La eterna gran locura
Nidya Mondino de Forni

Como directa emanación de los ideales caballerescos cultivados en la corte de la familia De Este, en Ferrara, surge la producción literaria de Ludovico Ariosto (1474-1533), considerado el más grande poeta italiano del 1500.

Entrado al servicio del cardenal Ippolito, integra el círculo de poetas y músicos que Isabel de Este mantenía adscripto a su tranquila y fastuosa corte. Es allí, en Ferrara, donde se inicia un fecundo patrocinio hacia la "frottola", la canción profana por excelencia, ganada a la causa de la lengua vulgar que se ejecutaba "a capella" con el acompañamiento del laúd. Se reconoce en Isabel un papel preponderante en el despertar de la música nacional.

Aun cuando en la producción literaria de Ariosto no es dable encontrar un particular interés por la música, su fecunda inspiración y las condiciones líricas y expresivas de su refinada pluma transforman sus versos en dulcísimas estrofas musicales. Dentro de la producción del poeta, cuyos versos fueron musicados, merece destacarse su obra maestra "Orlando Furioso". Poema épico, representado por la lucha entre cristianos e infieles, en el que se tejen historias de amor envueltas en lo maravilloso. Jardines y castillos encantados, apariciones de magos, de gigantes, de espíritus, de brujas, de caballos alados.

Caballeros corriendo tras el amor de la bellísima Angélica, hija del rey más grande de Oriente (imagen de lo ilusorio y fugaz), amada también por el loco Orlando y que termina siendo mujer de Medoro, un pobre infante.

Libre está la obra de todo elemento unificador, porque para Ariosto la vida es una y varia, hecha de amores y pasiones; un inmenso castillo de Atlante, donde los hombres corren afanosamente detrás de cosas inalcanzables e infinitas que, casi insensiblemente, pierden su valor, desapareciendo como imágenes inconsistentes. Un enorme y múltiple delirio que el poeta contempla con desapego e ironía. Una risa escéptica aletea sobre las "virtudes" caballerescas y sobre las "grandes proezas" de los caballeros. Libre también de todo contenido religioso y sin el rigor del moralista resentido y austero, aún satirizando, lo hace siempre "con una sonrisa".

"Sol la pazzia... sta qua giú, né se ne parte mai".("Tan sólo la locura... está aquí abajo, y no parte nunca").(Orlando Furioso XXXIV, 81)Inspirado en esta "locura universal", es el compositor Bartolomé Tromboncino, quien escribe la primera "frottola" sobre texto ariotesco (1516). "Queste no son piú lacrime""Queste non son pú lacrime, che fuore / Stillo degli occhi con sí larga vena. / Non suppliron le lacrime al dolore. / Finir, chïa mezzo era il dolor a pena. / Dal fuoco spinto ora il vitale umore / Fugge per quella via chïagli occhi mena; / Et é quel che si versa, e trarrá insieme / Eïl dolore e la vita allïore estreme". (Orlando Furioso XXIII, 126).("No son lácrimas estas, que han vertido / Mis tristes ojos, con tan larga vena. / Que a dar fin al dolor no han bien supplido / Que al medio era el dolor a mala pena. / Humor vital del fuego asi huydo / Por via que a los ojos ir ordena / Es lo que vierto, y esto traerá junto / el dolor y la vida al postrer punto"). (Traducción de Don Ieronimo di Urrea, capitán de la Majestad Española del Libro dedicado al príncipe Don Felipe) (*).De allí en más y de entre 500 títulos, se recuerdan las obras de Lasso, de Wert, Ingegneri, Corteccia, Arcadelt, de Rore... Palestrina, Merulo. También las "Rimas" ariotescas han sido objeto de intereses musicales por parte de Marenzio, de Monte y Vicentino. Testimonios de la época refieren a las preferencias de parte de los cantores y actores itinerantes de exhibirse en las plazas públicas sobre un repertorio de estrofas del poeta. Se trataba de un recitado entonado, declamatorio, adaptado sobre fórmulas melódicas fijas, denominadas "Arias para cantar estrofas".También permanecen vivos en la ópera sus caballeros fantásticos: "La boda de Medoro y Angélica" de Gagliano; "La liberación de Ruggiero", de Rossi; "Orlando", "Alcina" y "Ariodante", tres óperas de Haendel dedicadas a estos tres personajes del poema; "Orlando Furioso", de Vivaldi; "Ruggiero" de Hasse; "Orlando Paladino", de Haydn... En 1943, Petrassi compone el ballet "La locura de Orlando".En fin, así como músicos de todos los tiempos han querido eternizar en infinitas melodías a ese "loco" correr tras "la eterna gran locura", también hoy Ludovico Ariosto nos invita a tomar conciencia de nuestra propia enajenación. Y así, en el ritmo frenético de nuestra vida para llegar -¿a dónde?- y en el poco tiempo que dedicamos a los sentimientos y a los valores más profundos y más puros, ¿cómo no poder reconocernos en el "Orlando Furioso"? (*) Se agradece a la Prof. Blanca Prono, quien recabó esta traducción, en romance castellano (1573) del libro que posee la Biblioteca Alessandrina de la Universidad La Sapienza, de Roma.