Evo Morales aventaja en las encuestas por 6-8 puntos a Jorge Quiroga

Bolivia a un paso de elegir su primer presidente indígena

Una indígena aymara camina frente a la Corte Electoral de La Paz mientras empleados de dicha institución transportan material para la elecciones presidenciales de mañana. Foto: AGENCIA AFP. 

Los bolivianos viven en un ambiente de calma su última jornada de reflexión de cara a las elecciones clave de mañana, de la que podría surgir el primer presidente indígena en la historia de Bolivia.

Bolivia, un país de 9 millones de personas, celebra mañana sus elecciones generales, dividida entre el ex presidente Jorge Quiroga y el líder cocalero Evo Morales, puntero en las encuestas y quien podría convertirse en el primer presidente indígena en 180 años de historia republicana del país.

Morales, que casi llega a la presidencia en 2002, tiene buenas posibilidades de alzarse con el triunfo pues los sondeos le dan una intención de voto cercana al 35 % y una ventaja de entre 6 y 8 puntos sobre Quiroga, el único entre los siete candidatos restantes que puede hacerle sombra.

El líder cocalero ha hecho hincapié en la necesidad de una votación masiva de sus seguidores, para superar el 50 % que le daría la presidencia el domingo mismo.

En caso contrario será el Congreso el encargado de decidir, a mediados de enero, el nombre del nuevo mandatario, y allí más que la popularidad entra a jugar el manejo de las alianzas políticas. Ya en el pasado, el Parlamento desconoció el voto popular y prefirió un mandatario que terminó segundo.

La pugna cerrada por la presidencia entre Quiroga, un k'ara (blanco), y Morales, un j'aque (indígena), es un reflejo de la polarización de un país dividido en dos zonas perfectamente diferenciadas, el oeste andino y pobre de aymaras y quechuas donde está La Paz, y el este más industrializado y rico con el liderazgo de Santa Cruz, que tiene sueños autonomistas.

Un esfuerzo más

"Hagamos un esfuerzo más, un voto, dos votos son importantes. Un poco más de esfuerzo para liberar lo más antes posible a Bolivia", dijo Evo en su cierre de campaña en Cochabamba, donde se emplaza su bastión cocalero del Chapare.

Morales, blanco de ataques que lo muestran como un radical que va a poner el país patas arriba, ha realizado una campaña en que se ha mostrado conciliador, especialmente frente a los empresarios.

En el sensible tema del gas tiene un discurso para las masas, hablando de "nacionalización" de los recursos, pero dejando en claro que no se tratará de sacar a las multinacionales del país sino de negociar con ellas.

Incluso su vicepresidente, Alvaro García, habló durante el cierre de campaña de empezar a forjar alianzas, lo que -irónicamente- fue rechazado por Quiroga, radical en ese punto: "No es posible ir a la elección con propuestas diferentes y luego olvidarse de las diferencias y cogobernar", dijo.

Quiroga es un candidato de derecha tradicional y tecnócrata, que estudió y vivió en Estados Unidos y se define como la única opción viable para Bolivia.

"Hay dos caminos: el cambio que va para atrás, y que divide a Bolivia y nos deja en el subdesarrollo (en alusión a Morales) y el cambio que va para adelante", en referencia a su campaña.

Lo cierto es que Estados Unidos prefiere a Quiroga sobre el Morales de discurso antiimperialista, de simpatías por Hugo Chávez y Fidel Castro y de incógnita sobre cómo se comportará frente al plan antidrogas que Washington aplica en Bolivia, Colombia y Perú.

Ya Estados Unidos advirtió la víspera que su relación con un futuro gobierno boliviano dependía de cómo prosiga su lucha antidrogas. Un mensaje neto para Evo, que ha anunciado su intención de luchar por la despenalización de la hoja de coca ante las Naciones Unidas.

Observadores internacionales

El temor -por ahora infundado- que despertó la perspectiva de unas elecciones violentas llevó a una cifra récord de 200 observadores internacionales que vigilarán los comicios mañana.

El jefe de la Misión de Observación Electoral de la OEA, el colombiano Horacio Serpa, destacó el clima de tranquilidad que precede a la jornada electoral.

"Si nos preguntan si hay tranquilidad decimos que sí; si nos preguntan si el ambiente es de normalidad decimos que sí. Eso es lo que observamos, tanto en el sentir de los ciudadanos, de las autoridades, de los partidos, de los políticos", destacó Serpa.

Cualquiera sea el ganador, los bolivianos esperan que el próximo gobierno permita superar las crisis recientes que llevaron a la caída de dos presidentes en los últimos 26 meses y dé estabilidad al país en los próximos cinco años.

La renuncia de Carlos Mesa en junio pasado, en medio de bloqueos en el país por la nacionalización del gas, generó una sensación de inviabilidad, resuelta en buena parte por el manejo adecuado del presidente Eduardo Rodríguez a la crisis.

Rodríguez llegó a ese cargo en junio con el único fin de convocar a estas elecciones y dejará su cargo el 22 de enero a aquel candidato que sea ungido por el pueblo o, más posible, por el Congreso.

El gas, un factor crucial

Bolivia, que posee la segunda reserva de gas de América del Sur pero es también el país más pobre de la región, suscita cada vez más apetitos de sus vecinos Chile, Brasil y Argentina, que tienen un déficit alarmante de recursos energéticos.

La explotación de las enormes reservas de gas bolivianas, evaluadas en 108 billones de metros cúbicos, está en el centro del debate de la campaña para las elecciones presidenciales y legislativas de mañana.

Dos presidentes cayeron en los últimos dos años a causa del manejo que se le da a este sector: el ultra-liberal Gonzalo Sánchez de Lozada en octubre de 2003, luego de haber reprimido sangrientamente una rebelión popular llamada la "guerra del gas", y en junio pasado, Carlos Mesa, quien no se comprometió con una ley de hidrocarburos reclamada por el grueso de la población.

El Congreso sacó adelante en mayo esta norma que cambia los contratos de 26 compañías petroleras extranjeras presentes en el país, entre ellas, Total (Francia), British Gaz (Gran Bretaña), Petrobras (Brasil), Exxon Mobil (Estados Unidos), Repsol (España-Argentina) y Plus Petrol (Argentina).

"Tenemos que pagar más impuestos y los contratos de concesión fueron transformados en contratos de operación", explicó un miembro de la Cámara de Hidrocarburos de Santa Cruz, capital económica del país, situada al este.

La Cámara agrupa a las multinacionales que operan en Bolivia.

Hoy en día, las compañías petroleras no invierten más, "están sentadas sobre sus reservas" y esperan la formación del nuevo gobierno, que entra en funciones en enero próximo. Sin embargo, ninguno de los principales candidatos habla de nacionalización pura y simple de los hidrocarburos.

Evo Morales afirma querer garantizar el mercado interno y un control del Estado sobre los hidrocarburos. Morales propone renegociar los contratos de las compañías petroleras, que se convertirían en simples prestatarias de servicio.

"Queda el problema clave de las inversiones", subraya el especialista.

El liberal Jorge Quiroga es favorable a las exportaciones del gas hacia México y Estados Unidos, y una distribución más importante de los ingresos gasíferos para las comunidades indígenas y los más pobres.

Las condiciones hacen que países deficitarios como Chile, Brasil o Argentina intenten buscar alternativas distintas de Bolivia, juzgada como políticamente inestable. Por iniciativa de Chile, la región intenta poner en marcha un proyecto de un gigantesco gasoducto que parta desde Camisea en Perú para llevar el gas a Brasil, Argentina, Uruguay y Chile.

Sin embargo, las reservas probadas de Perú, estimadas en un 25 % de las bolivianas, no serán suficientes para alimentar ese anillo energético, dicen expertos en Lima.

AFP