Una medida inequitativa
Por Hugo Storero - Diputado nacional UCR

El gobierno nacional ha tomado una medida intempestiva e inequitativa, al aumentar las retenciones sobre las exportaciones lácteas del 5 % al 15 % en la leche y del 5 % al 10 % en los quesos. El argumento oficial que sustenta la medida es controlar un posible rebrote inflacionario, pretendiendo ser ejemplificativa para el sector lechero y otros sectores productivos.

La decisión es totalmente irresponsable en relación con los efectos perjudiciales que la misma conlleva:

* El aumento desproporcionado de las retenciones sobre los lácteos: afecta en U$S 60 millones anuales que se reinvertirían en forma directa sobre la cadena productiva láctea que comienza en los productores, sigue con la industrialización y una cadena de comercialización que pone el producto a disposición del público, ya sea para consumo interno o para su venta en el exterior.

* La característica de la cadena de productores: es importante afirmar que está compuesta por miles de productores chicos y medianos (2.000 litros por día), que permite afincar familias en el campo y dar trabajo a miles de trabajadores rurales y empresas familiares; en tareas que van desde la cría, el pastaje y el tambo. La misma es una cadena productiva de mucho valor, ya que cuenta con una larga tradición lechera -que llevó años formarse- y que hoy es competitiva no sólo en el precio sino en la calidad de los productos.

* El desconocimiento sobre la situación del sector que supone esta medida: un sector muy castigado en las últimas décadas, con una gran baja en la cantidad de vientres, con insumos dolarizados, con alta presión impositiva, con un costo laboral en alza -la recomposición salarial en el sector lleva en el último año el índice del 55 %. Con gran endeudamiento de los tamberos, que luego de modernizarse a principios de los '90, no encontraron (por el tipo de cambio alto) salida para sus productos en los años siguientes y hoy, que están en plena recuperación, se les cortan las posibilidades con este tipo de medida.

* Desconocimiento sobre la conformación de la industria lechera: todos sabemos que uno de los déficit de nuestro rico país ha sido no poder transformar esas riquezas naturales, agregándoles valor o pasar de la industria extractiva a la elaboración. En este caso, estamos ante un ejemplo de elaboración y de integración del sector industrial con el agropecuario, no sólo en la conformación de una cadena agregada de valor, sino incluso yendo más lejos, en donde por sus formas asociativas los mismos productores están asociados en la tarea industrial. Así lo demuestran el desarrollo de asociaciones cooperativas que entrelazan mutuamente los intereses agrarios con el industrial, en una solidaridad productiva digna de ejemplo.

* El riesgo de que los productores, buscando mejores ganancias, salgan de la producción lechera para trasladarse a la producción de soja, que es más rentable, con la consecuente pérdida de diversidad productiva que caracteriza a la riqueza del campo en nuestra zona.

* Industria láctea: con perfiles de excelencia y modernización, con una constante puesta al día en la investigación a través de sus departamentos y de convenios con las universidades del medio. Preocupación sobre el control y la capacitación permanente, no sólo de sus operarios sino que la extiende a los productores de quienes recibe el producto para su elaboración.

* El encadenamiento con otras actividades de la zona, que resultan proveedores de este complejo lácteo, cuyo resultado permite identificar a nuestra cuenca lechera como una marca de excelencia, tal como tratan de lograrla los países europeos más adelantados en la materia.

* Esta medida ingenua -o irresponsable- ignora contra quiénes competimos en el mundo, y lo difícil que es hoy día encontrar nichos de ventas en el mercado mundial. En este sector competimos con industrias y productores de excelencia, pero que -a diferencia de los nuestros- no tienen impuestos a las exportaciones o retenciones, sino que además cuentan con subvenciones siderales que sostienen la actividad aun con pérdidas: porque la consideran estratégicas (por el empleo, por la política de redistribución de poblaciones y por sostener complejos productivos que tendrán efectos devastadores si se caen).

* Ignoran, con el aumento de retenciones, que los procesos inflacionarios son la manifestación coyuntural de procesos económicos estructurales, y que controlar los precios con decretos es como querer tapar el sol con las manos. Los precios son el resultado del juego de la oferta y la demanda, y estos términos son expresión de relaciones más complejas entre consumidores y productores en el mercado interno y expresión de un resultado de la economía mundial en la fijación de los precios de importación y de exportación respectivos.

* Abusar de un solo mecanismo como las retenciones a la exportación puede llevar a una trampa explosiva, donde para tener precios bajos en el mercado interno tenemos que exportar menos. Al suceder esto, tenemos menos ingresos de divisas, con lo cual tenemos menos recursos públicos para atender necesidades sociales y de otro tipo, y menos ingresos privados que puedan retribuir mejor a sus factores. Resultando la necesidad de una mayor presión impositiva por un lado (público) y menores ganancias en el sector privado y así sucesivamente. Estaríamos confeccionando nuevamente una frazada demasiado corta, que deja a la intemperie a la producción y tampoco resiste la presión inflacionaria.

Las retenciones son un eficaz instrumento redistributivo, pero usados con moderación y sin discriminaciones. Las excesivas retenciones inutilizan el instrumento y lo vuelven en sus efectos: inequitativo, ineficaz y en este caso discriminatorio.

Quienes conjugamos esperanzas, para que el signo de la reactivación y el crecimiento se junten al crecimiento del poder adquisitivo real, recreando un círculo virtuoso entre producción y demanda, reclamamos la revisión de la medida y negociar entre el sector lechero y el gobierno una salida en conjunto.