Marion Hansel
Un cine con compromiso
Preocupaciones humanas y ecologistas, en un cine que privilegia la emoción y la visualidad poética frente a una narración convencional, es lo que ofrece la imprescindible obra de la cineasta francesa Marion Hansel, a quien el público argentino tuvo oportunidad de conocer en una retrospectiva realizada en el marco del último Festival de Mar del Plata.

"Si supiera lo que busco en el alma humana, dejaría de hacer cine", admitió la cineasta en Mar del Plata, que añadió: "Lo que sí tengo claro es que estoy haciendo un cine cada vez más militante y ecologista, que trata de llamar la atención y advertir a los hombres sobre la defensa de nuestro planeta".

Hansel prepara ahora la filmación de una nueva película que hablará sobre la desertificación y la falta de agua en el mundo, y piensa que, al igual que el documental, "el cine de ficción debe ayudar a concientizar al espectador sobre los graves problemas que aquejan al mundo.

"En menos de 20 años todo el mundo va a sufrir de falta de agua potable. Todos los gobernantes lo saben, pero nadie lo dice ni se preocupa por ello", agregó la cineasta, que, aparte de recibir un homenaje y ser objeto de una retrospectiva, fue jurado de la sección La mujer y el cine del festival marplatense.

Pero, además de su actitud ecologista, el cine de esta gran autora francesa -que en 1987 fue elegida "Mujer del año" en Bélgica, donde reside- posee un gran compromiso con el sufrimiento del hombre, una preocupación genuina por su soledad y su necesidad de amor, y una especial atención sobre los vínculos familiares.

En su película "Nubes: cartas a mi hijo" (2001), Hansel logra una síntesis mágica de sus obsesiones, al combinar la abstracción metafórica de las nubes en el cielo (que son las únicas protagonistas del filme), su modo poético de narrar y la belleza de sus imágenes, con su amor inmenso por el hombre y la naturaleza.

"Es una declaración de amor de una madre hacia su hijo -dijo la directora-, pero, además, quería mostrar en qué medida nuestro planeta es magnífico, extraordinario. Las nubes representan al cosmos, lo infinito, y las cartas a mi hijo aluden a la pequeña presencia humana en ese universo", añadió.

"Les noces barbares" (1987), sobre un niño odiado por su madre e internado en un manicomio, "El maestro" (1989), sobre la honda necesidad de afecto de un brillante director de orquesta, y "Entre el diablo y el profundo mar azul" (1994), que narra la emotiva relación entre un marinero y una niña, son algunos de sus filmes más entrañables.

El futuro de los más chicos

No obstante, una de las películas que más llaman la atención en su carrera es, sin dudas, "Así en la tierra como en el cielo", de 1991, en la que plantea el diálogo emotivo y apasionado entre una mujer embarazada y el feto que lleva en su vientre, que tomó la terrible decisión de no nacer.

"Cuando escribí el guión -recordó la directora-, sentía una gran preocupación por el futuro de mi hijo y el de los niños que nacerán y vivirán luego de nosotros. Tenía la angustia profunda sobre qué pasará con nosotros en el futuro, sobre la violencia, las guerras, los problemas ambientales y la reducción de la capa de ozono".

Hansel, que empezó siendo actriz (a las órdenes de Agnés Varda y Patrick Ledoux, entre otros) y filmando varios documentales en África, señaló que lo interesante en su obra está en "la mezcla de miradas: por un lado, la de los autores de los libros en los que me baso, la mayoría de ellos varones; y por otro, mi propia mirada de mujer.

"Como la mayoría de mis películas son adaptaciones literarias de novelas que me tocaron muy de cerca, me permiten traducir mis gustos y llevarlos al cine de manera personal. Sin embargo, deben ser obras de gran calidad literaria y sus personajes y vivencias deben producirme emociones genuinas", afirmó la directora.

Sensaciones Íntimas

Con respecto a su intención de indagar en el alma y las sensaciones íntimas del hombre, Hansel añadió: "Pienso que la psicología del personaje y las atmósferas, los paisajes y los lugares elegidos son más importantes que una historia o una narración demasiado construida".

Marion Hansel, quien se autodefinió como "antimilitarista", también se dedica a la producción de filmes de otros directores, entre los que se destaca "No Man's Land" (2001), de Danis Tanovic, un alegato antibelicista ambientado en la guerra de los Balcanes, que ganó el Oscar al mejor filme extranjero.

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