"Borneo", la novela de Oliverio Coelho, más que contar una historia parece proponerse cuestionar el modo mismo de narrar. Plagada de descripciones metafísicas, se detiene en cada instante y combina el discurrir de los pensamientos de los personajes con las acciones que están realizando, en un peculiar manejo del tiempo narrativo. La densidad del lenguaje que emplea Coelho hace que la lectura de "Borneo" no sea sencilla, si es posible utilizar ese calificativo; sin embargo, esa misma dificultad constituye el principal valor de su literatura: dejarse llevar por el fluir de un lenguaje personal, ante el cual no se puede permanecer indiferente.
Señala Enrique Vilas-Matas en la contraportada: "Colocamos nuestros elogios como hacemos con el dinero, para que nos sean devueltos con intereses. Advierto que éste no es el caso, lo que no me impide decir que veo en Oliverio Coelho un notable interés -que nunca le será devuelto- en la desarticulación de discursos literarios agotados. No se trata de palmearle la espalda, sino de pedirle que siga escribiendo".
Oliverio Coelho nació en Buenos Aires en 1977. A los veinte años, publicó un libro de poemas, "Desmárgenes". Fue editado en antologías y en revistas literarias de la Argentina, Cuba y México. Recibió el Premio Latinoamericano de Cuento Edmundo Valadés, en México, y el Premio énico Bienal Latinoamericana José Rafael Pocaterra, en Venezuela, por sus relatos inéditos. Publicó las novelas "Tierra de vigilia", "Los invertebrables" y "Borneo". También editó la nouvelle "La víctima y los sueños" y el cuento "El umbral".
Sin establecer parámetros comparativos, Coelho integra una nueva camada de autores, en la que podría incluirse a Esteban López Brusa, a Gonzalo Castro y a Sebastián Martínez Daniell, que sin parentesco estético entre sí, están mostrando abordajes literarios innovadores, que merecen tomarse en consideración.