntos.

-Volviendo a España, ¿qué sentías cuando te tocaba pisar el césped del Santiago Bernabeu o del Nou Camp?

-Me sentí un privilegiado, que había llegado a un sitio al que mucha gente hubiese deseado llegar. También es cierto que cuando uno está metido en la vorágine de los entrenamientos, de jugar y no perder, no lo ves. Tomás distancia cuando te vas y lo observás a la distancia. Cuando estás en medio de la locura, no lo podés apreciar.

La coherencia de Gustavo

-Hace poco, en un partido entre Colón y Lanús, la gente de Lanús te entregó una plaqueta y la hinchada te ovacionó. ¿Qué pensaste?

-Yo no lo esperaba. A mí me sorprendió muchísimo el reconocimiento de la gente de Lanús. Son las cosas que a uno le queda en el fútbol, porque todo lo demás pasa. Y por otro lado me deja tranquilo, porque siento que pasé por una institución en la que dejé todo lo que tenía. No me lo olvidaré en mi vida.

-¿Vos tuviste un buen gesto con ese club?

-Cuando tenía el acuerdo de palabra con Lanús, pero no firmado, me surgió la posibilidad de ir a un club de España. Ya me mandaban los pasajes para ir, pero me pareció poco serio. Si bien no tenía nada firmado, me pareció que no debía abandonar el club. Ellos lo tomaron como algo que no pasa habitualmente. Y así lo valoraron.

-No pasa Gustavo, no pasa...

-Puede ser, pero no quiero que se tome como un acto de soberbia de mi parte o que quiero decirlo para vanagloriarme de algo que hice porque lo sentí así, y volvería a hacerlo siempre, cada vez que se me presente una oportunidad similar. Yo soy así y no cambiaré jamás.

Enrique Cruz (h)