Por un perro atropellado
Discusión y homicidio en barrio San José
En Boneo al 3800 -barrio San José- un conductor atropelló a un perro. Los propietarios del animal discutieron con él, y éste les respondió a los tiros. Un joven de 28 años recibió una bala en la frente y murió esta mañana en el hospital Cullen. Su padre, debió ser intervenido quirúrgicamente porque otro de los proyectiles quedó alojado en su mano derecha.

José Luis Pagés

Rodrigo Betinelli murió esta mañana en el hospital José María Cullen, adonde había ingresado alrededor de las siete con una herida de bala en la frente.

Al cierre de esta edición, el padre del joven trágicamente desaparecido, Magin Betinelli, era intervenido quirúrgicamente porque otro de los proyectiles que les disparó un desconocido, quedó alojado en las articulaciones de su mano derecha.

El joven Betinelli, quien tenía 28 años de edad y su padre, de 68, cuidaban del perro de la casa que momentos antes había sido arrollado por un automóvil, cuando ambos fueron baleados en la vereda, por el conductor de ese mismo rodado que inesperadamente habría regresado al lugar del accidente.

En el escena del crimen trabajaban los peritos del Gabinete Técnico Criminalístico al promediar la mañana. En medio de la calle de tierra y ante la casa de la víctima -Boneo al 3800-, eran recogidos los restos de un palo de escoba reducido a unas pocas astillas, trozos de vidrio, alguna piedra y muestras de sangre, en la vereda.

Esos rastros observados en el lugar sugieren lo ocurrido en barrio San José apenas asomaba el sol. Es posible imaginar que Magin Betinelli estuviera regando sus plantas cuando un automóvil -presuntamente un Fiat Palio con vidrios polarizados- arrolló a su perro.

El conductor, un hombre joven que habría estado en compañía de una mujer rubia, debió detener la marcha para interesarse por el perro herido, pero entonces se habría suscitado un incidente verbal, un altercado que iría subiendo de tono hasta llegar a la agresión física.

Las astillas del palo de escoba, los restos de la ventanilla del auto y algunas piedras de gran tamaño esparcidas en torno del sitio donde se detuvo el auto, dicen que en el lugar se dio un inusitado despliegue de violencia física, un desborde demencial.

Luego, el conductor del automóvil habría reanudado la marcha en dirección al este y los Betinelli habrían quedado solos, cuidando del perro malherido. Y en eso habrían estado concentrados seguramente, cuando el Fiat Palio se acercó a ellos nuevamente.

No está claro si entonces los hombres se agredieron por segunda vez, pero hay quien dice que a través de la ventanilla destrozada asomaría el cañón de un revólver.

El automovilista -siempre en compañía de una mujer rubia- apuntó en dirección al hombre -acaso los dos hombres-, con quienes había reñido minutos antes en ese mismo lugar, y tiró a la cabeza.

Rodrigo se desplomó herido de muerte y su padre, baleado en una mano, no tuvo más que observar la horrible escena mientras el automóvil desaparecía a gran velocidad por las calles del barrio San José.

Sobre el mediodía se pudo saber que los agentes de la sección Homicidios contaban con una descripción precisa del Fiat Palio con vidrios polarizados y de sus ocupantes, el hombre y la mujer, que además ya habrían señalados por sus nombres y apellidos por no pocos vecinos del lugar.