Mientras Hollywood manda el cine resiste

Echar un vistazo a los estrenos de 2005 permite confirmar que Hollywood maneja casi la totalidad del mercado. Las cifras dicen que el 80 por ciento de los filmes presentados fueron estadounidenses; el cine nacional dijo presente con más de 50 películas, de las cuales sólo siete superaron la barrera de los 50.000 espectadores, y el resto abajo de los 5.000. El cine de otras procedencias aportó un lote de 41 filmes en Capital Federal, y algunos de ellos no llegaron al interior.

No se trata aquí de estar en contra del cine norteamericano, cuya mejor producción padece el mismo efecto y sólo llega en DVD. Se trata de que un solo modelo de cine es el que forma los gustos de las nuevas generaciones. Hollywood realiza en este aspecto una política certera: como nunca antes en la historia, la mayor parte de su producción está destinada a los niños y jóvenes. Dos años atrás era en este rubro donde podían hasta encontrarse sus mejores filmes. Los efectos especiales y el deseo de asombrar siempre, llevaron a estos filmes a repetirse y perder la calidad artística que habían logrado.

Ahora "Madagascar", "Chicken Little" o "Bob Esponja" están en lugar de las excelencias de "Shrek", "Pollitos en fuga" o "Monsters Inc". Pero está la producción "seria", también convertida en megaproductos en los que lo único que hay que convalidar, en el mejor de los casos, es su espectáculo. Otra franja es la de las comedias, generalmente livianas y los dramas que ponen su acento en buenas actuaciones actorales. Todo esto rebaja la edad mental de un espectador que se adocena a estas recetas, las mismas de la televisión, en desprecio de cualquier otra alternativa.

Fuera de los Harry Potter, King Kong, galaxias varias y pastiches históricos tipo "Alexander", entre las pocas que pueden rescatarse, dentro de la producción que goza de los placeres mediáticos, están "Descubriendo el país del Nunca Jamás" de Marc Foster, la conmovedora "Millon Dolar Baby" de Clint Eastwood, "El aviador" de Martin Scorsese, "La guerra de los mundos" nuestro Spielberg de cada año (que justamente acaba de vender su productora Dreamworks, porque "ya no puede garantizar la libertad creativa, para lo que había sido creada"), y "La ciudad del pecado" de Robert Rodríguez.

El resto ya no pertenece a Hollywood y es donde está lo mejor: "Melinda y Melinda" de Woody Allen, la notable "Entre copas" de Alexander Payne, "Vida acuática" de Wess Anderson, "Una mujer infiel" de Tod Williams, y una de las mejores películas del año, "Una historia violenta" de David Cronenberg. Quedan las dos películas de Tim Burton, una es una joya: "El cadáver de la novia", la otra es el ejemplo de cómo la crítica argentina también se rinde al modelo. "Charlie y la fábrica de chocolate" no es una mala película, por el contrario tiene una estética y un despliegue visual notable y es fiel a su autor. Es en suma, una buena película, pero no para sindicarla entre las mejores del año.

Y ahora viene el plato fuerte del cine de otras procedencias, es el cine que resiste sin tanto presupuesto, con muchas ideas, y haciendo uso de algo que se llama lenguaje cinematográfico. Argentina, a pesar de los escasos 41 títulos, es el único país de Latinoamérica que todavía se da estos lujos, así que no nos quejemos. Citemos títulos: "Luces rojas" el estupendo policial de Cedric Khan, "El camino de Koktebel" de Boris Khieebnikov, "Yesterday" de Darrel Roodt, "Conociendo a Julia" de István Szabó, "Después de medianoche" de Davide Ferrario, "La ventana de enfrente" de Ferzán Oztepek, "Gente de Roma" de Ettore Scola, "La caída" de Olivier Hirshbiegel, "La dama de honor" de Claude Chabrol, "La esposa del buen abogado" de In Sang-soo, "La casa de las dagas voladoras" de Zang Yimou, "La secretaria de Hitler" de Heller y Schmiderer, "La trama de la vida" de Eleonore Faucher, "La vida es un milagro" de Emir Kusturica y "Zaotochi" de Takeshi Kitano.

Luego vienen las películas latinoamericanas y la sorpresa de "Whisky" de los uruguayos Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, para muchos la mejor película del año, y otra sorpresita uruguaya fue "El viaje al mar" de Guillermo Casanova. Tampoco desentonó "Cachimba" del chileno Silvio Caiozzi. Muchos títulos notables se vieron también en Cine Club.

Como se ve el buen cine existe pero, el futuro es incierto. Cada vez le cuesta más llegar a las pantallas y a un espectador al cual sólo le llegan las noticias de estos productos hollywoodianos, desde que empiezan a filmarse hasta su estreno, que se da como en toda buena globalización, en forma casi simultánea en todo el mundo. El otro cine, el que vale, ha quedado para audiencias minoritarias. A fin de 2006 seguimos el debate.

Juan Carlos Arch